"El Príncipe", de Maquiavelo, cumple 500 años sin perder vigencia
El libro, que expone los métodos para mantener y conservar el poder, revolucionó el pensamiento político en Europa hasta el punto de dar pie a un nombre (maquiavelismo) y a un adjetivo (maquiavélico) de uso común.
Se sabe que el autor, nacido en Florencia en 1469 y considerado junto con Leonardo Da Vinci el prototipo de hombre renacentista, escribió El Príncipe en la segunda mitad de 1513, cuando tenía 44 años, señala el periódico El Mundo.
El manuscrito original de la obra, redactado en latín vulgar, es un misterio: nunca se ha dado con él. Y a pesar de que se hicieron cientos de copias manuscritas del mismo (la primera edición impresa no se realizó hasta 1532, cuando Maquiavelo llevaba cinco años muerto), solo 19 de esos códices han llegado hasta la actualidad.
Maquiavelo, que ejerció como diplomático y funcionario público, comenzó a escribir El Príncipe mientras se encontraba exiliado en Sant`Andrea en Percussina, en la localidad florentina de San Casciano Val de Pesa, en la que se confinó tras el regreso en 1512 a Florencia de los Medici.
Se retiró allí tras ser encarcelado y condenado a pagar una fuerte suma de dinero por haber participado en la conjura contra los Medici liderada por Pier Paolo Boscoli.
La primera mención a El Príncipe se encuentra en una carta escrita por Maquiavelo desde Sant`Andrea en Percussina a su amigo Francesco Vettori, embajador de la República de Florencia ante la corte pontificia del Papa León X, en la que le cuenta detalles sobre su vida en el exilio.
El escritor, en una carta fechada el 10 de diciembre de 1513, le comenta lo dura que es la vida en el campo, le habla de sus estudios y le revela que ha escrito “un opúsculo” titulado De Principatibus.
“Avanzada la tarde, vuelvo a casa y entro en mi despacho. Y en el umbral me despojo de mis vestidos cotidianos, llenos de fango y lodo, y me visto con ropas nobles y curiales. Entonces, dignamente ataviado, entro en las cortes de los hombres antiguos, donde, amablemente recibido por ellos, me deleito con ese alimento que es solo para mí, y para el que yo nací. Y no me avergüenzo de hablar con ellos, y de preguntarles por las razones de sus acciones. Y ellos, por su humanidad, me responden”, relata.
En la misiva Maquiavelo también le cuenta a Bettori su deseo de dedicar la obra a Julio de Medici. Pero tras la muerte de éste en 1516, finalmente optó por dedicársela a Lorenzo de Medici.
En cualquier caso la intención de Maquiavelo era clara: esperaba que el libro le permitiera hacer las paces con los Medici y que éstos le permitieran volver a ejercer el cargo de Secretario de la República de Florencia.
En el imaginario colectivo El Príncipe encarna el ansia de conquistar el poder a cualquier precio, convirtiéndose en el manual por antonomasia del tirano.
La obra siempre ha estado incluida en el índice de libros prohibidos de la Inquisición. Su principal “pecado” fue desmontar las teorías cristianas de San Agustín y Santo Tomás de Aquino que unían política y ética.
Fuente: Télam Cultura