El Efecto Grey: en busca de las razones del récord

Por Care Santos.

Una mujer londinense ha iniciado su proceso de divorcio alegando que su marido es un insípido.  Las sex shop de media Europa y de todo Estados Unidos han visto multiplicarse las ventas de ciertos juguetes sexuales.  En nuestro país, ya hay sexólogos que ponderan las virtudes de las terapias de pareja basadas en juegos de dominación y sumisión… Podríamos llamarlo «El efecto Grey»: las consecuencias de haber leído la trilogía que bate todos los récords de ventas, escrita por la guionista británica de casi 50 años Erika Mitchel James.

Los trillizos más vendedores de la historia de la edición —50 sombras de Grey, 50 sombras más oscuras y 50 sombras liberadas— llevan vendidos en Estados Unidos treinta millones de ejemplares. Parecía que el fenómeno se había apaciguado —todo pasa, al fin y al cabo—, pero las ventas de diciembre han vuelto a encumbrar a los tres títulos al número uno de las listas. En España ocurre lo mismo. Los libros baten récords: dos millones de ejemplares vendidos en sólo seis meses, el tiempo que hace que salieron al mercado. Su editora, Ana Liarás, es contundente al afirmar: «No hemos conocido nunca un fenómeno como este».

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Ana Liarás supo de Grey a través de uno de sus scouts —ojeadores de mercados editoriales extranjeros— quien le puso sobre la pista de «una novela que estaba arrasando en Amazon aunque la había publicado una editorial australiana muy pequeñita». Le dijeron que se trataba de un libro de alto contenido erótico, pero cuando comenzó a leerlo le ocurrió lo que a la mayoría de lectores: tuvo que esperar 100 páginas para que la trama entrara en harina. Eso sí, cuando por fin lo hace descubrió «una novela más explícita de lo que aquí solían serlo las novelas románticas, que trataba el tabú de las relaciones sadomasoquistas de un modo explícito, pero no vulgar, y que apelaba directamente a las fantasías femeninas». Ana Liarás pronuncia mucho la palabra «ficción» durante nuestra entrevista. Christian Grey, el protagonista de la novela, rico, treintañero, guapísimo, dominante y triunfador, es «una ficción, pero exactamente la que las mujeres querríamos encontrar, aunque sepamos que no existe en la vida real», dice la editora. La relación de sumisión y dominación que es el eje de la relación entre Grey y la joven —y virgen— Anastasia, es una ficción más: «Los sexólogos lo dicen claramente. A menudo las mujeres tenemos fantasías sexuales para no cumplirlas. Esa es la razón de que fantaseemos con la dominación o incluso con la violación. No significa que queramos que nos violen».

La clave del éxito parece estar en la mezcla de subgéneros: novela romántica con erótica. «Que no pornográfica», especifica Ana Liarás: «Es osada pero no vulgar, no hiere sensibilidades femeninas». El caso es que sí las hiere, sólo hay que entrar en Internet para darse cuenta hasta qué punto: hay toda una corriente feminista consternadísima con el asunto Grey. «Los discursos feministas no vienen a cuento», dice su editora, «y muchas de las personas que critican los libros no los han leído. Hay que partir de la base de que la trama habla de una relación consentida. Yo he leído escenas sexuales mucho más escabrosas en thrillers que no escandalizan a nadie. O incluso en novelas eróticas que ya existían antes de Grey».

 La escabrosidad de estos tres libros es, sin duda, más que discutible. Puede que las escenas sadomasoquistas dejen sin aliento a los no iniciados, pero no son nada del otro mundo para quienes conozcan los códigos de las relaciones de sumisión. Lo que prevalece, sin duda, es el romance. El mensaje es de redención: el amor salva, cambia y redime a los protagonistas. Y la cosa, como no podía ser de otro modo, acaba en boda. Ana Liarás añade: «Como afirman muchos expertos en sadomasoquismo, el verdadero poder en esta relación es de la sumisa, que siempre tiene la sartén por el mango. Y, por supuesto, a ambos les cambia haberse conocido». Con todo, a Corín Tellado le daría un soponcio si leyera algunas de las escenas. «Ya tocaba que se renovara un poco el género, que nos atreviéramos a ir un poco más allá. Si todo este fenómeno cambia un poco las cosas y atrae más gente a las librerías, es estupendo».

Que atrae más gente a las librerías está claro. Una maravillosa noticia para el mercado editorial en su año más difícil, por cierto. Eso sí, algunos libreros esconden los libros para que nadie pueda acusarles de venderlos. Y seguro que en los hogares españoles, hay hoy muchas más señoras de mediana edad pensando cómo pedirle a sus maridos que las zurren un poco, sólo un poco, en estos tiempos aciagos. Bien pensado, no me parece en absoluto una mala consecuencia. Creo que Christian Grey, que ya ha quedado claro que no existe (snif), estaría orgulloso de nosotras.

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