‘Las hermanas Rivas’, notable versión de un cuento de Borges
Por Horacio Otheguy Riveira
Un triángulo ardiente con incesto platónico y deseos ocultos. Erotismo, humor y alianza criminal comandados por dos mujeres de rompe y rasga.
Una es enérgica, mandona; la otra dulce, aparentemente sumisa: mantienen una unión firme con papeles bien dispuestos. No se percibe perversión alguna; por lo contrario, se escenifica la normalidad de dos mujeres con sus padres en el cementerio y una rutina de fines de semana con tías ancianas. Tranquila vida de pueblo. Compras, comidas y televisión.
Dolores manda mucho; Angustias obedece. Una rutina bien avenida hasta que aparece una novedad refulgente. Nada menos que un boxeador: El Potro Estrella, un chico divertido y sexualmente potente, que cae en manos de Dolores, quien de entrada disfruta de una exuberante sexualidad mientras su hermana calla y mira.
La pasión de los hombres de Borges
Estas Hermanas Rivas vienen de lejos, de un relato magistral de Jorge Luis Borges (1899-1986) titulado La intrusa (que integra el libro de relatos El informe de Brodie, editado por vez primera en 1970). Una historia pampeana, de hombres de a caballo: los hermanos Nilsen, que mantienen una relación óptima, alterada por la aparición de una mujer.
“(…) Los Nilsen eran calaveras, pero sus episodios amorosos habían sido hasta entonces de zaguán o de casa mala. No faltaron, pues, comentarios cuando Cristián llevó a vivir con él a Juliana Burgos. Es verdad que ganaba así una sirvienta, pero no es menos cierto que la colmó de horrendas baratijas y que la lucía en las fiestas.
(…) Una noche, al volver tarde, Eduardo vio el oscuro de Cristián atado al palenque. En el patio, el mayor estaba esperándolos con sus mejores pilchas. La mujer iba y venía con el mate en la mano. Cristián le dijo a Eduardo:
— Yo me voy a una farra. Ahí la tenés a la Juliana; si la querés, usala”.
La comparten e inventan alternativas para resolver ese deseo común que entorpece sus vidas hasta entonces serenamente platónicas. Necesitan volver a estar solos y deben hacer desaparecer el objeto de su deseo. Después del asesinato les asalta una debilidad: “(…) Se abrazaron, casi llorando. Ahora los ataba otro círculo: la mujer tristemente sacrificada y la obligación de olvidarla”.
El inquietante amor de las mujeres de Adriana Roffi-Mariano Rochman
Tras la maestría Borges en el arte de narrar una historia turbulenta con personajes de gran peso, sorprende gratamente una adaptación teatral muy libre (firmada por la también directora Adriana Roffi y el actor protagonista Mariano Rochman) pero que a su vez considera el eje de una poderosa relación incestuosa en la que el sexo flota en un ambiente en el que nunca se declarará.
Uno de los aspectos más atractivos de esta adaptación es el carácter contemporáneo de las mujeres aportando una mirada teatral e ideológica sumamente brillante. Por un lado, el teatro bien servido en situaciones expresivas que dicen y sugieren mucho a través de las acciones, huyendo de ese enemigo siniestro del teatro que es el discurso explicativo (aún hoy enlodado en muchos autores con personajes que llegan y dicen todo lo que piensan).
Por otro lado, la gran pirueta en la que la víctima del triángulo no es una mujer tratada como un trapo sino un hombre bueno, un hombre manso, que sólo se dedica a pelear en los rings, pero ama a las mujeres. El deseo las atrapa hasta extremos nunca conocidos, pero llega a molestarles esa humedad envolvente que trastorna sus vidas. No están celosas del tipo que las une entre intensos orgasmos, sino de sí mismas. De manera que se lanzan a un compromiso inesperado en doble juego para el espectador: con un final y un epílogo tan sorprendentes como eficaces.
Al principio el vaivén de la seducción les entretiene a todos. Pero se va alterando de a poco, como con rara indiferencia:
El Potro: Te espero en la cama. (Sale)
(Dolores recoge su ropa y comienza a salir)
Angustias: Antes de que te vayas, ¿podemos hablar un momento?
Dolores: ¿Ahora? … Dime.
Angustias: … ¿A ti te parece, no sé, que esto es… normal? No quiero decir eso, pero es… raro, al menos para mí, no sé, ni siquiera me has consultado, … de repente esto ha cambiado… no quiero que te enfades, pero tampoco quiero sentirme incómoda yo, es decir… a ver, nuestra … armonía, no, armonía no, espacio… es como que deja de estar. Todo esto es muy difícil para mí… me entiendes ¿no?
Dolores: No, la verdad que no. Me voy a la cama.
(…)
Dolores: Tendremos que tener algunas reglas, eso sí. Para cuidarnos, respetarnos. Es más, vamos a dejarlas escritas y colgadas, así no las olvidamos. Papá siempre decía que a las palabras se las lleva el viento, así que lo escrito, queda. (Coge el calendario que está colgado en la pared, una libreta y algo con que escribir) No puede haber contacto físico estando los tres juntos. El Potro dormirá lunes, miércoles y viernes con una, martes y jueves y el fin de semana con la otra. A la semana siguiente se cambiará. (Pinta los días en el calendario) Si algo nos molesta o no estamos de acuerdo, lo decimos. No nos tragamos nada. (…)
Un trío desbocado por tres actores bien templados
Espléndida función que aúna muchos elementos de interés con gran poder de síntesis. Diálogos eficaces, dinámicos, y una sucesión de escenas con aire cinematográfico y preciso encadenado de emociones.
Los tres intérpretes llevan a cabo una relación de gran plasticidad: se les ve y escucha con mucho interés constantemente, gracias a una puesta en escena en la que la corriente de sensualidad de la función está muy bien llevada al terreno de un costumbrismo reconocible.
Mariano Rochman compone a un boxeador buenazo, encantado de estar en acción entre chicas que le atienden en todos los sentidos. Coautor de la función, es un hallazgo que (¡al fin!) interprete de este modo a un profesional del boxeo que ni está sonado ni es una mala bestia, sino un deportista ingenuo que entra en la boca del lobo creyendo que es un triunfador.
Esther Ortega es Dolores: sexualidad muy masculina, decidida, impúdica, sugiriendo placeres incesantes. Una creación llena de brío y sentido del humor. Carlota Ferrer cautiva con su aire ingenuo y sorprende cuando reacciona con mayor vigor.
Las hermanas Rivas
Autores: Adriana Roffi y Mariano Rochman.
Dirección: Adriana Roffi.
Intérpretes: Carlota Ferrer, Mariano Rochman, Esther Ortega.
Lugar: Teatro del Arte, Madrid.
Fechas: Octubre, sábados a las 20.30h; domingos a las 19.00h. Noviembre: sábados a las 20.00h; domingos a las 19.00h.
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