Crónicas ligerasEscena

'Una boda feliz' de gais que no son gais

Por Horacio Otheguy Riveira

El director Gabriel Olivares vuelve a dar en la diana dirigiendo a estupendos actores al servicio de una brillante parodia de parodias.

La gran habilidad de los autores Gerard Bitton y Michel Munz consiste en haber utilizado los clásicos ingredientes de la comedia de enredos al servicio de un quinteto de eficaces personajes en el contexto de las conveniencias socioeconómicas del momento. Un asunto del que el teatro francés ha dado ya legendarias cátedras de ingenio, desde el gran Jean-Baptiste Poquelin, Molière (1622-1673), que supo convencer a los aristócratas de que los ridículos personajes de los que se reían no eran ellos “sino los otros”.

Mucho tiempo ha pasado desde entonces; pero, siglo tras siglo, la France cumple: tiene una poderosa industria teatral de la que aquí nos llega muy poco: las últimas comedias de Arturo Fernández (excelente La montaña rusa; interesante Los hombres no mienten, ambas de Eric Assous) y las que dirige Gabriel Olivares, quien después de Mi primera vez (del norteamericano Ken Davenport) y Burundanga (del catalán Jordi Galcerán) pasó unos meses de gran éxito dirigiendo en París, de donde trajo algunas funciones que ya estrenó en versión española, como La caja y Una semana, nada más.

Una boda feliz, Teatro Marquina

Intereses creados y una chica que todos imaginan desnuda

Una tía muy pesada se muere centenaria y deja un testamento: “Cuando sientes cabeza y te cases, recibirás el total de mis valores en Microsoft. Siempre y cuando pases un año casado, bajo control de un notario”. Así, por lo bajo, se calcula un millón de euros, una suma considerable para que el mujeriego del sobrino se case de una vez. Pero como quiere seguir persiguiendo muchachas sin ataduras legales ni compromisos emocionales, su abogado le sugiere que se case con su mejor amigo, un tonto de capirote que tragará con cualquier cosa; como, por ejemplo, regalarle una bicicleta para convencerle de que se case con su amigo “en una boda que no es gay porque es una boda de hombres”.

Como en las abundantes comedias sobre la homosexualidad, escritas y estrenadas en Francia —país abanderado en estas lides—, es el dinero el que motiva las conciencias y la moral; el dinero es el instrumento por el que un amigo muestra su cara más cretina e interesada, y el buenazo dará su buen estoque cuando menos se le espera.

En esta ocasión, la falsa boda dará lugar a una serie de divertidas situaciones en las que los hetero se parodian a sí mismos y los homosexuales se divierten a su propia costa cuando se descubre que el papá ultraconservador y religioso es un chico con mucha pluma encantado de haberse conocido.

Y, como broche, la chica que todos los hombres se imaginan desnuda no más verla: una chica preciosa con curvas que marean y, además, vaya por Dios, con un corazón de oro.

Gabriel Olivares y una troupe de primera

Dirigir estas funciones exige un talento especial para el dominio corporal de los diálogos y el ritmo casi musical en la sucesión de escenas. Una vez realizada la versión española, se añaden las libertades de los propios actores que aportan sus propias palabras y a menudo situaciones, según van experimentando la vitalidad de la comedia en escena y con público. En cualquier caso, el estilo Olivares siempre abunda en una expresividad física que hace que los actores se involucren intensamente y se diviertan en el duro oficio de crear personajes para que a su vez se rían los hombres y mujeres que están en las butacas. Y en manos de este director, el invento funciona. No más empezar, ya el público se da por conquistado.

Esta función no reposa ni un instante, todo es crescendo dramático-cómico, embuste tras embuste, propio del vodevil, en un enredado sinfín de tropiezos ya vistos muchas veces, pero muy bien orquestados con algunas notables sorpresas finales.

En el reparto, Agustín Molero y Juan Solo, protagonista y secundario respectivamente, tienen personajes muy poco desarrollados, más bien planos, de manera que tiene especial mérito su labor con más viento en contra que a favor. A su lado, el coprotagonista Agustín Jiménez da rienda suelta a su ya ampliamente demostrada vis cómica (La cena de los idiotas y El apagón, además de sus habituales monólogos), pero quienes de verdad dan el do de pecho (y nunca mejor dicho), son Francesc Albiol, en el padre de familia, que es riguroso místico y a la vez divertido señor con mucha pluma, y la preciosa hispano-francesa Celine Tyll, como la tierna y sexy chica casadera. Ambos le sacan muy buen partido a los mejores personajes de la función.

Una boda feliz (Un matrimonio gay, en el original francés) resulta un divertido engranaje que el público acoge con cariño desde los más simples gags hasta las situaciones más enrevesadas por donde se filtra el eficaz espíritu de la comedia francesa: reflejo de una sociedad hipócrita que se adapta a lo que sea cuando se trata de hacer buenos negocios, pero que cada tanto presenta a gente espléndida que se quiere de verdad, aunque confunda “mecenas” con “maizena”.

Una boda feliz, Teatro Marquina

 

Una boda feliz

Autores: Gerard Bitton y Michel Munz. Versión: Juan Solo

Traductor: Ylva Malmcrona

Director: Gabriel Olivares

Intérpretes: Antonio Molero, Agustín Jiménez, Francesc Albiol, Juan Solo, Celine Tyll

Escenografía y vestuario: Anna Tusell

Iluminación: Carlos Alzueta

Lugar: Teatro Marquina, Madrid

Fechas: Desde el 5 de septiembre de 2013

2 thoughts on “'Una boda feliz' de gais que no son gais

  • UNA BODA FELIZ. Estreno de la segunda temporada en el Teatro Reina Victoria de Madrid el 17 de septiembre de 2014.
    Tras su paso por el Teatro Marquina, ‘Una boda feliz’ cumple su segundo año y lo hará en el Teatro Reina Victoria. A partir del 17 de septiembre.
    Dirigida por Gabriel Olivares y producida por Nearco Producciones y Olimpia Metropolitana, la obra (Le Gai Mariage) fue finalista en Francia como mejor comedia en los prestigiosos Premios Molière.
    Celine Tyll es Elsa, la novia de un vividor y mujeriego Enrique (Xabi Franquesa). Mientras que el papel de su padre es interpretado por Francesc Albiol. Al morir la tía de Enrique, este tiene que casarse para heredar, pero como no se quiere comprometer con una sola mujer decide hacerlo con su mejor amigo Lolo (Agustín Jiménez). Ese matrimonio de convivencia, para lo bueno y para lo malo, se va a convertir pronto en una pesadilla…
    Reparto: Agustín Jiménez, Xabi Franquesa, Manu Badenes, Francesc Albiol y Celine Tyll.
    Fechas y horarios: del 17/09/2014 al 02/11/2014 TEATRO REINA VICTORIA.
    VENTA DE ENTRADAS:
    http://www.entradas.com/entradas/una-boda-feliz-evento_1_2_28_78936

    Respuesta
  • Pingback: Cinco meses de éxito para ‘Una semana… nada más’ | Culturamas, la revista de información cultural

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