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Carmen Martín Gaite, 10 años después

Por Carmen Fernández Etreros.

Recuerdo como si fuera hoy aquel día caluroso del año 2000. Acodada en la ventana de mi cuarto, escuché las palabras temidas por la radio: Fallece Carmen Martín Gaite. El cáncer cruel se llevaba en poco más de mes y medio a una gran escritora. Recuerdo que me quedé toda la tarde callada, pensativa… Se había ido para siempre una gran escritora, traductora… pero también sin querer y de repente parte de mi juventud. Recordé aquellos días en los que recorría las bibliotecas propias y ajenas buscando sus libros, cuando asistí a un curso sobre ‘Literatura femenina’ (años después sonrío pensando en que todavía nadie se pone de acuerdo si existe o no) en la Universidad, cuando buscaba la edición de El Balneario de Bruguera por la Cuesta de Moyano, la primera vez que oi su voz en una sala atestada de estudiantes…

Ahora ya hace 10 años de este día y hoy lo recordamos con la certeza de que la figura de la escritora se ha fortalecido con el tiempo y que su obra literaria está de nuevo de actualidad gracias a nuevas publicaciones de su obra como los tres volúmenes de las Obras Completas editados por Galaxia-Gutemberg y también la editorial Siruela relanza parte de su obra como El cuarto de atrás, El cuento de nunca acabar, Retahílas y publicará en septiembre El Balneario con prólogo de Luis Alberto de Cuenca.

Su vida conocida por todos: su nacimiento un frío 8 de diciembre de 1925 en Salamanca, ciudad en la que años más tarde se licenciaría en Filosofía y Letras, su matrimonio con Sánchez Ferlosio, la corta vida de su hija Marta… Una mujer vital, presumida, sociable, trabajadora incansable, extravagante y bohemia y también conservadora y reflexiva. Una escritora que murió abrazada a los cuadernos de su última novela, Los parentescos, publicada póstumamente, inacabada. En la universidad salmantina tuvo su primer contacto con el teatro participando como actriz en varias obras. Colaboró en varias revistas como Trabajos y Días en Salamanca y Revista Nueva en Madrid. Se trasladó a esta ciudad en 1950 y se doctoró en la Universidad de Madrid con la tesis Usos amorosos del XVIII en España.

Una autora que siempre utilizó pluma estilográfica y cuyo primer cuento Un día de libertad lo escribió en 1953, aunque confiesa en varias ocasiones hacerlo desde los 8 años. Con El balneario obtuvo en 1955 uno de los premios literarios de mayor prestigio en España, el Café Gijón. Tres años después ganaría el premio Nadal con su obra Entre visillos.

Durante la década de los sesenta continúa escribiendo y publicando obras como La ataduras (1960) o Ritmo lento (1963), pero es en los setenta cuando desarrolló la mayoría de sus novelas. Publica sus dos ensayos sobre el proceso contra Macanaz además de su tesis, recopila su poesía en A rachas (1976), y una de sus obras cumbre, la novela Retahílas, sale a la luz en 1974. También a esta década debemos su primera recopilación de relatos, Cuentos completos. Su faceta periodística se caracteriza por su etapa de redactora en los comienzos de Diario 16.

Entre otros logros, Martín Gaite destaca por haber sido la primera mujer a la que se le concede el Premio Nacional de Literatura con El cuarto de atrás en 1978, y por haber ganado en 1994 el Premio Nacional de las Letras por el conjunto de su obra. También obtuvo el Príncipe de Asturias en 1988 compartido con el poeta gallego José Ángel Valente [1929-2000], el Premio Acebo de Honor en 1988 como reconocimiento a toda su obra, el Premio Castilla y León de las Letras en 1992, Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en 1997 y Pluma de Plata del Círculo de la Escritura otorgada en junio de 1999.

Cultivó también la crítica literaria y la traducción de autores como Gustave Flaubert, Rainer Maria Rilke y Emily Brönte, colaboró, asimismo, en los guiones de series para televisión como Santa Teresa de Jesús (1982) y Celia (1989), serie infantil basada en los famosos cuentos de la escritora madrileña Elena Fortún (1886-1952).

Al final de sus días publica dos enormes éxitos Lo raro es vivir (1997) e Irse de casa (1998). La vida cotidiana, lo habitual y lo extraño. A destacar de toda su obra esa necesidad de interlocutor, de seguir un hilo, de comunicar, de contar historias desde el corazón que la animó a seguir escribiendo toda la vida.

Mi recomendación para este día y para recodar a la autora: dejar unas horitas libres para leer sus Cuadernos de todo (Debate, 2002). Un tesoro que guardo en mi biblioteca, donde podemos encontrar sus dibujos, sus anotaciones al margen, sus pensamientos, sus bocetos, sus notas… y en el que podemos respirar la trastienda literaria de una gran autora. Una escritora pero también una mujer que vivió y sufrió porque como ella dijo un día “cuando suceden las cosas sólo puedes vivirlas;  si son alegres, procurando abrir los poros para que entren lo más posible; las tristes, sacando la cabeza para que ese trocito de ahí arriba no se te ahogue”.

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