Zoom, de Manuel Espada
Por Miguel Baquero
Zoom, de Manuel Espada . Editorial Paréntesis. 192 pp. 13€
El de los microrrelatos, o hiperbreves, es un género que progresivamente se va afianzando entre los gustos de los lectores, auspiciado fundamentalmente por la facilidad que ofrece este modo sucinto de narrar a la hora de colgar historias en Internet. Uno de los mejores cultivadores de este género, tanto en formato electrónico como en sus otras posibilidades (radiofónica, gráfica…) es Manuel Espada (Salamanca, 1974), un escritor que ha publicado los libros de relatos breves El desguace, Fuera de temario, y que ahora lanza este Zoom, donde los cuentos que lo componen, en su gran mayoría, no exceden de la página, y en algunos casos están formados por apenas dos líneas.
Como se apunta en la introducción del libro, explicando el uso de ese término fotográfico, “se trata de novelas captadas desde tan cerca que sólo podemos leer un párrafo”. “Zoom no muestra el fuego de un océano en llamas, Zoom enfoca la mano del pirómano que huye por la orilla”. En efecto, y por seguir con tan hermoso símil, el autor concentra su atención en un detalle, un gesto en apariencia intrascendente que, contemplado desde lejos, se nos pudiera haber pasado por alto en la observación rápida de la realidad. Y lo amplia y expande hasta un punto en que esa realidad pierde sus leyes lógicas, en que la imaginación más intempestiva se apropia de la escena, en que tiene lugar la distorsión.
Los cuentos de Zoom están inspirados en la realidad cotidiana, en el mundo que nos rodea. A partir de ese asidero fijo, el objetivo se amplia y entra entonces en juego la imaginación, la fantasía más desbordante, la subversión de las normas. Narrados con un estilo práctico y directo, estos cuentos rompen la realidad en su punto más insospechado y nos demuestran que, cuando todo (y sobre todo la literatura), parece languidecer entre misteriosos y lánguidos asesinatos y entre lúgubres sectas que se mueven por inercia, aún hay, y siempre habrá lugar, para —sin necesidad de evadirse a esos claroscuros— exprimir la realidad tratando de extraer de ella un licor distinto, algo nuevo, una ficción desusada. Es de esta rebeldía ante lo común y lo anodino, y de este pequeño esfuerzo por superar la realidad, del que se nutre la buena literatura, antes de que el oficio venga a completarla con más y más páginas.
Como reza el subtítulo del libro, son “ciento y pico novelas a escala”. Propuestas de novelas diferentes que, es posible, algún día lleguen a realizarse.