Kafka, Borges y el laberinto
Por Cristina Reglero
Kafka-Borges. Ilustrado por Verónica Moretta. NØrdicaLibros. Edición limitada 999 ejemplares. 224 pp. 39,50€
Cuando uno comienza a leer -a ver- este libro -esta joya- editado por NØrdica, no puede evitar preguntarse qué palabras hubieran salido de aquel “tardío discípulo de Kafka” (como él mismo se definió), de nombre Jorge Luis Borges, de haberlo tenido entre sus manos.
Si el prólogo que Borges escribiera para la primera edición de La metamorfosis (Losada, 1938) había unido indisolublemente y para siempre a ambos autores, es ahora cuando, reorientados por la mano de Verónica Moretta, se unen en un mismo espacio y un mismo tiempo; algo que bien podría recordarnos a ese “regresus in infinitum” nacido de la escolástica y que Borges quiso ver representado, por primera vez en la literatura, en la obra de Kafka. Y es que, volviendo eternamente al principio: cuando uno comienza a leer -a recorrer- este Kafka/Borges, tiene la impresión de que “el transcurso del tiempo y el movimiento son imposibles”. Algo así es lo que ocurriría probablemente en un angustioso laberinto donde nos movemos incansablemente hasta acabar, exhaustos, en el mismo lugar.
Las palabras de Borges, incluso desde el título, nos hablan de laberintos; las de Kafka los sugieren. Reflejados en los espejos de una sala circular, algo en los ojos de Borges nos recuerda un poco al destello alucinado de la mirada de Kafka. Estamos dentro. El texto que hace un rato leíamos se ha convertido en camino, se retuerce, se duplica, cae sobre nosotros o se desdobla en extraños espejismos, se metamorfosea convenientemente. Las letras componen, una a una, el hilo que condujo a Teseo hasta la guarida del minotauro. El lector se pregunta, como lo haría Teseo, como lo harían los personajes que Kafka situó en un peregrinar absurdo hacia ninguna parte, si al final del hilo encontrará la salida.
Verónica Moretta ha elegido, de entre todos los posibles, un laberinto de sombras blancas y negras, de formas que nacen de y con las palabras, y no ajenas a ellas. Las letras pueden guiarnos por sinuosos pasadizos, nos sugieren sensaciones, imágenes…, quizás los afilados cuernos de un hombre-toro gigante, quizás un espantoso insecto al que nunca –eso sí- llegaremos a ver del todo ( tal y como Kafka hubiera querido).
Contenido: La casa de Asterión, El sueño y El laberinto, de Jorge Luis Borges. La metamorfosis, de Franz. Kafka.