Kerouac quiso ser negro
Por Silvia Campillo.
En ‘Pic’ Jack Kerouac buscó su álter ego en un niño de diez años con acento sureño.
Jack Kerouac murió el 21 de octubre de 1969. Ese mismo día, Dizzy Gillespie, uno de sus músicos preferidos, cumplió 47 años. El trompetista lloró la pérdida de Kerouac, que le había seguido de manera incondicional por los clubs de Nueva York. Quizá por ello, la obra de Kerouac sepa a jazz del bueno, a suburbios y a exceso, lo que le convertiría en precursor de una revolución cultural en la que él participaría de manera activa. Tanto, que no fue capaz de resistir a su propio cataclismo y una cirrosis se lo llevaría, a los 47 años, siendo ya una leyenda.
En el camino o La vanidad de los Duluoz han sobrevivido al paso de los años, convirtiéndose en lecturas obligatorias para los amantes de la literatura de calidad. Los estadounidenses son expertos en sacar partido a sus viejas glorias, por eso descubrir que aún quedan obras inéditas de Kerouac en castellano se convierte en una especie de misterio paranormal. O en un regalo. Es el caso de Pic (Escalera), que se publica por primera vez en España para conmemorar los treinta y cinco años de la muerte del genio.
Alusiones beat
Jack Kerouac se encontraba en plena crisis creativa. Se sentía incapaz de crear material nuevo y por ello decidió recopilar una serie de relatos que había escrito a lo largo de los años. Los unió gracias a Pictorial Review Jacksin, Pic, un niño negro de diez años que emprende un viaje junto a su hermano, Slim, desde Carolina del Norte (donde era “el chico más negro, más oscuro que jamás había acudido a aquella escuela”) hasta Nueva York, donde frecuentará jazz clubs y montará en Metro.
Para dar sentido a la historia, Kerouac rescribió todos los relatos con acento sureño en 1951, haciendo de las peculiaridades beat simples parábolas que el lector debe descubrir por sí solo. Un ejemplo: Slim es saxofonista y, después de perder un trabajo porque su traje no combinaba con la clientela del local, sus únicas palabras son: “La verdad es que no logré sacarle a ese saxo toda la música que a mí me hubiera gustado”.
Creando álter egos
Dentro de Pic se incorpora el capítulo de El fantasma de Susquehanna, que Kerouac escribiría para En el camino y que finalmente quedaría excluido. En este episodio, puede leerse, en palabras del viejo: “Conocí a un chico en esta misma carretera hace tres años y era clavado a vosotros [Pic y Slim, que intentan llegar a California]: perezoso, lento, vamos, no os rezaguéis”. Está claro que hace alusión a Sal Paradise, álter ego de Kerouac en On the road, que pasaría por esa carretera de Nevada, a orillas del río Susquehanna, tres años antes, en 1948 o 1949, cuando se tiene constancia que Kerouac realizó la Ruta 66.
Esta escena permite ver cómo Jack Kerouac entendió su obra como un “todo”, por eso sus libros están cargados de interconexiones, tal y como él quiso concebir su legado tras leer En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.
Una rareza
Pic es un raro entre los raros. Una obra que el lector no espera encontrarse firmada por el más sentimental incitador de las drogas, el alcohol y el sexo como “puerta del paraíso”.
Jack Kerouac consigue emocionar y conmover, revelando su yo más inocente e ingenuo. Un libro que sigue la línea de lo beat sin serlo del todo, pero cargado de asfalto y be-bop que merece la pena descubrir a ritmo de jazz y vino californiano. Y de todo lo que el lector quiera.