Poesía

Nuria Ruiz de Viñaspre


-.-.-

«TABLAS DE CARNICERO» (fragmentos)
Nuria Ruiz de Viñaspre


in crescendo

la paz que venía de los ojos del buey… (Clarice Lispector)

la paz que venía de los ojos del buey-prado
el peso del amor que venía de
la paz que venía de los ojos del buey-prado
el disparo que atraviesa el peso del amor que venía de
la paz que venía de los ojos del buey-prado
la apilada carne tras el disparo que atraviesa
el peso del amor que venía de
la paz que venía de los ojos del buey-prado
la mosca-novia que acribilla la apilada carne tras
el disparo
que atraviesa el peso del amor que venía de
la paz que venía de los ojos
del ahora buey-muerto
***
las paredes del establo han consentido
el viaje milenario de los huesos y los siglos
el mundo es un carrusel de vacas descuartizadas

la vaca robusta se traga a la escuálida y fea
el mundo es un círculo cerrado
yo soy escuálida
y hay tanto robusto suelto
que sólo quiero ser hercúlea
y enterrar definitiva mis huesos de carne
afeitarme los núcleos y que mis ubres
se arrastren por el légamo del mundo
pastando entre recias en alguna colina verde
no quiero pastar en una zanja negra
ni temer mi vida en el establo
quiero que mi corazón pese cien kilos
como el órgano de una orca
y seguir siendo liviana
en el aire de la balanza para no ser descubierta
que no asome ni una de mis costillas
por si de lejos el robusto la mira con hambre
y viene a por mí como la Muerte
con un gancho que cuelgue del cielo
como el Faraón de lo Oscuro
***
Saben que van a morir
devoradas por otras bocas
pero no por ello apartan su mirada melancólica
cuando observan embobadas pasar un tren
que parte en dos el Mundo bajo una lluvia lenta
¡qué melancólica es la mirada
de una vaca que no huye!
se parece tanto a la de un niño…
***
nunca aprendimos la diferencia
del destino de la cuchilla que disecciona
nos pasamos la vida construyendo mesas de carnicero
sobre el esbozo de nuestras
propias mesas de comedor
¡qué gran fiesta de comensales vacunos!
***
ella
la triste y fatigada
la del codo agujereado
la bizca
la que no hace sombra
la carcomida
la del talón atascado que se hunde
hasta las rodillas en el lodo embarrado
y muere ahogada hasta el cuello
ella
la más débil
nunca está a la vista en la colina
eso sí se la puede visitar vuelta y vuelta
en cualquier carnicería de barrio
tragando a la fuerza sal blanca y otras especias
con la lengua
divorciada
de su boca
***
fuera de los límites del establo
la lluvia caía lenta
desplomando del cielo su trayectoria
hacia aquel océano con esquinas
era como si el plomo del agua
tomara constancia de su peso
sobre el cuerpo sin peso de aquella res muerta
***
si los mataderos fueran transparentes, acabaríamos todos siendo vegetarianos (Paul McCartney)
aquella vaca tenía la fuerza
de un gran barco encallado
en el océano enfermo de una vitrina
y ahora
ahora se extingue sola
suspendida dentro de ese cristal en equilibrio
pobre vaca ciega
***
la sospecha de su muerte
ni crece ni decrece
la espera asfixia la propia ambigüedad
del camino confuso de su boca
su estómago reposa en el eje de una báscula
y ahora toda ella es esfera acuosa de silencio

es hora de contar la desesperanza
de romper el hielo para diluir la espera
de disolver otras redes de tortura

ayer su cabeza precedía su huída
pero ahora yace acomodada e inédita
en esta balanza de imaginería antigua
***
Cuántas veces he saboreado tu carne
cuántas he mordido tu cadera
nunca tu lengua es cierto
tampoco tu víscera
he respetado corazón y alma
tus partes blandas -las más rojas-
pero eso sí te he saboreado azul
he masticado tu carne y tu calma
para que entrara en mi boca el aire verde de tu alma
para llenarme con tu sexo de alfalfa y campo
dime -cuántas veces he bebido de tu vacías ubres…
pero no sufras por ello
no tardarán en saborear la poca carne
que se pega a mi alargado hueso -la exaltada-
no temas tu venganza vendrá dada
en forma de negro pasto de gusanos
***
la cadena no se detiene nunca simplemente porque haya un animal vivo (Martín Fuentes, matarife)
de camino al matadero
viste el sol por vez primera
y en esa zona de aturdimiento
llevabas en el rostro aquella luz extraña
tenías una expresión entre un ayer y su mañana
como este eterno hoy
como este mediodía
tu semblante se alargaba
hasta el día siguiente de tu gran mentón
mientras tu cuello vivo se aferraba
al resto de tu desesperado cuerpo
***
 
NURIA RUIZ DE VIÑASPRE (Logroño, 1969) ha publicado títulos como El mar de los suicidas (1999), Desvaríos subterráneos (2001), El campo de tus sueños rojos (2003), Ahora que el amor se me instala (2004), La geometría del vientre (2008), El pez místico (Olifante, 2009) y Tablas de carnicero (Luces de Gálibo, 2010). Próximamente apareceráÓrbita cementerio (Luces de Galibo). Algunas de sus obras han sido traducidas al portugués, al inglés, al persa y al armenio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *