Entrevista a Samanta Villar: "Cada momento tiene sus noticias y la cuestión reside en que hay que dar las noticias importantes, aquellas auténticamente relevantes"
Por Anna Maria Iglesia
@AnnaMIglesia
Una de las máximas del periodismo es la objetivad, sin embargo la eliminación de la frontera entre los hechos y el periodista que se proponía en 21 días plantea la cuestión acerca de su viabilidad
La objetividad no te la da la distancia en sí misma, la objetividad te la da el contrastar la información. De hecho, cuando un periodista se acerca a una determinada persona para entrevistarla, mantiene la distancia, pero solamente hasta a un cierto punto, puesto que resulta imposible mantenerse completamente al margen de la historia y de los testimonios: hay historias que inevitablemente te emocionan más, personas con las que te identificas, historias que te conmueven o historias que te producen rechazo. Independientemente del hecho de ser periodista, como persona tienes un criterio propio, una manera de ver las cosas que no desaparece con una mayor cercanía, pero tampoco desaparece con la distancia: aquello que, al fin y al cabo, da objetividad al trabajo periodístico es el contrastar la información, escuchar las distinatas versiones.
La dificultad radica en el contrastar la información desde dentro, siendo, en determinada manera, partícipe de los propios hechos narrados
En 21 días nos introducíamos en la historia narrada y, por tanto, la confrontación de forma directa, se confrontaban los testimonios con la realidad misma y a partir de la experiencia de la convivencia. Si planteamos un análisis teórico acerca de la objetividad, nada hay más objetivo que ver por uno mismo los hechos y no recurrir únicamente a lo que te puedan contar
Podríamos hablar de un ejercicio de periodismo bonzo
Si, exacto; en cierta manera, es el periodismo que realizó Hunter S. Thompson o, con posterioridad, Maruja Torres en prensa escrita. A partir de la experiencia directa, el periodista consigue construir su propio relato, un relato que no es de por sí menos objetivo, pues yo como periodista no me limitaré a explicar la experiencia de los otros, sino mostraré mi propia experiencia, viviré aquello que los otros me cuentan. Evidentemente es una cuestión que plantea un debate, ¿lo que cuento es menos objetivo porque es mi propia experiencia? O, por lo contrario, ¿no será más objetivo puesto que cuento aquello que yo experimento y no aquello que otros me cuentan?
La plena inmersión en los hechos y la estrecha relación que se establece con los protagonistas despiertan un sentimiento de empatía en el periodista y es precisamente el hecho de empatizar lo que pone en duda la posibilidad de la objetividad
Tú puedes empatizar con la gente y, al mismo tiempo, puedes mantener intacta tu opinión y tu criterio. Por ejemplo, al final del programa de 21 días dedicado a la vida en las chabolas, yo comentaba que la gente que allí vivía eran personas de muy buen corazón, pero que hacían las cosas muy mal. Cuando termina una convivencia como aquella que yo podía experimentar en 21 días, evidentemente te sientes apenada, has hecho amigos, has conocido cómo son y cómo viven los protagonistas, te has puesto en su lugar, pero, al mismo tiempo, te das cuenta de que su modo de actuar no es el correcto, eres consciente de que sus acciones tienen consecuencias y que el camino que siguen no les llevará a un buen destino
Se trata, por tanto, que la empatía no cancele la lucidez, la capacidad de observar los hechos desde la racionalidad
La implicación y la empatía son emocionales, mientras que el criterio es racional; no son incompatibles el uno con el otro. Dicho esto, es cierto que una experiencia de este tipo modifica tu criterio, tus pre-juicios se modifican indefectiblemente porque no sólo vas a conocer sino que vas a vivir unas circunstancias que desde fuera resultan dificiles de evaluar. Sin embargo, el hecho de que el criterio se modifique no es algo negativo, no debe ser entendido como una pérdida de objetividad, al contrario, considero que resulta enriquecedor en cuanto amplia tus parámetros de observación y de análisis.
Las temáticas de Conexión Samanta han estado en general relacionadas con temas sociales, programas como el dedicado a Melendi resultan un poco sorprendentes, podrían interpretarse como programas realizados por y para la promoción de programas –La Voz– de la cadena o del grupo al que ésta pertenece
No absolutamente, si además Melendi ya no participa en la próxima edición del programa.
Pero, la elección resulta curiosa si pensamos que los temas sociales han vertebrado generalmente los programas
El liet motive de Conexión Samanta es la búsqueda de historias extraordinarias; con respecto al periodismo clásico, nosotros recuperamos una de sus secciones, aquella dedicada a contar historias, unas historias que resulten interesantes y, para que éstan resulten interesantes, deben tener algún ingrediente que las aleje de la cotidianidad. Desde este punto de vista, la vida de Melendi es extra-ordinaria; nuestro liet motive es precisamente buscar aquello que está más allá de lo ordinario, buscamos penetrar en las aristas de la realidad, buscamos temas que resulten interesantes e, incluso, familiares al espectador, pero las contamos desde perspectivas nuevas, sorprendentes, ponemos la atención sobre aquellos aspectos que normalmente pasan desapercibidos. Por ejemplo, con respecto al tema de la transexualidad, nos interesamos de la transexualidad en menores, una realidad desconocida para muchos.
Digamos, entonces, que los tres programas monográficos, dedicados a Melendi, Fran Rivera o Santiago Segura, representan unas piezas más o menos sueltas dentro de un tejido más compacto
Las historias extra-ordinarias, aquellas que se alejan de la realidad más cotidiana, se pueden encontrar en diferentes situaciones, y precisamente lo bueno de este trabajo es que te permite adentrarte en nuevas realidades, conocer nuevas historias y contarlas. En cierto modo, me identifico con los trovadores, pues te acercas a la gente no sólo para ofrecer noticias, sino para contar historias. Desde Conexión Samanta no olvidamos nunca de que, ante todo, somos periodistas, pero tampoco olvidamos que tenemos que llegar a la gente, despertar su interés y entretenerla. Es un reto, no sólo tenemos que contar la realidad, sino que la tenemos que contar de forma entretenida.
En relación a lo que comentas acerca del entretenimiento, Conexión Samanta plantea una mezcla genérica entre el reportaje y el programa de entretenimiento; la barrera que se borra en el docuentreteinment resulta todavía polémica
No hay tal barrera, los documentales que se han programado en el Docs Barcelona o en el Documenta de Madrid, demuestran que los límites entre la información y el entretenimiento cada vez son más difusos. Algo análogo se planteó hace años en el mundo de la educación; antes se creía que “la letra con sangre entra”, mientras que hoy en día resulta una aberración, hoy en día se sabe que es precisamente a través del juego que los niños más aprenden. El aprendizaje no es incompatible con el entretenimiento y los periodistas estamos empezando a darnos cuenta de ello; sinceramente, creo que es un debate que en poco tiempo habrá caducado, me soprendería que de aquí a veinte años se siguiera debatiendo acerca de la compatibilidad entre espectáculo e información.
Cada momento tiene sus debates, aunque estos terminen por ser pasajeros
Entiendo las reticencias porque, en el fondo, se trata de un cambio de paradigma, pero creo sinceramente que es un buen camino. Todos aprendemos de forma más rápida a través del entretenimiento.
La dificultad reside en el equilibrio de la mezcla
Esto va a depender del buen criterio del periodista
Con una creciente televisión espectáculo, las reticencias nacen del miedo a que la información quede supeditada al mero espectáculo de entretenimiento.
Yo sinceramente no veo el peligro, al fin de cuentas quien no quiera ver un determinado programa no lo verá, no veo un peligro en la posibilidad de mezclar géneros.
En el Miniput, se ha observado un auge de los formatos vinculados a la información, señal de la creciente demanda por parte de espectadores, pero también de los productores, de programas vinculados a la información
Es muy evidente, por ejemplo, que el éxito de La Sexta radica precisamente en la información y es verdad que desde que empezó la crisis la gente demanda información. Esta circunstancia es muy propicia para los profesionales del periodismo, la demanda de información no sólo ofrece al periodista una mayor disponibilidad para ofrecerla, sino que le permite buscar fórmulas y formatos nuevos para llegar al público; basta pensar en Jordi Évole o en Ana Pastor.
En efecto, en el Minuput se ha observado que la demanda de información permite proponer formatos innovadores a partir de los cuales seguir ofreciendo información.
Para los periodistas es un buen momento para proponer formatos nuevos vínculados a la información. El problema de todo esto es que este momento tan interesante y potencialmente fructífero para los periodistas coincide con una terrible crisis del sector, con un momento en el que en el mundo de periodismo se sufre una elevadísima tasa de paro, se ofrece muy poco trabajo. Es verdad que para el pequeño reducto de periodistas que trabajamos, este es un momento muy interesante, sin embargo visto en general resulta imposible hablar de un buen momento para el periodismo.
Hace algunos meses te preguntaban acerca de la mayor libertad que puede tener un medio de comunicación privado con respecto a un medio público, sin embargo las presiones no derivan únicamente desde el poder político. El caso de La Noria es un ejemplo de ello
Es un dato conocido que las empresas mediáticas tienen dueños y que estos dueños tienen intereses y que, por lo tanto, muchos periodistas de este país no están trabajando con la libertad deseable. Por suerte, es un dato conocido y, en cierta medida, el hecho de saberlo vacuna contra este mal. Sin embargo, el caso de La Noria es un caso particular porque las críticas y protestas de la audiencia fueron las que provocaron la retirada de los anunciantes.
No hay una contraposició clara entre público y privado, al final, las presiones están en ambos lados. ¿Cómo percibe el periodista estas presiones? Parafraseando al juez Bermúdez, podríamos decir que es tan inocente pensar que un juez no recibe presiones como pensar que un periodista tampoco las recibe
Lo que sucede es que, como periodista, las presiones nos las vives en carne propia, no te llaman y te dicen lo que debes o no debes decir. La cuestión, más bien, es que todos nosotros sabemos en que lugar estamos y por lo tanto se efectúa más la autocensura por parte del periodista que no la censura directa. Afortunadamente, quienes trabajamos en programas a medio camino entre la información y el entretenimiento, tenemos mayor libertad puesto que, dentro de la programación, nos consideran en cierto modo secundarios. En los programas estrictamente informativos la censura tampoco se realiza de una manera tan directa, más bien se efectúa a través de los cambios en la estructura directiva, es decir, los trabajadores de los medios, dependiendo de la directiva, ya saben hasta donde se puede llegar en el momento de dar la información: se termina por redactar las noticias de una determinada manera para evitar conflictos con el director, con aquellos que, al fin y al cabo, orientan el modo de informar para, a fin de cuentas, no tener conflictos con el poder político, económico o empresarial, dependiendo de las circunstancias y del medio en cuestión. Al final, se trata de la cobardía presente en todos los niveles de la estructura, porque, en verdad, uno puede enfrentarse a ciertos dictámentes, el problema es que muy pocos se atreven a hacerlo.
Hablar de coraje cuando el paro acecha y se teme por el propio puesto trabajo resulta anacrónico, la realidad es otra cosa y el miedo a perder el trabajo una razón de peso
Es difícil mantener los principios, pero también es verdad que hay que lucha por ellos y se la juega.
Se dice que en el mundo del periodismo, una mayor libertad y, sobre todo, independencia, se conquista sólo trabajando como freelance
Es cierta medida es lo mismo, pues al final ¿quién te va a pagar por el trabajo que realizas? Quien te paga te va a exigir determinadas cosas, es imposible escapar completamente de las presiones y de ciertas constricciones, a no ser que el periodista se autofinancie porque se lo pueda permitir económicamente, pero está es más bien una situación irreal. Al final, la completa libertad te la da el dinero, si uno tiene una gran capacidad económica no va a depender de nadie, en el momento en que te pagan por tu trabajo se establece una cierta dependencia.
El debate acerca de la dependencia por parte del periodista es paralelo al debate acerca de la gratuidad de los contenidos periodísticos, es decir, el acceso a la información de forma completamente gratuita
Es una cuestión complicada; no tengo muy clara mi opinión, intento ser pragmática, pero igualmente creo que es un tema complicado. Yo soy socia de Eldario.es, de Infolibre.es o de Orsai, utilizo Spotify, en definitiva, soy el tipo de usuario que siempre pagará por los contenidos digitales y por la calidad de los mismos; sin embargo, entiendo que hay una gran bolsa de gente que, primero de todo, no puede pagar y, segundo, que no quiere pagar, y no me parece ilícito. No creo que por el hecho de no pagar los contenidos las personas terminan por no tener acceso a la información de calidad, seguramente les llegará con posterioridad con respecto a aquellos que pagan, pero les terminará llegando. Es imposible que la información no circule y, además, es de interés general el hecho de que la información sea accesible a todos; sin embargo, es verdad que alguien debe pagar por ella, alguien debe financiarla.
Algunos consideran el New York Times com un modelo: el exigir un pago por acceder a sus contendios digitales no le ha restado ni lectores ni tampoco ganancias.
Es una opción, pero, ¿qué consecuencias tendría esta media? Significaría restringir el acceso a la información y al conocimiento sólo y únicamente por motivos económicos, ¿esta es la opción? Sinceramente, esta no es una posición que yo comparta, aunque entiendo que sin dinero no se puede generar una información de calidad. Por ello, creo que los que queremos y podemos deberíamos financiar aquello que los demás no quieren y no pueden financiar y, además, deberíamos hacerlo siendo conscientes de que efectivamente hay una gran cantidad de gente no quiere colaborar económicamente. Sin embargo, aquellos que pagamos, pagamos independientemente de lo que decian hacer demás, lo hacemos porque creemos que debemos hacerlo. Mi posición es sin duda naif, algunos la considerarán erróena, pero ahora mismo no veo mucha otra salida; además, creo que si hablamos de trabajar en pro del bien común, éste es un buen ejemplo
El problema mayor que provaca la gratuitad de los contenidos es que muchos trabajadores terminan por colaborar gratuitamente con los medios digitales o cobrando sueldos vergonzosos
Este es el mayor de los problemas y, sinceramente, no veo claro cuál puede ser la solución. Pienso que con el tiempo se irá encontrando el modo de hacer que los medios sean económicamente viables, sin restringir el acceso a la información. Otra de las cuestiones a la deberemos enfrentarnos es aquella relacionada con los medios de distribución: cómo se distribuirá, no sólo la informació escrita, sino también los productos audiovisuales. Todo parece indicar el mercado se irá fragmentando y la comunidad de consumidores se fraccionará, el espectador como concepto general desaparece. Los programas de televisión se siguen cada vez más a través de Internet, pues Internet permite ver cuando se quiere un determinado programa, aquel que despierta el interés del espectador. Encontraremos asi comunidades interesadas en seguir el trabajo de Ana Pastor, otras interesadas en Un príncipe para Corina, y, a lo mejor, habrá espectadores, como es mi caso, que sigan a Ana Pastor y, al mismo tiempo, se entretenga con Un princípe para Corina.
Confieso que nunca he visto Un príncipe para Corina, por prejuicio, seguramente, pero reconozco que nunca he pensado en verlo.
Es un programa con un humor muy fino y que tiene un trabajo de posproducción de audio excepcional, una construcción narrativa que, a partir de los testimonios de quienes participan en el programa, construye una narración paralela a la propia narración de realidad, sin evitar mostrar las estrategias para esta reelaboración narrativa. Un príncipe para Corina es un buen producto de puro entretenimiento, en el que no es tan importante el contenido, cuanto la forma.
Tu posees los conocimientos necesarios para percibir las cualidades del formato más allá de la superficie, es decir, de la temática superficial.
Obviamente, pero es precisamente en esto donde radica la grandeza de este programa. Un principe para Corina tiene dos lecturas: la primera es aquella que realizarán todos aquellos que no tienen conocimientos en el ámbito del montaje o de la narrativa televisiva, pero que encontrar un entretenimiento que les satisfaga; la segunda lectura es aquella que realizarán los profesionales del medio, quienes exigen algo más al programa, lo obtienen, porque el programa lo ofrece más allá del mero contenido. Para poder analizar Un principe para Corina, así como otros programas, es necesario leer entre líneas y, evidentemente, esto no es fácil, pero la crítica debería tener los conocimientos necesarios para poder hacer un análizar la construcción narrativa, la elaboración del humor o el trabajo de posproducción.
También es cierto que el prejuicio contra estos tipos de programa está muy difundido, desde los tiempos en que Pasolini criticaba la televisión por ofrecer productos masificadores de calidad discutible
En cierta manera es lo mismo que sucede en ámbito literario: no todos tienen los conocimientos necesarios para decir por qué una novela es una buena novela. Se trata de ver la calidad que se esconde detrás de algunos programas televisivos y no simplemente de hacer acoso y derribo, sin embargo, es curioso como determinados críticos de una capacidad intelectual elevada, pero que carecen de los medios necesarios para realizar análisis que vayan más allá de la superficie. Evidentemente hay malos productos televisivos, como también hay mala literatura, sin embargo, el hecho de que la televisión sea un medio masivo no implica que los productos televisivos sean malos de por sí.
Sin embargo, el entretenimiento en televisión se asocia con productos de valor intelectualmente más que discutible.
La denostación del entrenimiento es por sí misma errónea. La vida de todos nosotros se sustenta sobre tres patas: el trabajo y, por tanto, el dinero, el amor y los afectos y, en tercer lugar, en el entretenimiento como vía de escape. No hay historia de la civilización sin historia de sus fiestas populares; en todas las culturas y en todos los tiempos ha existido y existe un momento de asueto, un momento para la diversión, porque el individuo lo necesita.
Desde ciertas posiciones se recrimina un cierto tipo de entretenimiento, se siente pudor de reconocer que se ven determinados programas o se leen determinadas novelas
Si, parece que la diversión es algo vulgar y que lo adecuado es cultivarse constantemente, y esto es absurdo. Yo estoy convencida de que si en este país, la desaparición del futbol provocaría una auténtica revolución y esto porque para la gente el entretenimiento es esencial.
Pero la diversión puede también ir asociada con la calidad y con un rigor, sobre todo, en el mundo de la información
Si reconocemos que la diversión es importante, se comprenderá que los telediarios abran con la noticia de la victoria del mundial.
Si, pero es necesario hacer autocrítica y reconocer que los medios han excedido en la repetición de contenidos. Las victorias de la selección han ocupado los telediarios días tras día.
Si, la autocrítica es necesaria, pero hay que ser también realista. La información deportiva tiene mucho tirón y cuando está justificada, para los periodistas es un auténtico privilegio el poderla dar, pues así la audiencia está garantizada y, además, incluso la repetición de los contenidos están justificados por la propia actualidad. Cuestionamos la repetición de contenidos de tema deportivo, pero nunca nos planteamos cuanto sea relevante repetir una y otra vez los discursos vacuos de los políticos. Cada momento tiene sus noticias y la cuestión reside en que hay que dar las noticias importantes, aquellas auténticamente relevantes, sean de política, deportes o de otro ámbito y hay que darlas bien
Samanta Villar, una trovadora contemporánea. Crónica previa a la entrevista con la periodista de Conexión Samanta.
EL PERIODISMO DE SAMANTA VILLAR ES COMO DARLE UNA CUCHARADA DE PAPILLA A UN NIÑO HACIENDOLE EL AVIONCITO.
POR ESO NOS ENTRETIENE TANTO SUS REPORTAJES, EMPATIZANDO CON LOS PROTAGONISTAS DE LOS REPORTAJES Y A SU VEZ CON SU PUBLICO.
SE NECESITAN MAS PERIODISTAS COMO SAMANTA VILLAR FITÓ.
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