Principito debe morir
Principito debe morir. Carmen Moreno. Ed. Sportula. Págs. 122 PVP. 9 €
Por Laura Muñoz.
Carmen Moreno no cambia la poesía por la narrativa. La integra y la metamorfosea en esta novela, claro homenaje a El principito de Saint-Exupéry. Completo y complejo, el homenaje. Pese a su origen y diseño, este regalo de Moreno es para los niños que habitan en cuerpos adultos pero no es literatura infantil. Disparo a quemarropa para los que han crecido pero siguen siendo genuinamente inquietos, esos que conservan la ingenuidad de saber mirar y reconocer al elefante bajo el sombrero aún sabiendo que no está. O sí.
Principito debe morir es ciencia ficción. No al uso. Es aventura. Es juicio. Maquilla, Carmen, con pinturas que mezcla. Utiliza la experiencia del crecimiento con los poderes políticos corruptos, los sociales, ataca el sistema, lo descompone, lo coloca sobre la mesa y hace que Principito se deje arrastrar por las circunstancias que le llevarán a su propio (re)conocimiento.
El rodaje comienza cuando la autora coloca a los personajes en esa cárcel que es Núcleo. Desmembra a la sociedad de esa prisión en un estatus social original que pretende, y consigue, arrancar la sonrisa/enfado/pregunta del lector. Una “celda” en la que sus habitantes han sufrido modificaciones fisiológicas que sólo les permite sobrevivir en una atmósfera de mercurio, minando toda posibilidad, por ende, de respirar el oxígeno de la Tierra. Es la penitencia del destierro, la razón uno para que ni se planteen volver a su lugar de origen.
En las primeras páginas, el amor de madre y la ternura hacen que el lector se ubique en un ambiente tranquilo y se deje mecer. Pero la lucha. Y la intromisión de los que quieren mandar. Así, como una bofetada en medio de un baño caliente. El descubrimiento y Principito que debe ocuparse de la Rosa. Su madre que ya no. Y él, sólo él, que es el sí durante toda la novela.
Interrumpe en el ambiente la violencia armada, la instigación, las amenazas y la muerte de todo lo que Principito ama. Con todas sus preguntas, los misterios que pueblan su cabeza infantil pero inteligente y se ve empujado a la lucha por la supervivencia, donde le espera el desconocimiento en su estado puro. Descubren la tiranía, Principito y Carmen, en estas páginas repletas de frases para el combate.
Sin duda, la crítica al presente e incluso a algunos capítulos de nuestra historia reciente, tiene un papel fundamental y Moreno ha espetado los ideales de una utopía en la que Principito empieza a dejar de creer. En la que muchos de nosotros hemos dejado de creer, también. Un volumen de contrastes, donde el humor entendido convive con la más cruel de las situaciones, relatadas sin cuidado y sin la advertencia “puede herir su sensibilidad”. La dureza de una realidad estancada en el flashback de los momentos y experiencias. El poder del ataque entre los pliegues de lo despiadado, con el sentido de despertar al Principito que todos llevamos dentro.
Ahora bien: ¿debe morir Principito?