Mateo Gil, Eduardo Noriega y Stephen Rea nos hablan de "Blackthorn. Sin Destino (2011)"
Por Luis Muñoz Díez.
Fotos Pablo Álvarez.
Blackthorn. Sin Destino (2011) es una fabulación de lo que pudo haber sido de Butch Cassidy, más que un forajido, una leyenda en Estados Unidos. Llevado al cine con éxito por directores como George Roy Hill, en Dos hombres y un destino (1969), o Sam Peckinpah, en Grupo salvaje (1969). Miguel Barros, como guionista, y Mateo Gil, como director, han recreado la posibilidad de que no muriera en el tiroteo de 1908 junto a Sundance Kid y lo reinventan con una apacible vida dedicada a la cría de caballos.
Tengo la suerte de tener frente a mí al director, Mateo Gil, a los actores, Eduardo Noriega y Stephen Rea y a su guionista, Miguel Barros, del que la semana próxima sacaremos una entrevista grabada ex profeso para Culturamas. Mateo Gil está sentado entre Noriega y Rea y con un poder magnético polarizará el encuentro, y a él es al primero que me dirijo, quiero saber cómo se siente después de rodar este ambicioso proyecto después de que su Pedro Páramo quedara por el camino, de momento.
Mateo, me parece que eres un director muy atrevido. Con tu primera película, Nadie conoce a nadie (1999), concebiste un tiroteo en las procesiones de La Madrugá Sevillana llegando las balas al mismísimo trono de la virgen, y ahora has resucitado a un muerto, Butch Cassidy, y te has ido a rodar un western a Bolivia
–Mateo Gil se ríe antes de contestar- …Y lo que no me han dejado hacer en medio. –tiene un acento curioso, sin perder su deje isleño, lo acentúa con un tono castizo de Madrid- Pues sí, sabíamos que era un proyecto con muchísimo riesgo. Evidentemente, yo asumía mucho pero Andrés –por Andrés Santana, el productor, vuelve a reír- asumía mucho más, pero nos gustaba mucho el proyecto, somos amantes del western y se notaba. Además, sin riesgo no hay emoción.
El hacer un homenaje al western clásico, y la visión de este hombre que ya tiene una determinada edad, que mira a su pasado y al futuro que le queda, es una especie de canto de cisne el que vive Butch Cassidy con la nueva aventura que vive con Eduardo. Ve volver sus energías, sus ilusiones de juventud, para luego acabar como acaba su aventura.
A mí el western siempre me ha encantado. Yo empecé a ir al cine muy tarde, pero vi mucho cine en TV, durante mi infancia me veía todos los western en la primera sesión de Televisión Española, y de alguna manera el género se me quedó dentro. Luego, revisándolo, ya más de adulto, lo he disfrutado igualmente. El western es un género divertido porque siempre tiene un aliciente de aventuras, de acción, de tensión, pero además es un género que permite plantear dilemas y problemas sociales y políticos en términos muy sencillos, y eso, a nivel dramático, es muy poderoso porque todo el mundo entiende el conflicto, el dilema y, de alguna manera, todos nos vemos obligados a posicionarnos, como ocurre en cierto momento de esta película.
Creo que esto tiene que ver con que el western es un género que describió y narró el nacimiento y el crecimiento de una nación, entonces, siempre tenía que ver con la relación del individuo con el entorno natural y la relación del individuo con el otro individuo.
También está presente el cambio que está experimentando el mundo. Ese viejo mundo está encarnado en él y el nuevo mundo está encarnado en Eduardo -Eduardo Apocada se llama el personaje que interpreta Eduardo Noriega-, que aunque quiere ser un bandido y formar parte de la banda de Butch Cassidy, lo cierto es que hay una serie de códigos y principios morales que han cambiado. Creo que este siglo XXI trae un cambio de valores parecidos a los que nosotros hemos vivimos.
El personaje de Eduardo no entiende del todo esa diferencia de valores de la que le habla Butch Cassidy, y nosotros, como hijos de nuestro tiempo, tampoco lo entendemos del todo. Los códigos han cambiado.
Este hombre vuelve a casa con las manos en los bolsillos, al final lo que importa es el gesto de que el dinero hay que devolverlo a quien pertenece, que son las familias.
Miguel y yo, dudamos mucho, e incluso en la versión del rodaje, Butch, cogía un poco de dinero, por una cuestión de verosimilitud, para volver a Estados Unidos necesitaba algo de dinero, pero al verlo resultaba extraño, parecía que había algo extraño, un gesto sucio y se eliminó.
Hay una contradicción, viendo la película todo el mundo se siente identificado, de una forma incondicional, con el personaje de Butch, y en su decisión final –que no vamos a desvelar-, y en todo su recorrido, queremos ser como Buch, pero en realidad nos parecemos mucho más al personaje de Eduardo, contextualizando el momento que estamos viviendo y más con esta crisis que tenemos encima.
Esos dos temas eran muy importantes para mí, por un lado, el paso del tiempo y la vejez, por otro lado, esa diferencia de valores morales, que podríamos resumir su diferencia en robar un banco cómo haría Butch Cassidy o robar al trabajador que va a ese banco a depositar sus ahorros, que es una cosa muy diferente, y es algo que estamos viendo que ocurre ahora.
Rodar fuera de España ha sido duro, y tu lo has dicho, y yo creo que, de alguna manera, nos ha obligado a todos, especialmente a mí, a ponernos el chip de igual no podemos rodar lo que queremos rodar, igual hay que cambiar cosas o planificar sobre la marcha, cambiar el plan de rodaje, reescribir secuencias cuando no se puede hacer una por lo que sea, de hecho hubo que hacerlo, y muchas veces, pero lo importante era sacar la historia adelante conservando su espíritu, su alma.
Hubo un primer viaje con Andrés, aparte de ver ciertas localizaciones queríamos averiguar hasta que punto era viable rodar en Bolivia, porque había muchas dificultades, pero que ya no veíamos la película en otro sitio, tenía que ser el altiplano de Bolivia.
Pensando en el casting, me saltó Eduardo, por razones obvias. A Sam llegamos a través de una directora de casting inglesa, y fue un acierto contratarla, porque tiene una mano internacional y eso es importante para que lean tu proyecto. Sam respondió rapidísimamente y creo que gracias a Sam esta Stephen Rea en la película. Hay una relación de amistad entre ellos, Stephen era uno de los soñados, pero no contábamos con poder llegar a él, y fue Sam quien me dijo “y tú qué opinas de Stephen” y yo disimulé y dije “me parece bien”, pero estaba con los ojos como platos, y nada así fue.
El casting para los flash-backs fue muy complejo, porque por razones de financiación tenían que ser actores europeos, pero necesitábamos actores que montaran a caballo y que pudieran hablar con acento americano perfecto y, además, uno de ellos tenía que parecerse a Sam. Una tercera parte para el casting fue en Bolivia, y ahí no hay actores acostumbrados a trabajar en cine y tuve que concentrarme en hacerles perder el miedo a la cámara y en que se quitaran los nervios de trabajar ante los monstruos con los que tenían que compartir escena.
A la izquierda de Mateo Gil se sienta Eduardo Noriega y a él me dirijo: sois una generación que tuvisteis éxito muy pronto, y lleváis ya mucho tiempo trabajando juntos y se nota.
– Intervine de nuevo Mateo Gil– Lo nota, sobre todo, en las patas de gayo de mis ojos.
– Noriega parece no haber escuchado lo que ha dicho Gil y responde muy formal- Espero que estemos en el comienzo de nuestra relación profesional. He tenido mucha suerte de encontrarme al principio de mi carrera con gente como Alejandro Amenábar y Mateo Gil, hacíamos cortometrajes amateur. Luego hemos hecho películas. Con Mateo he colaborado en proyectos en que era guionista y como director en Nadie conoce a nadie. Siempre es un placer trabajar con él y para mí es un orgullo que todavía quiera seguir contando conmigo y que me ofrezca la posibilidad de hacer un western, que te da la posibilidad de jugar. Como dice él, no nos une ningún contrato –se ríe, educado y satisfecho-, ya quisiera yo que hubiera un contrato que nos obligara, pero no lo hay.
Ante la pregunta de si se ha doblado el actor pronuncia un “no” tajante, haciendo un gesto de impotencia que avala lo que va a decir después:
Uhhh…estaríamos aquí todo el día para explicar esto. Yo considero que la voz es fundamental a la hora de componer un personaje y me refiero a todos lo actores. Sus interpretaciones no se podrían considerara si no los escucháramos….yo creo que el doblaje es una disciplina que exige mucho talento, mucha dedicación, y es todo un arte en sí mismo, pero es una versión de lo original. Soy partidario de las películas en el idioma que se rodaron, los que estamos aquí lo entendemos como algo normal, pero las personas de ahí fuera te insultan y te dicen que les quieres robar el pan de sus hijos, y ese tipo de cosas. Admiro a los dobladores, pero es una disciplina en la que no me reconozco en absoluto porque no tengo nada que ver, porque yo estudié arte dramático y teatro.
Considero muy válido el doblaje para cosas determinadas, para el DVD, para las películas infantiles, para los ciegos, y para una serie de cosas que son imprescindibles. No se puede entender la historia del Cine en España si no es la historia del Cine doblado, pero yo cuando hago un trabajo en inglés quiero que se me oiga en inglés, y cuando veo una película en chino quiero oírla en chino. Desgraciadamente, la sociedad reclama el doblaje, porque no tiene otra oportunidad, porque educacionalmente no la ha tenido, y porque en la mayoría de las salas de las ciudades españolas sólo hay versión doblada. No estoy en contra del doblaje, pero estoy en contra de la masificación del doblaje y estoy en contra de que en Santander no se pueda ver una película en versión original …- hace un silencio antes de continuar- Mira, en alguna ocasión me he doblado yo, pero creo que cuando te doblas tú, un actor presencial, y compites con voces tan reconocibles, el espectador identifica como válida la voz de doblaje que ha escuchado toda la vida y la voz del actor resulta como que está mal interpretado, porque son dos códigos completamente distintos. Entonces, es mejor no entremezclarse. Pero en esta ocasión, confieso que me hubiera gustado doblarme porque hay tantos actores bolivianos que aparecen con la versión del sonido directo que me digo “¡ay, mierda! aquí tenía que haberme doblado yo y hubiera encajado muy bien con esas voces bolivianas”, quizá no tan bien con el “prota” que es una voz de doblaje más clásica, pero bueno…. Yo animo al público a que disfrute la película Blackthorn. Sin Destino (2011) en versión original y luego que la disfruten doblada para que comparen.
A la derecha de Mateo Gil está sentado Stephen Rea, un lujo para cualquier reparto, nacido en Irlanda y nominado al Óscar por su papel en Juego de lágrimas, 1992, de Neil Jordan, y a él va dirigida la siguiente pregunta: ¿Cómo definirías a tu personaje, como alguien que busca un fantasma durante toda su vida o está buscando a alguien a quien te hubiera gustado parecerte?
No hay un paralelismo entre Macklinley –a quien interpreto- y Butch. Yo no sé si le hubiera gustado parecerse a ese hombre, pero le ha marcado tanto el ir en busca de ese hombre durante toda su vida que cuando lo encuentra lo necesita vivo… -se ríe, y hace un silencio antes de seguir-… y lo deja escapar. Lo vela durante toda una noche en la clínica y en ese momento se pregunta “¿y ahora qué?”, lleva toda la vida buscándole, pasa toda la noche mirándolo y se da cuenta de que es un momento en que se siente vacío…al fin y al cabo ese momento es el que lleva toda la vida esperando y de repente llega. Ha encontrado .como dice él, una especie de paz en este pueblo y en una botella.
Yo tengo una pregunta para Stephen Rea, dice Mateo Gil, a lo que Rea responde tajante “Demasiado tarde”. Ahora ríen los dos y Gil pregunta: Siempre tuve la intriga, ¿el proyecto te llegó a través de tu agente o Sam te llamó?, a lo que Rea responde: Acabo de oír todo lo que has contado de Sam y de mí y te aseguro que es la primera vez que escucho la versión de que Sam me habló del proyecto. Tú viniste a Dublín con una excelente botella de vino y me dije “pues que hombre tan encantador y que buen gusto tiene y que discreto… A partir de ahí…”. Gil le interrumpe y vuelve a preguntar: ¿y en que momento hablaste con Sam? Stephen se ríe casi resignado y lo vuelve a explicar: No hablé con él, pero mi agente me envió ese guión y me dijo que Sam iba a hacer esa película. Quiero mucho a Sam y es uno de mis mejores amigos en la industria, pero yo siempre me guío por el guión. Si creo que yo puedo dar vida a lo que hay escrito lo hago y, sinceramente, me parece que el guión de Miguel Barros es de los mejores que he leído.
Con las palabras de Stephen Rea cierro esta larga crónica. Me he querido limitar a transcribir las respuestas de sus verdaderos protagonistas. Blackthorn, Sin destino va a dar mucho que hablar. Mateo Gil es vibrante e imparable y estoy seguro que hará su Pedro Páramo, seguirá amontonando premios, aunque no vaya a recogerlos.
Blackthorn. Sin Destino (2011) se estrenó en España el pasado 1 de julio de 2011.