Estremecedora travesía por la vida de Edgar Allan Poe, escrita por Eduardo Caamaño
Horacio Otheguy Riveira.
La vida de Edgar Allan Poe, popularmente conocido como “Maestro del terror”, es un territorio novelístico que estremece por su sorprendente fusión de realidad e invención como gran resiliencia.
En efecto, la trayectoria de un niño, luego joven, madurando deprisa a los 20 años, abandonado por su padre biológico, y despreciado por acaudalado de adopción, con una madre amorosa de gran coraje que muere a los 24 años de tuberculosis cuando él había cumplido dos, en 1811, trabajando como actriz en tiempos durísimos —profesión aplaudida por el público y socialmente detestable—. Un panorama de por sí aterrador que es el comienzo de un doloroso calvario que solo encuentra sosiego en la creación literaria, siempre carente de recursos, pasando calamidades y aspirando a amores imposibles que cuando parecen componerse, repiten el estigma de la época: muerte por enfermedad incurable. El escritor mismo murió con solo 40 años en 1849.
Pérdidas y abandonos que arrastran al joven y al adulto a vivir experiencias extremas en busca de un sostén económico, que incluso le niega el adinerado empresario del que obtiene su apellido, Jack Allen (Poe es de su padre biológico). Allen lo desprecia, como todo el mundo de su ambiente margina a los huérfanos de una profesión tan abominable como la de gente de teatro, poco menos que criminales o prostitutas. Hay gestos compasivos en el padrastro terrible que permite oleadas de ternura en el joven Edgar, en quien surge un estudiante de gran inteligencia y sensibilidad, que pronto se encuentra en una desesperada búsqueda de fortuna en el juego; esto no le reportó el beneficio buscado, y sí en cambio muchas deudas que le obligaron a deambular por otra ciudad seudónimo, e incluso entrar en el ejército… Tiene veinte años. Apenas ha empezado un largo y turbulento camino del que sabrá utilizar rasgos verdaderos, y combinarlos con potente imaginación, al crear una literatura que influirá en numerosos escritores.
En definitiva, un testimonio muy detallado de toda una vida con sus minuciosas áreas de angustia, terror y creación literaria; páginas eaboradas con dos estímulos muy notables: compasión (ante el dolor que ha de arrastrar un hombre de talento) y admiración (ante la capacidad de componer historias de gran belleza, brotadas del horror del que es capaz el género humano (especialmente masculino) y la implacable venganza del mundo de los muertos…
… ¡Oíd cual suena el bordón!:
el bordón
De son bronco
Que pone en el corazón
El espanto con su son,
Con su son de bronce, ronco.
¡que tristeza tan profunda nos apresa al escuchar
Cómo reza, gemebunda, la fiereza del llamar!
Cómo su son taciturno,
En el silencio nocturno
Es grito desesperado
Que no es casi pronunciado
¡De aterrado!
Grito de espanto ante el fuego
Y agudo alarido luego,
Es un clamor que se extiende,
Que el espacio ronco, hiende
Y que llama;
Que defiende.
Y que clama, clama, clama,
Que clama pidiendo auxilio
En tanto que ve el exilio
De aquellos que el fuego, ciego y arrollador, empobrece
Y el fuego que ataca y crece,
Mientras se oye el ronco son…
Tras varias biografías y las “muy criminales” de Conan Doyle y Agatha Christie, Eduardo Caamaño trae esta, que resulta la más preciada por bien resuelta en su profunda complejidad.
Desde luego consolida una vez más su habilidad para narrar vidas como si fueran novelas, más aún en este caso en que, con Allan Poe transita desde los abuelos que no conoció, con hechos previos a su nacimiento, así como los perfiles de sus padres reales y de acogida… Palmo a palmo, lo más importante de Caamaño es su autoridad en la dificilísima tarea de obtener información detallada y narrarla sin abandonar el encanto del biografiado en el arte de contar historias. Más aún en el turbador campo de la intriga y el terror.
Hay citas parciales de cuentos, poemas y reflexiones, análisis importante de obras como El cuervo… y un destacado final que aquí reproduzco parcialmente. Se titula Para Annie, y es un canto lírico para la propia muerte del escritor:
¡A Dios gracias! La crisis,
el peligro ha pasado,
y la pena interminable
al fin concluyó,
y esa fiebre llamada vivir
fue vencida al final.
Tristemente, yo se
que fui despojado de mi fuerza,
y sin mover un músculo
permanezco tendido.
Más nada importa, yo siento
que al fin me encuentro mejor.
Y tan quieto yazgo
ahora en mi lecho
que cualquiera que me viese
podría imaginar que estoy muerto,
podría estremecerse al mirarme
creyéndome muerto.
El lamentarse y gemir,
los llantos y los suspiros,
fueron aplacados;
y con ellos el horrible palpitar
del corazón.
¡Ah, ese horrible,
horrible palpitar!…
TODOS LOS CUENTOS PARA LEER ONLINE
TODOS LOS LIBROS DE EDUARDO CAAMAÑO
The article is crafted in a concise, easy-to-understand manner, and provides a wealth of valuable information. I hope the article will be disseminated to even more people. Please visit 77bet.football to savor great moments of relaxation with captivating games.