«El camaleón», de Anton Chéjov

«El inspector de policía Ochumélov, con su capote nuevo y un hatillo en la mano, cruza la plaza del mercado. Tras él camina un municipal pelirrojo con un cedazo lleno de grosellas decomisadas. En torno reina el silencio… En la plaza no hay ni un alma… Las puertas abiertas de las tiendas y tabernas miran el mundo melancólicamente, como fauces hambrientas; en sus inmediaciones no hay ni siquiera mendigos.»

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Sombras chinescas

Si un solo adjetivo pudiera resumir el trabajo de Carlos Frühbeck, éste sería «honesto». […] los nueve cuentos de La ceguera de los ciervos proyectan tras la pantallla las sombras alegóricas y psicológicas de sus personajes, y en ese juego de claroscuros se dibujan las visiones, los viajes y los exilios ―interiores, sobre todo― de unos seres desubicados en territorios donde la soledad parece parte del paisaje.

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Redención

En la contraportada de Comunión se puede leer acerca de las influencias y los ecos de los doce relatos, algunos, como los borgianos, son indudables […]. Pero además habría que acudir a las resonancias indudablemente chejovianas que coronan un libro oscuro, visionario, que parece diseccionar el alma humana a cada intento, a cada relato, a cada personaje que camina en él, casi siempre con el paso cambiado […]

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