'Rayuela', a los 50 años de su aniversario, sigue siendo la más joven
La novela del argentino Julio Cortázar partió en dos la narrativa de América Latina.
Julio Cortázar (Bruselas, 1914-1984) vislumbró, como lo hizo Jorge Luis Borges, los cambios radicales de conducta y concepción del mundo que sufrió Occidente a mediados de siglo pasado.
Cortázar abrió una honda herida en el orden cerrado de las literaturas proponiendo y realizando ordenamientos que ofrecieran múltiples perspectivas; creando desconciertos y roturas en los discursos lógicos; desconectando y fragmentando las coherencias narrativas; haciendo de la vida y la literatura calidoscopios.
En 1950, antes de la publicación de sus primeros cuentos, Cortázar sostuvo que la novela es el instrumento necesario «para el apoderamiento del hombre como persona, del hombre viviendo y sintiéndose vivir». La novela debía renunciar a la lírica como adorno a fin de ser un poema que capturara una realidad que está mas allá de las descripciones verbales.
Rayuela es un vibrante collage de diálogos heterodoxos, sicológicos, filosóficos y espirituales, burlescos, visionarios y metafísicos acerca de la cultura argentina, sus dicotomías, y todo lo divino y lo humano. Un cruel y desesperanzado libro que más allá de sus chistes y parodias muestra la vida como un laberinto matemático donde -Julio-nosotros- Cortázar- se busca entre el abisal pozo de su inconcebible y prodigiosa inteligencia.
Fue escrita en París mientras se sucedían los primeros años de la Revolución Cubana, a la cual Cortázar profesó una fe inexplicable. Se cree que tardó cuatro años en confeccionarla y fue publicada en febrero de 1963 por Francisco Porrúa en la editorial Suramericana de Buenos Aires -el mismo que publicaría en junio de 1967 Cien años de soledad-, quien junto a Cortázar corrigió el manuscrito que hoy reposa en la Universidad de Texas.
Tiene tres secciones, «El lado de allá» (París, capítulos 1 a 36), «El lado de acá» (Buenos Aires, capítulos 37 a 56), y un apéndice: «La luz de la paz del mundo», en el que un iconoclasta francés de apellido italiano, Morelli, propone una posible novela que fuese escrita en una nueva geometría, fuera del tiempo absoluto.
La estructura de Rayuela puede ser entendida como una sesión de improvisaciones de jazz, con variaciones sobre diversos temas.
En la introducción o Tablero de dirección nos enteramos que el libro es muchos libros, o al menos dos: uno que terminaría en el capítulo 56 -una novela convencional-, y otro que comienza en el 73 -una novela experimental-, pero podemos armar la rayuela que deseemos saltar o leer.
Rayuela es una carcajada contra los valores de la vida moderna, la literatura y los lenguajes convencionales, que usa de surreales, el monólogo interior y el habla de Buenos Aires.
Horacio Oliveira, porteño de clase media, indiferente pero educado, es, al iniciar la búsqueda del ‘Cielo’, un hombre de mediana edad.
En París conoce a La Maga, joven uruguaya que, al pretender huir del pasado, se enamora de Horacio. El Club de la Serpiente -conformado por el yugoslavo Gregorovius; Ronald y Babs, una pareja de norteamericanos; el chino Wong; Perico, un peninsular; los franceses Etienne y Guy Monod, y La Maga y Oliveira-, adictos al sexo y el jazz, el arte y el budismo zen, la patafísica y las interminables discusiones sobre esos asuntos, llevan la vida como un juego aun cuando Oliveira esté obsedido por encontrar valores últimos, y ella crea que él tiene respuestas a sus problemas.
Oliveira debe constantemente crear su propia realidad, especialmente si la vida es absurda y el hombre, la religión y el amor son ilusiones. La vida es un quehacer para ser vivido, no para ser discutido.
Este ambicioso intento por descubrir una suerte de orden metafísico en las cosas fue muy celebrado y admirado en Cortázar, incluso por aquellos que rechazaron el libro en sus pretensiones intelectuales. Hay que resaltar, entre los aciertos, su humor anárquico, raro en las literaturas latinoamericanas de la época, y sus extensos y liberadores experimentos con la lengua, como el prestigioso capítulo 68.
En su extensa pregunta ontológica Rayuela tiene mucho de filosofía védica. El hombre es una unión de partes que se juntan después de la muerte en otra existencia, que se basa, a su vez, en otra vida previa. La ignorancia mantiene el alma alejada de saber que la experiencia, en el mundo real, es ilusión, haciendo mucho más compleja la búsqueda del por qué y qué es el hombre. Mostrando la vida total del hombre, sus acciones, pasiones y problemas, analizando el arte, Rayuela devela un rostro multifacético del mundo y los objetos que ha creado.
«Era el hombre más alto que se podía imaginar -recordó Gabriel García Márquez el 22 de febrero 1984, al morir Julio Cortázar– con una cara de niño perverso dentro de un interminable abrigo negro que más bien parecía la sotana de un viudo, y tenía los ojos muy separados, como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo si no hubieran estado sometidos al dominio del corazón».
Fuente: Eltiempo.com
Jardiel Poncela ya se adelantó a esa novedad de posibilitar las múltiples lecturas de una novela variando el orden de sus capítulos. Y lo hizo más de 30 años antes de «Rayuela», con su muy recomendable novela «La Tournée de Dios».