Ruinas modernas
Por Jorge Mur.
La idea de la ruina no es nueva. De hecho, ha sido analizada en profundidad por numerosos estudiosos y filósofos a lo largo de la historia. Sin embargo, contemplar los restos de otra civilización sigue siendo un reto, ya que nos sitúa frente a un espejo del que no podemos escapar sin analizarnos en profundidad.
Del mismo modo, las ruinas modernas nos sacuden con violencia desde dentro, tal vez porque son más recientes y sentimos que la nostalgia es mucho más fresca. Admirar un pueblo deshabitado, o contemplar la fotografía de un viejo parque de atracciones abandonado, nos invitan a realizar un viaje introspectivo bajo la afilada idea de que la vida es más fugaz de lo que, en realidad, creemos.
En los últimos años, además, ha surgido un tipo de fotografía que pone en valor la belleza y la nostalgia de las ruinas modernas. Nicola Bertellotti es uno de esos exploradores. Guiado por un deseo interno, su objetivo es transmitir al resto del mundo lo que encuentra como un fresco, enfatizando la cruda realidad en los lugares que explora y quedando a veces golpeado y desnudo por ellos. Nicola estudió Historia en la Universidad de Pisa, donde se aproximó a la filosofía de John Ruskin y a ese sentido de fugacidad profundamente arraigado en su visión del mundo. Su investigación se dirige hacia la estética de la decadencia, un camino que le lleva a desarrollar una poesía marcada por la belleza del abandono.
¿Qué es lo que más te gusta de la fotografía?
La fotografía es el medio que he elegido para conmemorar los temas que más amo. Si tuviera otro talento, como pintar o escribir, tal vez habría pintado los lugares que fotografío o habría escrito sobre ellos.
Practicas una línea muy particular de fotografía. ¿Cuándo y por qué decidiste enfocar tu atención hacia todos esos lugares abandonados?
Cuando era niño solía pasear por el abandonado Luna Park, situado cerca de mi casa. Me encantaba pasar tardes enteras tratando de descubrir la magia perdida de aquellos carruseles, e imaginar cómo era el lugar en el pasado. Son lugares increíbles que esconden multitud de historias y eso, de alguna manera, fue lo que me empujó a centrarme en este tipo de fotografía. Me parece importante tratar de capturar lo que es hermoso en lo que queda en pie, así como mostrar cómo la desaparición de los hombres puede crear atmósferas espeluznantes, además de reflexionar acerca del motivo por el que fueron abandonados.
¿Cómo eliges todos estos lugares?
En su mayor parte, encuentro pistas y rastros de estos edificios en Internet, a través de búsquedas interminables. Más raramente trato de explorar lugares encontrados en el camino por accidente. Es como una búsqueda del tesoro en los libros de aventuras, las coordenadas de Google Maps son la X donde “cavar”.
Todos los lugares que fotografías contienen una historia. ¿Qué sentimiento experimentas cuando los descubres por primera vez?
Me sumerjo en una dulce melancolía, en un reino de silencio y soledad. Es la suspensión del tiempo en que la conciencia se agota en la percepción del espacio.
El romanticismo de las ruinas antiguas no es nuevo. Sin embargo, tú fotografías ruinas modernas, como teatros, parques de atracciones o edificios industriales. ¿Qué es lo que más te fascina de estos lugares?
Lo que emerge en mi estética es la nostalgia del paraíso perdido, expresado en el amor por las ruinas, y la nueva propuesta fotográfica de la poesía decadente. La belleza de sus temas consiste en su fugacidad: es el encanto de la negligencia vegetal y arquitectónica, lo que hace que las cosas vuelvan a su estado primordial. Capturo imágenes del pasado a través del recuerdo de su propia experiencia, con una referencia a la “Recherche du temps perdu” —En busca del tiempo perdido, novela de Marcel Proust—. Retratar estos lugares y objetos obsoletos tiene para mí, de hecho, la misma función que la “magdalena” en la obra que acabo de citar, la de evocar el recuerdo de una época feliz —el primer volumen de la novela comienza con los pensamientos del narrador y, en uno de sus fragmentos, éste revive literalmente un episodio de su infancia mientras toma una magdalena mojada en té—.
¿Qué mensaje quieres transmitir al público?
Cuando me encuentro con lugares impresionantes pero inquietantes, como hogares ubicados en pueblos fantasma, asilos, hospitales en descomposición, castillos abandonados u hoteles olvidados, pretendo preservar lo que queda del pasado encapsulando el espíritu de estas obras antes de que colapsen y se desmoronen. Me gustaría mostrar toda esta geografía invisible que existe a nuestro alrededor antes de su inevitable final.
Estoy de acuerdo. Viajas a lugares frágiles que pueden desaparecer en unos pocos años. Así que, creo que tus fotografías cumplen una función de memoria histórica. ¿Qué piensas sobre esto?
Tengo un enfoque puramente estético, nunca una queja. Encuentro belleza en lo que veo y trato de capturarla. Las ruinas se convierten en un paisaje sentimental que revela una sensibilidad marcada por la melancolía; los restos del pasado conducen a la reflexión sobre la fugacidad de la vida.
¿A qué lugar te gustaría viajar?
Hay un viaje, por encima de todos los que he estado planeando durante meses, que me hace especial ilusión: Japón. Creo que encontraré un tipo de abandono completamente diferente al occidental, así que espero poder ir allí este mismo año.
¿Qué otras pasiones tienes, además de la fotografía?
Mi primer amor no fue la fotografía, sino el cine. A menudo rindo homenaje a esta otra pasión a través de los títulos de mis fotografías. Los lugares abandonados me inspiran sugerencias cinematográficas.
Para terminar, tres preguntas muy breves.
– Tu lugar, ciudad o país favorito.
Me gustaría mencionar un lugar pequeño, la ciudad de Essaouira, en Marruecos.
– Te gusta o amas…
Conservar la sensación de asombro de cuando tenía 8 años.
– ¿Cuáles son las pequeñas cosas que te hacen feliz?
Escuchar música mientras sueño despierto mi próximo viaje.
Para saber más sobre Nicola Bertellotti