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Baztán (2012) de Iñaki Elizalde

 

Por Rubén Romero Sánchez

 

Baztán (2012) de Iñaki Elizalde
Baztán (2012) de Iñaki Elizalde

 

A veces el cine español se empeña en ir contracorriente y entrega obras de bella factura y mensaje necesario. En estos tiempos en que Lobeznos, Supermanes de nueva generación, fast and furious seis y las que queden llenan las pantallas de los multicines para atracción de los pocos incautos que siguen yendo a las salas, de pronto te topas con películas como Baztán, que parte de la humildad como filosofía creativa y se construye sobre la ambición que mueve a todos aquellos que cuentan historias.

Baztán cuenta la historia oculta de los agotes, clase social marginada en zonas del País Vasco y Navarra durante diez siglos y que sólo comenzaron a tener algunos derechos en el siglo XIX. A partir de esto, el director Iñaki Elizalde mezcla la historia de uno de estos agotes, con una espectacular ambientación de época; la historia de las gentes de la zona en el momento actual; y la historia de una compañía que ha ido a la región a rodar una película (los actores se interpretan a sí mismos en actitudes cotidianas, algunos de ellos incluso hablando de cuando coincidieron en el rodaje de Vacas de Julio Medem).

Parte de la valentía del proyecto reside en que está rodada en euskera y castellano, de tal modo que el doblaje se cargaría casi toda la pelicula, pues es muy pertinente por qué algunos personajes sólo hablan en euskera y por qué, en las sesiones de la investigación de la limpieza de sangre de Ursía, el alcalde traduce lo que quiere.  El productor de la cinta, Mikel Pruaño, nos decía en la tertulia sobre la película que mantuvimos esta semana, que doblaría la película para el mercado hispanoamericano. Sería una pena, pero claro, no es mi dinero lo que se está jugando sino el suyo. Aun así, esta opción por ser fieles al espíritu de la época en que transcurren los hechos que narra, hace de la película un oasis en el páramo en que se ha convertido la cartelera últimamente.

La distribuirán en pocas salas, seguro, y mucha gente se quedará con las ganas de verla. Los afortunados que vivan en alguna ciudad en la que se estrenen no deberían dejar pasar la ocasión de ver un ejemplo de buen cine histórico y de magnífica utilización del lenguaje metacinematográfico.

Lo peor, que el espectador trata en saber qué le están contando, pues el principio de la película es más farragoso que clarificador. Aun así, cine de verdad, del que cada vez se hace menos.

 

 

 

 

 

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