[Festival de Venecia 2011] Impresiones desde el Lido
Por Gonzalo Suárez López.
Se acabó la 68ª edición del Festival de Cine de Venecia y en la boca queda un regusto extraño. Este año la selección fue de aúpa: 23 películas en competición, todas en estreno mundial en el Lido (por cuarta vez en cinco años), dirigidas por autores de renombre como Roman Polanski, Steven Soderberg, George Clooney, Tomas Alfredson o Steve McQueen. La recepción de crítica y público a muchas de ellas fue muy positiva: Un dios salvaje (2011), de Roman Polanski, recibió desde el día de su presentación los elogios de todo el mundo y se perfiló como favorita al León de oro. Ese favoritismo se trasladó paulatinamente a Shame (2011), segundo largometraje de Steve McQueen (ese artista de nombre equívoco y sagrado), que hasta la ceremonia final fue la candidata predilecta en todas las apuestas. También se esperaba a The Ides Of March (2011), película con la que el George Clooney más comprometido políticamente esperaba arañar, por fin, alguna estatuilla veneciana.
Sin embargo, la épica irrupción del Fausto (2010) versionado por el ruso Alexandr Sokurov dio al traste con los pronósticos iniciales y dejó en un mar de incertidumbre tanto al enjambre de cinéfilos que seguía la ceremonia en directo como a todos aquellos que, convencidos de que el plato fuerte ya se había servido ―los cinco directores mencionados anteriormente ya habían presentado sus obras―, abandonaron a mitad del certamen Venecia para cruzar el charco y cubrir la actualidad festivalera desde Toronto (que empezó el 8 de septiembre). Más trágica aún fue la concesión del León de plata al chino Cai Shangjung por People Mountain, People Sea (2011): una película que pasó sin pena ni gloria ―y también en los días finales― por la alfombra roja y que dejó fría a una crítica que ―todo hay que decirlo― sí valoró muy positivamente el cierre de la tetralogía sobre figuras del poder de Sokurov (sólo la superaba Un dios salvaje (2011)).
En cualquier caso, aunque a la mona la vistan de seda, mona se queda, y ni la fáustica obra de Sokurov ni la pausada propuesta de Shangjun conseguirán la proyección internacional que un galardón como el León de oro puede ofrecer: su naturaleza intelectual o minoritaria lo impide. A cambio, será interesante ver cómo se las arreglan las obras de Polanski y McQueen, las favoritas derrotadas ―The Ides Of March (2011) de Clooney; El topo (2011) de Tomas Alfredson, y Contagion (2011) de Steven Soderbergh, tienen por sí solas potencial de distribución comercial en todo el mundo―. El fracaso de Shame (2011) podrá esconderse tras la enorme Copa Volpi que alzó Michael Fassbender como mejor actor y tras el premio FIPRESCI de la Mostra; el de Un dios salvaje (2011), tras la buena acogida y lo inopinadamente humorístico de su propuesta.
Y como no hay dos sin tres, el Gran Premio del jurado concedido aTerraferma (2011), de Emanuele Crialese, también provocó la ira de los periodistas que abarrotaban la sala de prensa del Lido de Venecia. Ignoro qué habrá visto el jurado presidido por Darren Aronofsky en esta obra plana y convencional que aunque trata un tema de rabiosa actualidad e interés indudable ―la inmigración ilegal y las repercusiones sociales que tiene en las pequeñas comunidades mediterráneas que los acogen llevados por la buena voluntad de que carecen las leyes― no destaca por un guión arriesgado o novedoso, una interpretación notable o cualquier otro plano técnico reseñable. La producción italiana ―al igual que la francesa, con la honrosa excepción de Présumé coupable (2011), ganadora del Europa Cinemas Label― ha fracasado en Venecia, por mucho que se quiera reconocer su valía en el palmarés, donde no está la estadounidense ―fabulosa Killer Joe (2011), validísima Texas Killing Fields (2011), decepcionante 4:44 Last Day on Earth (2011)―, que sí fue vitoreada, por mucho que duela admitirlo.
Por lo demás, me quedo especialmente con el vitalismo que inspira A Simple Life (2011), película de la hongkonesa Ann Hui que le ha valido a su enternecedora protagonista, Deanie Ip, el premio a la mejor actriz. La cinta entusiasmó a la prensa acreditada “menos especializada” de la Mostra por los maravillosos sentimientos que la historia ―basada en hechos reales― rezuma con la misma naturalidad con la que se entregan mutuamente los protagonistas. Deseo, de corazón y de cabeza, que A Simple Life (2011) encuentre el hueco que merece en nuestra cartelera, tan poco propicia a dar cabida a cine de otros territorios, en otras lenguas, que a menudo demuestra ser mucho más meritorio y capaz que el repetitivo mainstream hollywoodiense, del que el público español parece no saber ―ni querer― salir.
Si quieres conocer las 22 películas a concurso en la sección oficial: 22 películas y un solo León de Oro
Y si quieres conocer el palmarés completo de esta 68º edición: [Festival de Venecia 2011] Palmarés