Iago Fernández: «Juan Benet está presente en mi narrativa»
Por Anna Maria Iglesia @AnnaMIglesia
Son las siete de la tarde, las terrazas empiezan a llenarse, es difícil encontrar sitio; los exámenes han terminado, los estudiantes que siempre recorren aquellas calles del Raval han dejado atrás los libros y las horas de biblioteca. Me encuentro con Iago Fernández, que acaba de publicar su primera novela, Como un ciervo huiste con la editorial Delirio. Con una extraordinaria maestría estilística, Iago Fernández construye el desolador lugar de Gardén, un pueblo fuera de cualquier mapa en torno al cual gravitan los distintos relatos que componen el libro. La fragmentaria estructura no desemboca en una novela abierta, imprecisa y desconectada; nada hay de casual en cada uno de sus relatos y la fragmentariedad es el medio que permite al autor realizar un retrato unitario del desamparo de sus individuos, de la búsqueda constante de un sentido huido. Gardén se convierte en el escenario dónde ninguna relación es posible, donde las ruinas perviven y donde la desesperanza encuentra su imagen.
—Tu admiración por Juan Benet es conocida y tú mismo la explicitas encabezando Como un ciero huiste con una de sus frases. Sin embargo, en la novela Benet está más presente más allá de la cita inicial; de hecho, Como un ciervo huiste bien podría títularse Regresarás a Gardén
—Es verdad que Juan Benet está presente en mi narrativa, sobre todo en lo referente al estilo, pues no ha sido poca la influéncia estilística que Benet ha tenido sobre mi manera de escribir. Sin embargo, por otra parte, si bien Como el ciervo huiste se compone de diferentes relatos, todos ellos tienen algunos ejes en común: fragmento la novela, pero establezco nexos y relaciones entre los relatos y los distintos personajes. A Juan Benet, por el contrario, no le interesaba en absoluto buscar los nexos entre los personajes de sus novelas; es un autor de tendencia faulkneriana y, por tanto, lo que le interesa es oscurecer todas sus tramas
—Seguramente podría decirse que tú novela dialoga con Benet y, en especial con Regresarás a Región, a través del uso de la memoria: Como un ciervo huiste se construye por medio de los recuerdos, de la rememoración de los personajes
—La memoria es el punto de todos los relatos: se trata de soliloquios, en los que las voces narrativas rememoran experiencias y hechos relacionados con Gardén y en cada uno de de los recuerdos aparecen personajes que se entrecruzan en los distintos relatos: éstos comparten personajes, que reaparecen constantemente a lo largo de toda la novela, a través de los soliloquios de las cinco principales voces narrativas. Precisamente, a través de la presencia de personajes comunes en los relatos y a través de las voces narrativas se construye, a lo largo de la narración, una imagen de Gardén, que nunca es descrito directamente.
—Gardén es una construcción literaria, ¿Por qué recurrir a un espacio inventado y no a un espacio real, un espacio geográficamente reconocible para el lector?
—Te contesto de la misma manera a cómo Faulkner contestó, cuando en una entrevista le preguntaron el porqué había creado la región de Yoknapatawpha : «Para que nadie me diga lo que tengo que hacer». Si yo hubiera ubicado la narración en un espacio real, hubiera estado inevitablemente vinculado a todos y cada uno de los detalles que componen el lugar: una calle, una dirección…
—De todas formas, más allá de la indeterminación, el lector verá en Gardén la recreación de un espacio rural. Como un ciervo huiste no es en absoluto una novela urbana
—Evidentemente, mi novela no se inscribe dentro de la narrativa urbana. Gardén es un espacio completamente arruinado, un espacio que no tiene nada que ver con el ambiente urbanita-metropolitano en que estoy acostumbrado a vivir. Es un espacio, en cierta medida, semejante al pueblo de Galicia en el que nací. Yo diría más que rural arruinado
—Un tema que recorre cada uno de los relatos de Como un ciervo huiste es el de las relaciones de pareja y, sobre todo, los problemas que se crean en toda relación. No plasmas, en ningún momento, una relación que funcione, todas están abocadas al fracaso.
—Si, de hecho es un tema que está presente en cada uno de los relatos. Puede que el relato que se aleje, en cierta forma, de este tema es el primero: en él se ve una joven madre empujando un cochecito que, por un descuido y por problemas que arrastra tras de sí, tiene que enfrentarse a una situación adversa junto con un recién nacido; yo quería mostrar a una mujer valiente que se enfrenta a una situación terriblemente problemática y sobre todo una situación que podría ser definida adversa en todos los sentidos, es decir, no sólo por los problemas que arrastra la protagonista. Ella se encuentra en una situación adversa en relación a lo físico, pues sufre dolor; adversa respecto a lo climático, a lo económico. Se crea una atmósfera mítica con la llegada de esta joven a Gardén y de este niño que nunca llegará a conocer a su madre y que crecerá allí, en el arruinado Gardén
—En el momento de construir Gardén, a parte de los referentes literarios, seguramente hubo también uno o más referentes geográficamente localizables.
Gardén es, en parte, una transposición de Ferrol, que es donde yo nací. Ferrol es un lugar actualmente arruinado, pero que tiene un gran pasado industrial y militar. Las dos principales construcciones, el astillero y el fuerte militar están hoy en ruinas; Ferrol no es exactamente un espacio rural, sino más bien una ciudad industrial que ha caído en la quiebra y donde hoy sólo quedan restos, ruinas. Cuando pensaba en Ferrol y como transfigurarlo en Gardén, lo imaginaba como un lugar gótico.
—La influencia de la narrativa gótica está sin duda presente, aunque no es extraño que muchos relacionen Gardén con el desolador escenario de McCarthy en La carretera. Como ya pasó con Intemperie de Jesús Carrasco, los escenarios desoladores y arruinados suelen identificarse con la narrativa McCarthiana
—Es verdad que McCarthy construye un mundo desolado, pero en su caso, la desolación y la ruina engloba la totalidad del mundo, mientras que en Como un ciervo huiste circunscribí la ruina a un lugar muy concreto. De hecho, remarqué siempre el aspecto distinto de Gardén y su contraste continuo con el espacio urbano. Las personas que llegan a Gardén vienen del mundo urbano, del mundo cosmopolita, en cierto modo, civilizado, un mundo completamente distinto al que uno encuentra cuando llegan a Gardén. En contraposición al mundo civilizado al que estamos habituados, Gardén es un sitio en el que se acumulan los restos de todos los procesos por los cuales ha pasado la sociedad y que, sin embargo, se han mantenido al margen de Gardén, convertido simplemente en el almacén de todas estas ruinas. Allí, se han quedado atrapados ancianos, alcohólicos, una pareja arruinada, gente huida de la justicia
—Si bien muchos pensarán en McCarthy, Gardén remite a Comala de Juan Rulfo, aquel pueblo en el que sobreviven los muertos, los restos de un pasado ya lejano.
—La imagen que me había creado para poder formalizar Gardén era resultado de los paisajes más desoladores de Faulkner, como por ejemplo algunos de los parajes de Mientras agonizo. De hecho, en homenaje a Faulkner en uno de los relatos aparece un retrasado mental
—Como homenaje a Benji, con cuyo monólogo inicia El ruido y la furia
—Y como homenaje a algunos de mis narradores predilectos que para reflexionar acerca del lenguaje recurren a un retrasado mental. Faulkner, si no me equivoco, fue el primer autor en introducir este tipo de personaje, luego en Volverás a Región Benet también lo utilizará y, si no me equivoco, en La hermana de Katia, un libro que me gustó mucho, Andrés Barba también introduce en la narración la imagen de un retrasado mental. En mi relato, lo quise utilizar como un negativo del lenguaje humano
—Como ya pasaba en el monólogo de Benji, tras la confusión se percibe, sin embargo, una lucidez que otros personajes carecen. La figura del retrasado mental se asemeja a la del loco: en sus palabras hay siempre una lucidez, una verdad.
—Con respecto a la lucidez a la que te refieres, me gusta considerarla como una lucidez romántica, pues para el retrasado mental, al menos así como lo quise plantear yo, hay una relación directa entre el lenguaje y el mundo, entre la palabra y la cosa
—En el último relato afirmas refiriéndote a los estudiantes y a aquellos que frecuentas el barrio del Raval: «por lo normal, todos ellos despreciaban la alta cultura de manera inaceptable, pues en su mayoría carecían de criterio para despreciar algo». ¿Una declaración de principios?
—Aunque quiero precisar que esa frase la dice el narrador, sí es verdad que yo no creo en absoluto en la literatura underground. Para mí están los clásicos que, como mínimo, todos aquellos que se dediquen a la literatura deberían conocer y con los cuales todos los narradores tienen que dialogar para poderse enmarcar dentro de una determinada tradición literaria. Luego hay algunos narradores que se desprestigian a estos clásicos y se conciben al margen de los cánones y de la tradición oficial. Nunca he entendido esta segunda opción, que normalmente se postulan como underground. Yo concibo la literatura sólo y exclusivamente estético y precisamente por esta concepción creo que ningún narrador puede evitar dialogar con la tradición literaria y el canon.