Callejón de pesadillas: novela negra muy superior a las películas
Horacio Otheguy Riveira.
Nightmare Alley (Callejón de pesadillas) es una gran novela de William Lindsay Gresham (1909-1962) un hombre de vida tan angustiosa como corta, que se suicidó con 53 años, tras grave enfermedad. El mejor episodio de su existencia se produjo cuando le pagaron los entonces modestos derechos para el cine en 1947 con otro título que ya le quedó para siempre: El callejón de las almas perdidas.
A pesar de contar con Tyrone Power como estrella, la oscuridad y el desagradable tono de toda la historia espantaron al público de la época, al año siguiente de la publicación de la novela, 1946. No eran tiempos para semejante muestrario de solitarios, canallas y desesperados.
En 2021, Guillermo del Toro hizo una gran película, revelando un aire poético enrevesado con la amargura, mezcla que dio una tonalidad mucho más estética y contenida que la novela, una ficción muy realista que recorre las tribulaciones de un grupo de gente dispuesta a explotar cualquier nivel de seducción de su personalidad con tal de dar verosimilitud a unas variedades trashumantes con sobrecarga de actividades sobrenaturales falsas que, de pronto, se convierten en reales, aunque todo avanza hacia franco deterioro.
Lectura de Tarot, telepatía con clarividencia en escena a través de cartas del público que le soplan secretamente al visionario, o la explotación de un miserable alcohólico para que haga de monstruo a cambio de botellas de whisky… son algunos elementos entre personajes muy atractivos, a partir del guapo Stan, un tipo con traumas familiares que necesita olvidar, y una gran capacidad amatoria. sin embargo, a pesar de su éxito entre mujeres muy distintas, y triunfar en el embuste cotidiano de su personaje escénico… no logra despuntar hacia alguna clase de tranquilidad que le aleje para siempre del pasado.
Stan Carlisle, luego Gran Stanton, llega a crear un fuerte carisma y sostener riqueza económica, pero a pesar del indudable éxito que esto le depara, junto a sus formidables habilidades amatorias, sus pesadillas no cesan, y el encierro en plena libertad es la raíz de una obra de género negro que -ya en el año en que se publicó- era contenía expresiones muy duras: violencia, brutalidad, erotismo por necesidad y por interés; sobre todo una historia carente de mínima empatía entre sus vulnerables personajes.
Extracto de la crónica de Nick Tosches
«Este libro, publicado por primera vez en 1946, nació en el invierno de finales de 1938 y principios de 1939, en un pueblo cerca de Valencia, donde William Lindsay Gresham, uno de los voluntarios internacionales que habían venido a defender a la República en la causa perdida de la Guerra Civil Española, esperaba la repatriación. Esperó y bebió con un hombre, Joseph Daniel Halliday, quien le contó algo que lo dejó desconcertado y asustado: una atracción de feria llamada geek, un borracho tan bajo que mordía las cabezas de pollos y serpientes solo para obtener el alcohol que necesitaba. Bill Gresham tenía solo veintinueve años entonces. Como lo contaría más tarde,
“La historia del friki me perseguía. Finalmente, para librarme de ella, tuve que escribirla. La novela, de la que formaba parte, parecía horrorizar a los lectores tanto como la historia original me había horrorizado a mí”.
A su regreso de España, según su propio relato, Gresham no se encontraba bien y se dedicó de lleno al psicoanálisis, una de las muchas formas que buscó a lo largo de su vida para desterrar sus demonios internos.
Fue mientras escribía Nightmare Alley que Gresham se alejó del psicoanálisis y quedó fascinado con el tarot, que descubrió mientras pasaba de Freud, en el curso de su investigación para Nightmare Alley , al místico ruso PD Ouspensky (1878-1947).
Si tan solo Gresham hubiera sabido del documento que Freud presentó en la Conferencia del Comité Central de la Asociación Psicoanalítica Internacional en septiembre de 1921. En él, Freud declaró:
“Ya no parece posible dejar de lado el estudio de los llamados hechos ocultos; de cosas que parecen confirmar la existencia real de fuerzas psíquicas distintas de las conocidas de la psique humana y animal, o que revelan facultades mentales en las que, hasta ahora, no creíamos.”
Freud y Ouspensky podrían haber caminado aún más juntos por el callejón de pesadillas de Gresham.
Gresham utilizó el tarot para estructurar su libro. La baraja del tarot consta de veintidós cartas de triunfo figuradas, de las cuales veintiuna están numeradas, y cincuenta y seis cartas divididas en cuatro palos de bastos, copas, espadas y pentáculos. La baraja se ha utilizado durante siglos tanto para los juegos de azar como para la adivinación. En el caso de la adivinación, son las cartas de triunfo, también conocidas como Arcanos Mayores, las que se emplean principalmente, y estas son las cartas que dan título a los capítulos de Nightmare Alley . La primera carta de triunfo es el Loco, que es la carta que no lleva número, y la última es el Mundo. Gresham comienza su libro con el Loco, pero luego baraja la baraja. Su baraja termina con el Colgado […]». Nick Tosches, Un peregrino en Narnia.
«… El cerebro de ella parecía siempre presente, siempre conectado al suyo mediante un cable dorado invisible, más fino que la seda de una araña. Enviaba descargas a su mente y lo castigaba con una gélida oleada de fría reprobación. Lo dejaba retorciéndose en el desamparo y el sufrimiento, y luego, cuando se acercaba al punto de la desesperación enviaba una cálida corriente que lo devolvía a la vida y lo arrastraba trastabillando a través del espacio, a la altura de una montaña nevada desde donde podía ver ante él todas las planicies de la tierra, y toda la fuerza de las ciudades y de la manera de ser de los hombres. Todo esto era suyo, podía ser suyo, sería suyo, a no ser que el hilo dorado se rompiera y lo mandara violentamente de nuevo al oscuro abismo del miedo».