Misceláneas primaverales

 

Por Sara Roma

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Misceláneas primaverales, Natsume Soseki.

Trad. Akira Sugiyama.  Satori ediciones, 2013, 162 páginas.

Natsume Soseki (1867-1916) es una figura hercúlea de las letras y el anticipador de toda la literatura actual japonesa desde Aba Kobo hasta Murakami. Últimamente su popularidad no para de crecer gracias a iniciativas de editoriales como Satori ediciones que acaba de publicar por primera vez en español Misceláneas primaverales (2013), un libro que recoge una serie de relatos que ponen de manifiesto la destreza narrativa de su autor.

La historia personal de Soseki —un autor al que el éxito le llegó de repente al publicar Yo soy un señor gato, su primera obra— está marcada por la tristeza desde el momento de su nacimiento. Carlos Rubio la narra en el prólogo a la novela El caminante donde asegura que no fue un hijo deseado y fue entregado a una familia en adopción. Sin embargo, 1907 y 1908 marcarán un antes y un después en su existencia; son años de cambio de vida y de estilo literario: lo que era humor y parodia se convierte en una introspección que lo llevará a desarrollar lo que Donald Keene denominó “galería de héroes atormentados”. En esa primera década del siglo XX, muestra una tendencia a «describir el miedo, la soledad, la tristeza y el sentimiento de pérdida», como resalta la profesora Angela Yiu.

Pero su estilo, lacónico y simbólico no guarda relación con el Naturalismo o Realismo que marcó las obras de finales del siglo XIX y principios del XX en Europa. Es más, Soseki sostiene que la literatura no puede ser realista o verdadera, sino que debe tener una cualidad interior y significativa. El autor opta por un punto de vista moral: «La literatura —dice— nos debe formar, ya que mediante la catarsis, la superación del dolor y el control del peligro, obtenemos placer y nos formamos». Su idea es reflejar la mente angustiada del hombre de Meiji, hurgar en las posibles soluciones a sus problemas internos intentando siempre que las voces crítica y poética converjan.

Misceláneas primaverales se divide en dos partes o dos libros. El primero, Los sueños de diez noches, son diez relatos oníricos en los que el autor nos recrea el fascinante mundo japonés. Son historias de la vida cotidiana de Japón contextualizadas por elementos tan conocidos por los lectores occidentales como las grandes extensiones de arrozal, los árboles de ginkgo o de caquis y bebidas como el sake y el té. Sus finales abiertos y nada concluyentes son tan naturales como su forma de arrancar y presentarnos estas historias. La segunda parte, Misceláneas primaverales se tituló en un primer momento “Opúsculos nacidos del ocio de los largos días de primavera”. Está compuesta por 25 historias breves aparecidas en prensa, siete de las cuales transcurren en Inglaterra, como “El olor del pasado” y “La casa de los huéspedes”. En algunas, Soseki retrata su desafortunada estancia en la capital londinense y reflexiona sobre su vida en un occidente que nada tiene que ver con el Japón que él conoce.

Misceláneas primaverales es, por tanto, un libro de relatos autobiográficos plagados de anécdotas de la vida cotidiana del pasado y con un regusto amargo. Son historias que se centran en la intimidad cotidiana, pero narradas con un estilo moderno: es una escritura fragmentada, subjetiva y alejada de ornamentos.

En definitiva, Misceláneas primaverales forman un colorido caleidoscopio que retrata a su autor: un ser sensible y lleno de aristas.

 

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