Entrevistamos al equipo de “Miel de naranjas”
Por Rubén Romero Sánchez
El miércoles pasado se proyectó para la prensa Miel de naranjas, la última película del director Imanol Uribe (Días contados, El viaje de Carol). Nos reunimos en los cines Princesa, y la mañana se pasó bastante agradable, en parte por el catering con el que nos agasajaron, aunque las bebidas estaban tan frías como un beduino en el desierto, en parte por la amabilidad de todos los miembros del equipo de la película.
Miel de naranjas es un film ambientado en la posguerra española que combina el cine de espías con las películas de evasión. Tanto el director como los actores recalcaron en la rueda de prensa que no era otra película sobre la guerra, y menos aún una película política.
Tras el ágape llegó el turno de las entrevistas individuales. Lo mejor: el cachondeo de después, con Carlos Santos y Karra Elejalde trasteando con la muleta de nuestra fotógrafa. Lo peor: que mucho me temo que a esta película también la devorará la americanada de turno.
Imanol Uribe
– Miel de naranjas no es una película sobre la posguerra, sino una película sobre personas, que se mueven en un contexto. Este tratamiento tan humano de la historia, que es un thriller, ¿ya estaba en el guión?
– Trabajando con la guionista (Remedios Crespo) fuimos ambos aportando ideas. Probablemente no fuera así la película al principio, pero luego se va modificando cuando vas viendo el reparto que tienes, cuando empiezas a rodar… Yo trato de sacar el máximo rendimiento a todo el que está en el proyecto de la película; los actores te hacen propuestas, y el proyecto va creciendo. Algunas propuestas las rechazas, otras las aceptas.
– En los últimos años se están haciendo en el cine español películas sobre la guerra civil o la posguerra que no tratan el conflicto de manera maniquea, como Pa Negre o Piel de Naranjas.
– Sí, la falta de maniqueísmo ya estaba insinuada en el guión. El personaje de Karra Elejalde, que es muy duro, es de una pieza pero con fisuras, porque cuando hurgas en él ves que se le escapan cosas. Y eso es trabajo de los actores; con mi ayuda, pero de es ellos.
– Pienso en tu cine y me pregunto si te estás volviendo un poco balndito con respecto a la dureza y sequedad de anteriores películas como Días contados.
– Probablemente. Días contados la rodé en un momento mío muy terrible, en mi vida, estaba en un momento muy especial, y era una película que era un poco la cloaca del siglo XX, donde iba todo lo marginal por aquel sumidero. Eso le da mucha dureza a la historia. Pero yo no soy tan duro como en esa película; además, con la edad te vas atemperando y vas viendo la realidad de una manera más comprensiva, incluso con los malos.
– ¿Pensasteis en algún actor para algún papel concreto antes de la selección de actores?
– He tenido la fortuna de tener dos directoras de reparto muy buenas, que me han hecho propuestas muy interesantes. Actores que no conocía, como José Manuel Poga o Iban Gárate, han sido mérito de ellas. Ellas proponían tres actores para cada personaje, y salvo excepciones, alguno de los tres ha acabado haciendo la película.
– ¿Qué opinas de quienes hablan de Miel de naranjas como de otra película sobre la guerra civil?
– Yo no la trataría de peli de la guerra o la posguera porque no lo es. Transcurre en la posguerra, y las consecuencias de la guerra civil sí están en el trasfondo de la historia, como están en la vida de toda la gente que vivió esa época. Pero podría haberse situado en otro momento y la historia seguiría siendo la misma.
Carlos Santos
– Tu personaje, a mi entender, es el más rico en matices junto al de Eduard Fernández. No sé hasta qué punto esto se debe al guión o a tu interpretación.
– El personaje desde el guión era un bombonazo. Cuando leí el guión, llegas a la escena 50 y ves que el personaje no es lo que aparenta, y ya alucinas. Este personaje tiene 4 ó 5 secuencias muy fuertes, tenía muchos matices ya desde el guión. Plantea que a pesar de estar en mundos separados, la amistad entre Vicente (Eduard Fernández) y Ramos es sincera. Luego eso lo hemos potenciado nosotros. El mismo Eduard me dijo: “Yo hago este personaje por la última secuencia, sólo por esa merece la pena hacer esta película”.Nuestro trabajo fue hacer creíble esa relación de amistad entre ambos personajes.
– Es muy creíble, porque se os ve muy compenetrados, y eso también es trabajo fuera de plato, ¿no?
– Sí, nuestra relación fue muy cercana. Durante las 3 ó 4 semanas que rodamos en Jerez, al acabar nos íbamos al hotel y allí desmenuzábamos las escenas del día siguiente para sacarles todo el partido. Y es que Eduard y Karra son además dos maestros.
– La película podría transcurrir en cualquier otra época, pues el contexto histórico de la posguerra es sólo un pretexto para la acción, y no se profundiza en temas políticos.
– Sí, la sitúas en la CIA durante la Guerra Fría y la película sigue siendo la misma. La película sólo cuenta lo de que las sentencias de los jueces franquistas ya estaban escritas, pero el argumento central es el operativo para sacar a un tío de un campo de prisioneros.
– La película no es maniquea, todos sus personajes tienen rasgos positivos, incluso los de Eduard y Karra Elejalde. A mi entender es un acierto porque los humaniza.
– Se ha evitado todo maniqueísmo porque la vida es así. Hay unos hechos que ocurren y están ahí. Si hubiéramos nacido en Alemania en los años 30 seríamos todos de las Juventudes Hitlerianas; pero eso no quita que no seamos humanos. Incluso hay imágenes de Hitler muy cariñoso con su familia y con perros. Todos somos humanos. Para mí hay una peli ejemplar en lo del no maniqueísmo: Pena de muerte. Tim Robbins tiene los huevos de ponerte la escena del asesinato que comete Sean Penn justo antes de que lo maten en la cárcel. Y aun así, aunque sabes que es un asesino, sigues pensando que la pena de muerte es injusta.
– ¿Cómo ves el futuro del cine español?
– Es evidente que no hay dinero. La clave está en que lo que haya se gestione y se reparta bien. La gente critica pelis como Tres metros sobre el cielo, Fuga de cerebros o Torrente, la crítica o incluso la misma profesión. Pero es que hay que hacer películas para el público. Aquí hay mucho mundo interior, mucho autor, pero necesitamos de lo otro también, y más cuando son pelis hechas con medios y bien hechas. Tenemos que contar cosas que interesen a la gente.
Blanca Suárez
– La película tiene personajes muy ricos y mira la posguerra desde un punto de vista neutral.
– Nosotros estamos cansados de oír lo de “esto es otra película…”. Nosotros sólo queremos contar una historia desde un punto de vista. En esta peli no hay buenos ni malos, sólo hay una situación. En el rodaje teníamos mucho cuidado por que no fuera una película de un bando u otro. Hemos tratado de reflejar que los extremos son siempre malos y que en una determinada época todo el mundo lo pasó mal.
– ¿Durante el rodaje recibisteis información sobre el contexto histórico?
– En el rodaje no, pero nosotros sí nos documentamos por nuestra cuenta. Empiezas a arañar en toda esta historia y todo está pintado de algo dramático y de un aura gris. Y eso es lo que no quería Imanol, nos dijo que no leyéramos mucho de la época porque íbamos al llegar a rodaje con unas intensidades que no le iban bien a la película.
Karra Elejalde
– Has hecho muchos personajes cabrones a lo largo de tu carrera, y consigues dotarlos de mucha humanidad, tanta que tu personaje de Miel de naranjas no parece el malo de la peli.
– Claro, es que si no no haría más cabrones. Yo intenté ponerme en la piel de alguien del que disto ideológicamente, pero me pongo en su lugar: años 50, hace once años que ha acabado la guerra y aún quedan celulitas de gentuza que hay que erradicar, porque si no nos van a llevar a la involución. Y para eso estoy yo, si veo un agitador le digo: “quita, león”, y fuera. Es lo que quisiera que un médico hiciera con un cáncer. Hay quien me ha dicho que mi personaje da asco, o que es peatético, o que hace reír, pero es que tiene un poco de todo esto. Incluso adora a su sobrina. Nuestra idea era no hacer el malo típico.
– Habéis hecho una peli sin maniqueísmos, como últimamente en el cine españo, pienso en Pa Negre.
– Sí, pero eso ya lo habían hecho muchos grandes antes, como Berlanga o Buñuel. Antes se hacían magníficas interpretaciones; pero gracias a que ahora los actores tenemos más formación, tratamos de darles más vueltas a los personajes. En el cine español estamos evolucionando, y puede ser que ahora se hile más fino.
– Una de tus características de tu trabajo como actor es la intensidad que metes a tus personajes. Pienso en el yonqui de Salto al vacío, en el poli de Días contados, en También la lluvia o en esta última.
– Primero está el guión, luego está la conversación con el director, y luego está lo que introduzco yo. El director va acotando lo que propone el actor. Yo he dirigido sólo una peli, y no volveré a dirigir más, porque venían actores y me decían: “Karra, qué es mi personaje”, y yo les pedía algo y ya está, hacían eso y además perfectamente; pero a veces viene otro actor, que es más amigo, un Manquiña, y me propone algo, y yo le digo: “gracias, tío”, porque yo estoy con 50 personajes de mi película y no había profundizado tanto en cada uno. Pero es eso, no tener miedo, sin ser pesado, de hacer propuestas al director; y luego a ver si el director es listo o no. Un personaje en el cine lo hacen el guionista, el director, el actor, pero también los maquilladores, los de vestuario, etc. Medio Goya de También la lluvia (de Itzíar Bollaín) es de maquillaje y vestuario. Te pones con esa planta y te dices: “esto lo tengo que hacer bien o me fusilan”.
Miel de naranjas se estrenó en España el pasado 1 de junio de 2012