Para tratar con el poeta (primera parte)
Por Tura Varla Perfecto había decidido, por supuesto sin contar conmigo, que aquella novia suya me encantaba. Bien, pues con todo y con esas, estuvo rondándome las tres copas que nos tomamos después de la cena. Se me acercaba, me apartaba el pelo del cuello, me miraba a los ojos y a la boca alternativamente. Sí, supongo que a cualquiera le parecerían señales luminosas de peligro sexual inminente. Y a mí me lo parecieron: varios días después. En esos […]
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