Arrugas (2011) de Ignacio Ferreras
Por José A.Cartán.
Lamentablemente, el cine español nunca se ha caracterizado por preocuparse por el género de la animación. Al contrario de lo que ocurre en algunos países europeos como República Checa, Polonia o Rusia, los cuales han tenido un interés mayúsculo por los dibujos y lo inmaterial desde los mismos albores del séptimo arte, en España este género no ha suscitado el más mínimo interés hasta hace muy poco tiempo. Bien es cierto que esta repentina preocupación por lo inanimado se ha volcado, casi exclusivamente, en la realización de cortometrajes y series de animación. Tal vez Alberto González Vázquez sea el director español más laureado dentro del género chico del cinematógrafo y la webserie catalana Arròs Covat (2009), la más respetada dentro del actual y escaso abanico de posibilidades.
En los últimos años, parece que en España hay personas que se están dando cuenta de las posibilidades reales que tiene la animación. No se sabe muy bien si es por algún tipo de idea preconcebida, pero siempre se ha creído que los dibujos, expresión irremediablemente peyorativa, son cosas que pertenecen única y exclusivamente a la infancia. Al igual que el cómic. Sin embargo, y a pesar de que en otras latitudes se considera tanto a la animación como al cómic géneros lo suficientemente serios, semejantes al cine o la literatura en cuanto a madurez, resulta curioso cómo la cultura se contradice a sí misma creando etiquetas como “novela gráfica” o “animación para adultos”. Sobrenombres que intentan tomarse en serio a sí mismos. En este último grupo, el de “animación para adultos”, es donde se ubica Arrugas (2011), película que sigue la adultez inaugurada por Chico y Rita (2010), largometraje de Trueba que ha sido recientemente seleccionado para los Óscar de este año.
Arrugas (2011) es la versión cinematográfica del cómic homónimo de Paco Roca. Este tratado sobre el Alzheimer se podría considerar como la obra que supuso la consagración definitiva del historietista valenciano dentro del panorama nacional e internacional, aparte de haberse alzado en el año 2008 con el embrionario Premio Nacional del Cómic. La película cuenta la historia de Emilio, un antiguo ejecutivo bancario que comienza a padecer Alzheimer. Los familiares, tras darse cuenta de la grave enfermedad que tiene, tomarán la decisión de confinarle en un geriátrico, donde entablará amistad con los ancianos del lugar. Allí también será consciente de la existencia de la planta de impedidos, espacio donde residen aquellas personas que ya no pueden valerse por sí mismas y que constantemente necesitan la ayuda de especialistas.
Ignacio Ferreras traslada a la pantalla toda la resignación, la amabilidad, el pantagruélico disparate y la terrible amargura que embarga cada una de las viñetas del cómic de Roca. La adaptación cinematográfica, realizada en 2D, no necesita ningún tipo de aspaviento técnico, ningún tipo de derroche sorpresivo. Tan solo ser fiel a unos personajes que, por causas del destino, se ven abocados al abismo de la incomprensión, de la futilidad del recuerdo. El film trata sobre el olvido, pero también sobre el paso inconmensurable del tiempo, la vejez y la muerte. Y Ferreras sabe cómo tratarlos de la manera más idónea ya que en How to cope with death (2002), uno de sus primeros cortometrajes animados, ya se enfrentaba al poder de la dama enguadañada. Bajo la capa de gracia que se intenta ocultar a través de los gags protagonizados por los ancianos del geriátrico, se encuentra una desolada e infinita tristeza. Esa amargura final que hace al espectador acordarse de esa obra maestra titulada Cuentos de Tokio (1953) y que le lleva, tras salir del cine, a llamar a sus padres para preguntarles qué tal se encuentran.
Arrugas (2011) se estrenó en España el pasado 27 de enero de 2012.