Lou Reed. Cruzando las puertas del rock

 

HOMENAJE A LOU REED

 

loureed

 

Por Kepa Arbizu.

No siempre es fácil hacer entender a muchas personas la importancia que pueden llegar a alcanzar en la vida de uno ciertos músicos, menos si no hay relación personal alguna de por medio e incluso sin ser necesariamente considerados como uno de los referentes esenciales. Esa relevancia que logran alcanzar suele ser motivada por una obra (o varias) capaz de dejar una huella imborrable y a prueba de la erosión que crea el paso del tiempo.

Conocí a Lou Reed, como sucede en tantas otras ocasiones, sin saber de quién se trataba. Varios años antes de la mayoría de edad, y sin ninguna referencia clara sobre el mundo del rock, asistí a una escena de la película que Oliver Stone realizó sobre el grupo The Doors en la que sonaba “Venus in Furs”. Una canción con una fuerza impresionante pero siempre manejada de forma contenida, acelerando y decelerando en su beneficio dando vida a esa sensación de estar siempre al borde del estallido.

El autor, tal y como decían los créditos, era Lou Reed, integrante de la banda The Velvet Underground. Al poco tiempo ese mínimo conocimiento se agrandó, por lo menos en un primer capítulo, por medio del famoso disco de la banana (“The Velvet Underground & Nico”). En él evidentemente tomaban parte otros músicos: estaban John Cale, Sterling Morrison, Maureen Tucker y una voz femenina que hacía de contrapunto a esa crudeza que abundaba en el álbum y que respondía al nombre de Nico. Más tarde cada uno encontraría su sitio, pero de momento, mi mirada se fijaba en mi descubrimiento: Lou Reed.

A lo largo de los cortes que escondía ese disco, el escuálido conocimiento que poseía sobre el rock y sus márgenes, adoptaba una forma nunca vista antes. De la mano de aquel neoyorquino de voz profunda, descarada y enigmática, las canciones transitaban por mundos que incluían imágenes explícitas de drogas, sexualidad y un ambiente entre lo bohemio y decadente que suponía la aparición de un mundo adulto, bello y cruel a partes iguales.

Los bucólicos sonidos pop de “Sunday Morning” eran una de las contadas excepciones en las que se rompía esa agresividad sonora, lo que a la postre suponía dar ese sabor tan peculiar y adictivo al disco. Frente a ellos emergían composiciones de una extraña intensidad, en las que se encontraban odas a las drogas como “I’m Waiting for the Man” y sobre todo “Heroin”, con su viaje al apoteosis. “Venus in Furs” nos ofrecía un viaje lisérgico, en lo sonoro, por el mundo del fetichismo; las guitarras rugían en “Run Run Run” y nos adentrábamos en espirales demoníacas que suponían “Black Angel’s Death Song” o “European Son”.

Siempre hay un momento en que uno sabe que no hay marcha atrás, cruza una puerta y descubre otro mundo donde se enseña que lo bello no siempre es hermoso ni  lo doloroso malo. Para muchos, entre los que me incluyo, Lou Reed supuso el guía en ese tránsito y eso es algo que nunca se olvida, como las primeras experiencias vitales en cualquier contexto. Más tarde seguirían viniendo discos de la Velvet, de Lou Reed en solitario, más satisfacciones, algunos desencuentros… Pero esos ya son otros capítulos de una misma historia que así comenzó

 

Escucha The Velvet Underground & Nico en Spotify

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *