‘No son maneras de tratar a una dama’ musical en el Alfil
Por Horacio Otheguy Riveira
Estreno en España de un autor norteamericano inédito con jocosas situaciones y buenas canciones que parodian las películas de asesinos en serie.
El crimen violento ya no es lo que era. La gran industria estadounidense ha sabido vender al mundo, entre películas, series de televisión y videojuegos, un universo donde torturar y matar funciona como diversión continua, muy palomitera.
En el mejor de los casos: desfogue de tensiones y temores más o menos ocultos. En el peor de los casos, ya se sabe, todo lo demás, en especial la inmoral constancia en que casi todos los conflictos se pueden resolver a tiros, cuchilladas y otras maravillas propias del género humano.
Risa amable, ríos de sangre
No son maneras de tratar a una dama se ríe amablemente de esta tendencia con nobles recursos para pasear por el horror con la elegancia y el buen humor de canciones que narran episodios, graciosas situaciones bien desarrolladas y temas musicales que divierten y de pronto emocionan.
Se estrenó en 1987 en una sala íntima, con pocos medios y mucha imaginación: fue una brillante respuesta, en pequeño formato, del magnífico espectáculo de un maestro de maestros en el teatro musical, Stephen Sondheim, quien en 1979 había estrenado Sweeney Todd, el primer espectáculo que maravilló a propios y extraños contando y cantando una romántica tragicomedia negrísima en la que la protagonista triunfaba haciendo empanadillas rellenas de carne humana. (Inolvidables dos versiones españolas dirigidas por Mario Gas con Vicky Peña y Constantino Romero primero, luego, Joan Crosas. También existe una película de Tim Burton sólo interesante para quien no la vio en teatro.)
Poli bueno con madre protectora
Douglas J. Cohen hereda el buen hacer del genio, pero no se queda ahí: es actor, director, productor, escritor y compositor; en este caso es el responsable de la música, las canciones y el texto con destacado humor judío, muy propio de la literatura y el teatro idish (lenguaje de Europa central, mezcla de hebreo y alemán), característico de la gente de teatro de New York.
De hecho, la madre del detective es la clásica judía convencida de que si su niño que superó los 30 años no come como debiera morirá en un santiamén. Como este detalle, muchos otros, especialmente divertido y musicalmente cautivante el número Somos tan parecidas, en que se entienden sorprendentemente bien la idishe mame y la noviecita linda y buena de su único hijo, un detective más bien tontorrón que ha de vérselas con un actor derivado en asesino para adquirir el protagonismo que no consigue en su profesión. Primera canción inolvidable: En un suspiro, donde el crimen encuentra su tono divertido, como juego de niños en el que ser malo malísimo es una satisfacción incomparable.
La función discurre con mucho encanto, en gran medida por la ingeniosa invención escenográfica, a base de transparencias con muchos toques divertidos. La busca y captura va de víctima en víctima y todas ellas las interpreta Inma Cuevas, excelente actriz que ya en otras funciones tuvo que vérselas con variedad de personajes; aquí, entre otros, también interpreta a la extravagante madre del poli. Su sentido del humor, su flexibilidad corporal y su notable voz en las canciones la presentan como la pareja perfecta de su verdugo: un asesino que llega al travestismo con indudable gracia, que interpreta y se mueve con impactante talento en la piel y el estilo de David Ordinas.
Jorge Gonzalo y Laura Castrillón conforman con acierto los personajes más endebles de la comedia, muy planos, con poca o nula evolución dramática, la parejita de rigor. Sin embargo, la labor de conjunto demuestra un bien logrado trabajo en equipo como para que estos desajustes apenas se noten y cada uno se abra camino con sus posibilidades. En gran medida por la acertada dirección y buena coreografía que han sabido resolver en muy reducido espacio un musical de casi dos horas.
Para un público familiar, a partir de 12 años, una función en la que el bien triunfa sobre el mal, el amor sobre el odio y el resentimiento, y como colofón del gozoso cuento una serie de efectos musicales y visuales con los que toda la familia puede pasar una buena tarde de domingo, bien servida al mejor estilo Halloween y de otras culturas que aprenden pronto a reírse de los convencionalismos y de la propia muerte… jugando a matar como para desenfundar rabietas sin que nadie resulte lastimado, como para bien de todos y mal de ninguno.
No son maneras de tratar a una dama
Autor: Douglas J. Cohen.
Dirección musical y escénica: Pablo Muñoz-Chápuli.
Intérpretes: Jorge Gonzalo, David Ordinas, Laura Castrillón, Inma Cuevas.
Músicos: Aitor Arozamena, teclados; Ángel Rodríguez, saxos, clarinete y flauta; Antonio Agenjo, batería y percusión.
Escenografía y vestuario: Ana Tusell.
Coreografía: Luis Ulzurrun y Jorge Gonzalo.
Lugar: Teatro Alfil.
Fechas: Todos los domingos desde el 10 de noviembre al 29 de diciembre a las 18.00h.