S.Holmes, zombis y Alberto López Aroca: entrevista y reseña.
Por Benito Garrido
Fotografías de Pablo Álvarez.
A propósito de su nueva novela «Sherlock Holmes y los zombis de Camford» (Dolmen Editorial, 2011), y con motivo de la Semana Negra de Gijón, donde la ha presentado, hemos entrevistado al escritor Alberto López Aroca.
Alberto López Aroca (Albacete, 1976) empezó su carrera colaborando en revistas locales, fanzines, y otras publicaciones de ámbito nacional. Hoy en día es conocido sobre todo como autor de novelas policíacas, de misterio, terror y ciencia-ficción entre las que podríamos destacar El placer según Mateo (Fábulas Extrañas, 2001), Medio kilo y una pipa (Fábulas Extrañas, 2002) o Candy City (Ilarión, 2010). Desde 2005 se ha distinguido en España como estudioso de Sherlock Holmes, el famoso detective de ficción, llegando a publicar varios ensayos sobre el tema como su Cuadernos de bitácora de Matilda Briggs. Sus relatos están incluidos en diversos volúmenes de entre los que podríamos remarcar Aquelarre: Antología del cuento de terror español actual (Salto de Página, 2010).
«Sherlock Holmes y los zombis de Camford». Alberto López Aroca. Dolmen Editorial, Mallorca, 2011. 288 páginas. 17,95 €
Sherlock Holmes y los zombis de Camford ha sido como el fantástico helado de tres bolas con barquillo de chocolate, que uno se toma en la sofocante tarde veraniega. Se trata de una historia apasionante en la que se mezclan géneros (intriga, aventuras, terror), personajes (Holmes, Barker, Jekyll, Pride) y tramas, para configurar una novela pastiche sherlockiano, que no solo refresca, atrapa y satisface, sino que sobre todo, deja al lector deseoso de nuevas aventuras y misterios. Estamos ante una novela con personalidad propia, fiel al espíritu sherlockiano de Conan Doyle, que nos revela a un autor que demuestra ser un maestro en esto de la creación de historias de género atrevidas y desenvueltas. Buena ficción que nos hace pensar si lo que acabamos de leer no se trata realmente de una novela escrita a principios del siglo XX.
En esta ocasión, será Otis Mercer (y no Watson), el nuevo ayudante del famoso detective, quien nos cuente como Holmes, en un intento por ayudar a su colega Bernard Baker a esclarecer la identidad del misterioso comprador de un “elixir de la juventud”, viaja hasta la universitaria ciudad de Camford. Allí descubrirá que los efectos secundarios del citado elixir son realmente terroríficos, y que pueden convertirse en una terrible amenaza para la sociedad. Holmes deberá investigar el origen de unos experimentos extrañamente peligrosos, y como enfrentarse a esa jauría salvaje que surge a la sombra del Servicio de Inteligencia Británico. El autor toma como punto de partida el relato La aventura del hombre que reptaba, para acercarnos a la época victoriana de 1903, un momento en que el descubrimiento de nuevas tecnologías y los experimentos con cuerpos humanos son algo habitual.
Aroca no trata los zombis de forma convencional sino como algo verdaderamente monstruoso a lo que da una razón de ser. De hecho, no ocupan toda la narración, sino que son la excusa para la continuidad en la investigación holmesiana. El autor nos sumerge así en una historia donde los personajes, algunos realmente increíbles, confluyen de una manera lógica y estudiada, hasta conformar un artefacto narrativo que no tiene otro afán que el de entretener al lector, y hacerle pasar unos momentos de lectura francamente gratos.
Entrevista:
P.- Viniendo del mundo del fanzine como es tu caso, y vista la variedad de géneros que tratas, ¿cómo definirías tú el tipo de novela que haces?
Yo lo que he escrito siempre es lo que se entiende por género. Desde que era un niño prácticamente he estado escribiendo esto. Ya se sabe que en este mundo del escritor, la gente o es muy precoz o empieza muy tarde. Yo soy de los precoces, empecé de jovencito, y esto era lo que más me interesaba sobre todo a la hora de contar historias. Me gusta la literatura de imaginación que es la que te da más posibilidades como escritor.
A día de hoy, y como hemos podido ver durante esta Semana Negra, la historia de la literatura ha dado un giro curioso porque los géneros en ella, ya no son puros. Todo es híbrido, se ha empezado a hibridar todo. La gente de mi generación hemos crecido y nos hemos educado viendo y teniendo un montón de influencias culturales distintas, todos los géneros a la vez, y nos ha interesado eso precisamente. Somos unos mestizos auténticos
P.- Una vez embarcado en un tipo de escritura, ¿es difícil salir de ahí para tratar de enfrentar otras posibilidades literarias, como por ejemplo la novela romántica?
Yo creo que he tocado todos los palos. Sin embargo, hacer novela romántica sí que me resultaría complicado, porque desde mi punto de vista, al género romántico le faltan helicópteros de combate. Pero eso no quiere decir que no pueda ser factible. De hecho lo he pensado en más de una ocasión, pues la novela romántica, aunque denostada por la crítica, tiene gran cantidad de seguidores. Ahí también se están haciendo híbridos, como la novela negra romántica que convoca incluso premios. Yo personalmente no estoy muy inclinado a eso porque ya te digo, que la ausencia de helicópteros me pone un poco nervioso. Pero vamos, que siempre se podría hacer la típica historia romántica en el black hawk que llega a Irak justo cuando lo invaden los marcianos, y los zombis están asolando la Tierra… Esta es una historia realmente prometedora.
P.- La época victoriana en que transcurre tu historia se convierte en un protagonista más de la novela. ¿Cómo contemplas las paradojas que se producen?
Estamos ante un subgénero en sí mismo que se llama “steampunk”. Al traducirlo sería algo así como el “punk de vapor”. Es una cosa que se inventó hace ya bastantes años. En realidad es la ciencia ficción que hacía Verne, pero hecha ahora desde la perspectiva de nuestros días. Se trata de usar la tecnología que había en aquella época (el vapor, el inicio de la electricidad), para con esa base, contar historias fantásticas o de especulación científica. Así, se pueden llegar a inventar por ejemplo, naves voladoras alimentadas por vapor como la que sale en mi novela.
P.- ¿Qué hace diferente a tu novela de otras que tratan el tema zombis?¿Cuál es el valor añadido que la hace especial?
Normalmente procuro tener distintos registros dentro de mi estilo de escritura. No ves al mismo Alberto cuando escribe una novela negra americana años 50, que cuando escribe un pastiche sobre Sherlock Holmes, o cuando está haciendo una historia contemporánea que transcurre en Albacete. En cuanto a mi novela, lo que creo que la distingue de la novela de zombis tradicional, es que no es una novela de survival. La novela de zombis tiene muchos puntos en común con historias post-apocalípticas, tipo Mad Max (aunque aquí no hay zombis los tiros van por ahí), o La carretera de Cormac McCarthy. Esas son historias de survival, de supervivencia. Yo he pasado de ese asunto que no me interesa mucho, no es lo que quiero hacer, para centrarme en el concepto de zombi como muerto que resucita, situarlo en un contexto distinto, y utilizarlo de excusa para contar la historia que a mí me diera la gana. En este caso, una novela fantástica protagonizada por Sherlock Holmes. Rodolfo Martínez me dice que básicamente, esta novela es una gamberrada con la que ha disfrutado como un enano. Y esa es la idea, jugar haciendo revisionismo de los textos clásicos para que el lector nunca llegue a aburrirse.
P.- ¿Deben trabajarse mucho los personajes en este tipo de novelas?
A la hora de escribir bien un pastiche como mi novela (pastiche como el caso en que un autor toma prestado o roba descaradamente personajes de otro u otros autores), tienes que conocer muy bien al personaje, tienes que amar al autor al que le vas a robar, y sí que tienes que estar familiarizado con las circunstancias y con la obra de ese autor. En un momento dado, viene muy bien ser capaces incluso de crear un poco el estilo, aunque tú lo adaptes a lo que finalmente quieres hacer, porque en el fondo uno busca su propio estilo. Y para hacerlo realmente bien, tiene que ser así, con independencia de que exista por ahí algún genio intuitivo que oiga por primera vez hablar de Superman porque ha estado viviendo muchos años en un bunker bajo tierra, y se ponga a escribir sobre él y que luego coincida exactamente con lo que debería ser.
P.- ¿Trabajas con una estructura clara y previamente planeada de lo que quieres contar?
Yo no trabajo con esquema o estructura preconcebida. Ya lo hice en mi primera novela, y cuando iba por la mitad, el esquema se me fue a la mierda. Se rompió porque los personajes tienen necesidades, hacen cosas que molan mucho más que las que uno podría haber pensado previamente. Conclusión: con un esquema predefinido pierdes espontaneidad, y si eso ocurre, quiere decir que tú como autor no te lo estás pasando bien, y por tanto el lector tampoco se lo va a pasar bien. Yo necesito estar sorprendiéndome todo el tiempo. Si tú estás escribiendo y te está pareciendo un coñazo, al lector después le va a parecer exactamente igual.
P.- ¿Existe un lector “tipo” concreto para novelas como la tuya?
No. Qué va. En una obra como Sherlock Holmes y los zombis de Camford, cualquiera que se haya acercado a ella, en principio va un poco despistado. Habrá lectores que ya les eche para atrás simplemente el hecho de que ponga zombis, o que el protagonista sea S. Holmes. De hecho, los comienzos de casi todas las críticas eran algo así como “entré a leer esta novela con muy pocas expectativas, pensaba que esto iba a ser otra cosa,…”. Claro está, que luego han flipado en colores, pues sí, han visto que se trataba de S. Holmes, y que salían zombis, pero también un millón de cosas más. Esta novela es un montón de fuegos artificiales y de metafóricos helicópteros de combate. Es gratificante ver que el lector se lo pasa bien, sobre todo cuando hablamos de literatura: sí, sí, eso que algunos consideran algo tan aburrido.
P.- ¿Se vende bien la novela de género o siempre se espera que ocurra el milagro del inesperado best-seller?
Eso tendrías que preguntárselo a un editor o a un distribuidor. No se vende un género, se venden libros, entonces todo depende. Ahora está pasando una cosa curiosa y es que se está intentando eliminar un poco ciertas etiquetas. Si nos fijamos por ejemplo en María Zaragoza con una novela negra pura y dura, o Félix J. Palma con una de ciencia ficción, ambos ganaron premios literarios que no eran premios especiales para esas categorías literarias. No se promocionan como novelas negra o ciencia ficción y se han vendido de la leche. La gente las ha leído y les ha gustado. Es como si marcar con una etiqueta fuese contraproducente, porque todavía existen prejuicios. Los autores y los editores estamos siendo críticos con este asunto, y viendo qué se puede hacer. Yo personalmente voy a seguir haciendo lo que tenga que hacer, que es mi escritura, y me importa muy poco llevar una etiqueta o no llevarla. Tú piensa: S. Holmes, zombis… Ya tengo bastante etiqueta con eso, ¿no crees?.
P.- Pero puede ocurrir que el llevar una etiqueta, como novela policíaca o de terror, puede hacer que alguna gente piense, ya de partida, que se trata de menos literatura, ¿no?
Sí, claro. Existen prejuicios desde siempre. Esa gente hace una distinción entre lo que ellos quieren llamar literatura seria y todo lo demás, los géneros. Es un menosprecio bastante absurdo. Yo por mi parte y visto lo visto, a veces casi que me alegro, porque no me apetece que ninguna de esas mentes pensantes que hablan mal de una serie de géneros sin haberse acercado a ellos, sin haberlos leído, coja mi novela y la estropee cuando se la lea.
P.- ¿Qué ha significado para ti participar en un festival como la Semana Negra de Gijón?
La Semana Negra es una pasada, es un festival único en el mundo. Yo es la segunda vez que acudo. La concentración de escritores, editores, periodistas y las relaciones que se establecen son acojonantes. No existen categorías. Aquí nadie es más que nadie. Todos somos a la vez participantes, compañeros y amigos. Es un rollo muy extendido. Es otra cosa. Es un festival concebido para los escritores, un parque temático para nosotros. Tenemos todo lo que necesitamos y estamos muy a gusto. ¿Qué consecuencias tiene este buen rollo? Pues que fluyen las ideas, aparecen un montón de proyectos nuevos, y sobre todo fluye la información que es algo fundamental en oficios como este que son bastante solitarios. Necesitas el contacto con otros que también trabajan en lo tuyo, por motivos personales y profesionales. Te permite desahogarte, beber en charcos nuevos, y eso es algo verdaderamente importante.
La puesta en peligro de la continuidad de la Semana Negra, es uno más de la larga lista de dramas a los que nos estamos viendo sometidos por una clase política que no es que solo sea absolutamente defenestrable, sino que es necesario que desaparezca de la faz de la tierra para que podamos seguir adelante mínimamente. Esto puede ser un dramón para la ciudad de Gijón porque la Semana Negra no va a desaparecer así porque sí, solamente se irá a otra parte, y eso es algo que va a perder la ciudad. Por lo que nos han comentado, hasta que no se acabe esta edición, no podremos comenzar a plantearnos la existencia de una siguiente.
Alberto, esperamos que el año próximo exista una nueva edición de la Semana Negra, que también sea en este marco incomparable de la ciudad de Gijón, y que ojalá podamos verte con algún nuevo proyecto. Muchas gracias.