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Análisis del palmarés del Festival de Cannes 2011

Por Gonzalo Suárez López.

 

La ceremonia de entrega de premios el pasado domingo 22 de mayo en Cannes fue el reconocimiento de una leyenda a un mito. Robert De Niro encumbró a Terrence Malick con la Palma de oro de la 64ª edición del festival de cine más importante del mundo por una obra que “tenía las dimensiones, la importancia, la intención o como quieran llamarlo, que parecía adecuada para el premio”, según el presidente del jurado.

 

 

Al margen de los méritos de El árbol de la vida (2011) o la injusta fascinación que pueda haber producido la empedernida alergia que el director texano tiene por los focos y los micrófonos (ni presentó la película ni fue a recoger el premio), no resulta aparentemente del todo descabellada una lectura mucho más pesimista del palmarés. Según esta versión, Estados Unidos ha aprovechado la composición de uno de los jurados más hollywoodienses de los últimos años (en él figuraban, entre otros, Jude Law y Uma Thurman) para barrer para casa, como hizo Quentin Tarantino en Venecia el año pasado, otorgando galardones a las dos únicas producciones estadounidenses –Palma de oro a Malick y premio a la mejor dirección a Drive (2011)–, nombrando mejor actriz a Kirsten Dunst –por delante de la británica Tilda Swinton– y dejando que los dos trabajos que más reacciones positivas suscitaron en los doce días que duró el certamen –La piel que habito (2011), de Pedro Almodóvar, y, sobre todo, Le Havre (2011), de Aki Kaurismäki– tuvieran que conformarse con galardones de menor resonancia –premio del jurado joven y premio Fipresci, respectivamente–.

 

En cualquier caso, la cesta de reconocimientos que el cine estadounidense cosechó en la Croisette no se enmarca solamente en la competición oficial. Take Shelter (2011), de Jeff Nichols, causó sensación en la Semana Internacional de la Crítica y se llevó el Gran Premio y el reconocimiento de los cineastas de la SACD. Fue en esta misma sección donde se presentó Las acacias (2011), coproducción entre Argentina y España dirigida por Pablo Giorgelli que le valió el premio OFAJ y, sobre todo, la preciada Cámara de oro a la mejor ópera prima.

 

La Quincena de los realizadores coronó a la producción belga como una de las más interesantes de Europa. A la sonora concesión del sexto premio en Cannes a los hermanos Dardenne en los últimos doce años hay que añadir los premios de la SACD y la CICAE a la mejor película de la Quincena a Les Géants (2010), de Bouli Lanners, por delante de las llamativas Atmen (2011), de Karl Markovics, ganadora del label Europa Cinemas, y Play (2011), de Ruben Östlund, que se alzó con el reconocimiento de la séance “coup de coeur”.

 

El cine francés también tuvo su parte del pastel en el palmarés de la selección oficial. A Maïwenn le faltó el aire cuando anunciaron en el Grand Théâtre Lumière que Polisse (2011) se acababa de alzar como la inesperada ganadora del Premio del jurado. En cambio, el cómico Jean Dujardin estaba en su salsa y se dio el gusto de marcarse un pequeño baile en el escenario antes de hacer una reverencia a Robert De Niro para júbilo de los asistentes a la ceremonia.

 

La película por la que ganó el premio al mejor actor, The Artist (2011), de Michel Hazanavicius, fue incluida in extremis en la competición oficial probablemente después de que se confirmase que la esperadísima Captured (2011), del filipino Brillante Mendoza, no iba a llegar a tiempo al certamen. The Artist (2011) es una película en blanco y negro prácticamente muda que homenajea al cine de los años 20 con una historia sobre un conocido actor que es incapaz de acoplarse a las exigencias del cine sonoro. La cinta inspiró una simpatía generalizada en la crítica, abrumada por una selección de películas que una y otra vez situaban en un primer plano asuntos dramáticos como la tortura, las violaciones o el abuso infantil.

 

La otra inclusión de última hora en la selección oficial fue Elena (2011), de Andrei Zvyagintsev, que, además de clausurar Un Certain Regard, se alzó con el Premio especial del jurado. Kim Ki-Duk por Arirang (2011) y Andreas Dresen por Stopped on Track (2011) compartieron el Gran Premio de esta sección a la que “fue relegada” Restless (2011), de Gus van Sant, en apertura, y en la que Mohammad Rasoulof fue nombrado mejor director por Goodbye (2011) y no pudo ir a recoger su premio porque el régimen iraní lo encarceló junto a otros directores –Jafar Panahi entre ellos– por protestas contra el gobierno.

 

 

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