Breaking Bad, el renacer de Walter White
Por Juan Manuel Calvache
Walter White tenía el talento suficiente para haberse convertido en un químico de renombre. En cambio vive una aburrida y alienada vida como profesor de instituto en el árido estado de Nuevo México, y por las tardes trabaja en una lavandería de coches en el que su explotador jefe le humilla día tras día. Pero esto no es nada, ante una rutinaria visita al médico, este le dice que padece de un cáncer terminal y que muy probablemente le queden pocos meses de vida. Este es el deprimente punto de partida de Breaking Bad. Este es el comienzo de una de las mejores series que se hayan hecho jamás.
Ante la fatal noticia Walter (Bryan Cranston) tiene una extraña reacción. Es como si la bofetada que le acaban de soltar le despertara del letargo. Y tiene una idea, una idea que le hará sentirse más vivo que nunca. Walter va a desarrollar por fin sus habilidades como químico y va a sacarle un partido económico para que su mujer y su hijo puedan vivir de manera holgada después de su muerte. La idea que ha tenido Walter es fabricar metanfetamina.
Y ahí entra en escena el otro antihéroe de esta epopeya, Jesse Pinkman (Aaron Paul), un antiguo alumno descarriado de Walter, ahora convertido en camello local. El plan está servido, Walter fabricará la droga y Jesse se encargará de la distribución. A todo esto el cuñado del protagonista, Hank (personaje antagónico al de Walter), es un agente de la DEA (la agencia federal antidroga).
A parte de los maravillosos secundarios (la auto engañada esposa, el hijo con problemas físicos, el maravilloso y caradura abogado Saul Goodman, etc), y la trama del submundo del tráfico de drogas, es la compleja relación entren Walter y Jesse y la evolución de ésta, lo más interesante de la serie.
Walter es el inteligente, severo, implacable y a veces insensible profesor que hace de figura paterna para Jesse, joven de extrema sensibilidad, fragilidad e inestabilidad. La actuación de Bryan Cranston, sus diferentes capas, desde apocado profesor a lo que acaba “convirtiéndose”, conforma una de las interpretaciones más complejas nunca vistas, y el duelo interpretativo entre alumno y profesor es mítico.
Así empieza la serie y ahí comienza el renacer, la trasformación y la caída en picado de Walter. Su metamorfosis y lo que arrastra tras de si es lo que nos muestran, de una manera tan magistral que en mi opinión hace de Beaking Bad la mejor serie que se puede ver hoy en día. Quizá en estos momentos solo se encuentra a la altura de su grandeza Mad Men, y siguiendo la estela (aunque en un escalón más abajo) de las dos obras cumbres, The Wire y Los Soprano. En definitiva, una obra maestra.
Se han emitido cuatro temporadas de esta serie, y todas han mejorado la anterior. El 15 de Julio se estrena la quinta y última, dividida en dos dosis (ocho capítulos este verano y los últimos ocho el próximo año). Tras el genial final de la cuarta temporada solo nos queda esperar un cierre a la altura de esta compleja, arriesgada y completamente original y única aventura, en la que nos cuentan en lo que un hombre aparentemente mediocre puede llegar a convertirse.