«Una mujer en la ventana»: dolor y sosiego con Petra Martínez
Por Horacio Otheguy Riveira
Una anciana en su última noche consigo misma, en vísperas de entrar en una residencia indeseada: recuerdos teñidos de pena y buen humor. Un trabajo extraordinario de Petra Martínez en un delicado equilibrio que bordea la tragedia, pero gana la vitalidad de la actriz hermanada con la ironía del personaje. Representada en 2014, vuelve a Madrid del 23 de septiembre hasta el 23 de octubre 2016.
Una obra alemana estrenada hace treinta años que plantea la angustia existencial como expresión de una crueldad social atemporal. Transcurre en 1970, en versión española muy lograda, con una transmisión radiofónica que pone la piel de gallina. El piso de la protagonista es lúgubre, y por tanto triste, y además pobre, pero personaje y actriz encuentran un camino de vigorosa exploración. Una elegancia e inteligencia en la exposición de la angustia que trasciende la anécdota para permitirnos solidarizarnos con la soledad del solitario, la marginación de quien no puede luchar contra la ferocidad del sistema en que vive.
Mañana, cuando salga el sol…
Un sistema despiadado, contrario a la razón (Bertolt Brecht en «Santa Juana de los Mataderos») aceptado mayoritariamente por nuestra cultura, de manera que el continente, tras larga vida de guerras imperialistas, pocos años después de una Unión Europea en la que se bregó por un mundo más justo —casi conseguido durante algún tiempo— se ha rendido a los tiburones del gran mercado, a la voracidad de una avaricia que no parece tener fin, ya sin miedo al avance de la revolución proletaria, como sucedió a durante la guerra fría del siglo XX, cuyo terror rojo hacía palidecer a las patronales y cedían territorios de bienestar.
Una mujer en la ventana, de Franz Xaver Kroetz (Munich, 1946, prolífico autor casi desconocido en castellano), es una historia breve que una mujer octogenaria nos cuenta con dramática sencillez conversando con su periquito y con los espectadores. A menudo nos mira a los ojos, nos comunica su necesidad de compartir preocupaciones sobre el futuro, ese extraño lugar donde compartirá habitación con otra mujer mayor que vaya a saberse cómo es, “espero que no libere ventosidades sin ninguna consideración”, con su “cómo será aquello”, qué se comerá, cómo se vivirá en ese nuevo mundo al que la destinan por imposición del Ayuntamiento y de su hijo.
Pronto ordena los objetos que se llevará, al principio sin ánimo recaudatorio, con prestancia de quien marchará de vacaciones una breve temporada. A ratos se engaña, pero es consciente de que no habrá vuelta atrás, aunque le digan lo contrario:
Ya me han dicho que si no me gusta, no me preocupe, que seguramente encontraremos otra solución.
En cuanto corre peligro de caer en el desasosiego, va en busca de su latiguillo más animoso, unas palabras tan solo que, sin embargo, son capaces de construir un lugar sólido donde sentirse reconfortado: una región donde su vitalidad pone de rodillas a Doña Desesperación:
Mejor no adelantemos acontecimientos.
Y en algún momento clave, una vez que las cosas se van ordenando con la buena chispa del absurdo cotidiano y el amor por lo mejor de su pasado y la comprensión ante las frustraciones inevitables, sabe volverse furiosa y arrojar una piedra liberadora, para después calmarse, consolarse, consolando también a su pajarito en la última noche juntos:
Y ahora vamos a dormir, que lo mismo mañana, cuando salga el sol lo vemos todo de otra manera.
Un personaje, una casa, unos recuerdos, un abandono y una esperanza dolorosa, todos elementos que llevan una historia individual a la macrovisión de este siglo XXI en que la marginación de millones de ancianos encuentra una compañía cada vez más acuciante: la de aquellos de todas las edades que se ven obligados a dejar sus ambientes naturales en busca de un mínimo lugar de supervivencia.
Tanta carga dramática podría generar un espectáculo desgarrador, seguramente insoportable. Pero al frente está una compañía que siempre antepuso la lucha por la vida, el coraje de afrontar situaciones límites con una sonrisa, y sobre todo al frente está una actriz única, con un estilo muy dado al toque humorístico en el que un mínimo gesto despierta una sonrisa en medio de la mayor desazón. A lo largo de la representación no abandona nunca la placidez de una mujer que ha sabido amar y que nos cuenta su historia, confiada en que también la amaremos.
Una actriz sorprendente en variedad de géneros
Detrás de Petra Martínez hay innumerables funciones. En las temporadas 2007-2009 tuvo un notable éxito de televisión junto a Concha Velasco en la serie Herederos, gracias al cual mucho público fue al teatro por primera vez para verla en directo y quedar gratamente sorprendidos en compañía de sus habituales seguidores.
Además de otras series y películas, fue un bombazo su protagonismo insólito en Crazy Love, nada menos que en el Teatro Circo Price, un cabaret en el que su marido, Juan Margallo, hacía de ángel mudo, y ella de diva dominante, a golpe de látigo, enamorada del travesti más ingenioso y dulcemente perverso, Psicosis Gonsáles, una loca historia de amor entre fabulosos números circenses y musicales.
Luego pasó a un intimista retrato personal de la mano de Dario Fo, el primer humorista y comediógrafo que ganó el Premio Nobel de literatura. En una misma función, un monólogo del autor italiano, La madre pasota [periplo de una comunista católica que entra en una iglesia perseguida por la policía], tras la cual se presentaba otra comedia, una situación teatral muy divertida entre actriz y director, matrimonio en la llamada vida real, donde hablaban “de nuestras cosas”, recuerdos de teatro que compartían con el público como si estuvieran en el salón de su casa.
Luminosas familias teatreras
Más allá de esta representación en sí misma muy recomendable, se da una situación extrateatral que hace más emotivo el evento: se trata del encuentro de dos familias teatreras que han dado mucho al teatro español, y que siguen en activo con la segura continuidad de sus descendientes.
Los Martínez-Margallo fundaron hace mucho tiempo su propia compañía, Uroc Teatro, integrando a su hija, Olga Margallo y al actor, autor y director Antonio Muñoz de Mesa —estos últimos actuales responsables de la compañía, también creadores de audaces creaciones para el público infantil y juvenil—. Con esta Mujer en la ventana arriban a la Sala Mirador, formidable consolidación de un gran esfuerzo artístico en un barrio lleno de inmigrantes en el que, a su vez, permanece vivo el espíritu madrileño de sus orígenes: en Lavapiés, en los bajos y al fondo de una corrala, importante sede teatral a cargo de una familia teatrera hispanoargentina comandada por Cristina Rota, actriz, directora y profesora de una de las escuelas de interpretación más prestigiosas de España, madre de tres actores: Nur Al Levi, María Botto y Juan Diego Botto. En definitiva, dos familias que han sabido sortear múltiples dificultades sembrando talento y gran capacidad de trabajo, unidas ahora por una mujer y una ventana con un mensaje muy claro, lleno de rabia, fortaleza y ternura:
La historia de esta mujer, a la que llevan a una Residencia de ancianos, en el fondo es como la historia de los emigrantes y exiliados que tienen que abandonar, a la fuerza, las cosas que guardan los recuerdos de toda una vida.
Una mujer en la ventana
Autor: Fran Xaver Kroëtz.
Versión y dirección: Juan Margallo.
Ayudante de dirección: Olga Margallo.
Intérprete: Petra Martínez.
Diseño espacio escénico: Richard Cenier.
Diseño vestuario: Francisco Lozano.
Diseño luces: Rafael Catalina.
Diseño sonido: Sandro Ruscio.
Lugar de estreno en 2014: Sala Mirador (CNC: Centro de Nuevos Creadores).
REPOSICIÓN: Sala Margarita Xirgu del Teatro Español, del 22 de septiembre al 23 de octubre 2016
Charla Coloquio el 27 de septiembre
La obra la montamos por primera vez en 1985. Se trata de comunicar en qué ha influido el paso del tiempo para el montaje de la obra. Sobre todo la interpretación, pues el personaje tiene una edad que Petra no tenía en 1985 y ahora sí. ¿Ha cambiado en algo el contenido de la obra con el paso de los años? Es curioso que, quizás, la obra, tiene ahora más importancia que en el momento de su estreno en 1985, pues se ha hecho más normal el ingresar en una residencia a los ancianos. Se comentarán anécdotas del primer montaje y del actual. Como que una vez la representamos en una residencia de ancianos, etc.
IMPARTE: Petra Martínez y Juan Margallo
DURACIÓN DE LA ACTIVIDAD 1.30h.
DESTINATARIOS Todos los públicos.
NÚMERO DE PARTICIPANTES Hasta completar aforo. Plazas limitadas.
INSCRIPCIONES: Rellenar y enviar solicitud de inscripción a formacion@teatroespanol.es antes de las 00h del 26 de septiembre de 2016. Se confirmará plaza a los seleccionados. (Plazas limitadas)