“La Barraca” vuelve a la Universidad
Por Mario Sánchez Arsenal
La Barraca. Teatro y Universidad. Ayer y hoy de una utopía
Biblioteca María Zambrano
Universidad Complutense de Madrid
Hasta el 15 de enero
Tratar de explicar la sensación que Federico García Lorca habría experimentado con La Barraca. Teatro y Universidad. Ayer y hoy de una utopía sería algo imposible por lo que tiene de grato y emocionante. Tenemos que felicitar a los chicos del Máster de Teatro y Artes Escénicas de la Universidad Complutense de Madrid, que han llevado a cabo una labor verdaderamente encomiable con este proyecto. La exposición ha recorrido parte de nuestra geografía (Palencia, Comillas, Astorga, Teruel, Zaragoza, Murcia, Granada) y ha recalado de nuevo en Madrid. Sus primeras luces fueron mostradas en la Casa de la Cultura de El Escorial el pasado mes de julio y sus destellos pueden contemplarse ahora en la Facultad de Filosofía y Letras, que ha acogido los actos de re-presentación ofreciéndonos a todos su magia.
Hasta el día 15 de enero la muestra se puede visitar en la nueva biblioteca María Zambrano, situada junto al edificio de Geografía e Historia de la Universidad Complutense.
El acto se abrió con la presentación del catálogo de la muestra en una mesa presidida por diversas autoridades académicas: Francisco Gutiérrez Carbajo (catedrático de la UNED), Dámaso López García (decano la Facultad), Charo Otegui (Acción Cultural Española) y Javier Huerta Calvo (comisario de la exposición). Todos ellos sintieron la necesidad de encomiar el esfuerzo llevado a cabo por recuperar el sueño de La Barraca.
Entre los asistentes pudimos contar con la presencia de familiares de algunos barracos, para los cuales hubo una mención especial, la más emotiva la de la mujer de Luis Sáenz de la Calzada, integrante de la compañía ya fallecido.
Charo Otegui abrió su discurso recordando que “la cultura no es gasto, sino inversión”. También recordó las palabras de Zygmunt Bauman cuando consideró la cultura como “la única vía capaz de salvarnos de la crisis económica y financiera en la que estamos inmersos”. Por su parte, Javier Huerta, capitán de este barco, nombró a su grupo de investigación: Jana Pacheco, Sara Calvo, Rafael Negrete, Rosa García-Gasco, Paloma Rodera y Marta Olivas, a quienes agradeció su labor en este proyecto.
El acto inaugural se clausuró con el performance dirigida por César Barló que una vez más ha mostrado su destreza en las tablas presentando de forma amena y clara el periplo vital de La Barraca. La secuencia se desarrolla paralelamente a los capítulos del catálogo, dividida en bloques temáticos y cronológicos. Así, podemos ver recreada una escena en la que Lorca somete a una muchacha a la prueba de selección, o la célebre anécdota por la cual tuvieron que modificar el final de escena del entremés cervantino La guarda cuidadosa, ya que el público no estaba de acuerdo con el desenlace de la historia. Todo ello resulta en su conjunto agradable y dinámico y llega a su culmen en el momento en que Beatriz Llorente, acompañada por su guitarra consigue emocionar a los asistentes interpretando uno de los poemas más conocidos de Lorca. Fernando Mercé y Vitoria Peinado se encargaron de materializar este montaje con la viveza y soltura a las que ya nos tienen acostumbrados.
Por último, es preciso que nos detengamos en la labor de confección del catálogo, verdadera memoria de este proyecto. En él se exponen diversos puntos clave de todo lo que supuso la incursión de La Barraca. La investigación ofrece una perspectiva global del viaje. El texto, fuera de ser un relato sesudo e historicista, se muestra como una guía lúdica y placentera que acompaña a la documentación visual, pues este catálogo se degusta a golpe de imagen. Muchas de las fotografías son inéditas hasta un grado insospechado. Como anécdota diré que la misma Laura García Lorca –sobrina del poeta- quedó gratamente sorprendida al ver algunas de esas instantáneas, desconocidas hasta el momento, incluso para ella.
¿Y qué decir de La Barraca que no sepamos ya? Algo hay siempre en todos los movimientos vivos que nos dice que aún no han acabado. Éste es el caso que nos compete. Tantas historias por contar y todas tan memorables. En el catálogo, además de todo lo mencionado, y dentro del aparato documental, tenemos toda una lista detallada de las biografías de los distintos barracos que formaron parte de esta travesía y un mapa con todas las funciones y actuaciones que la compañía de Federico ofreció a lo largo de toda la geografía española.
Se desprende de este proyecto que el afán de la compañía universitaria no fue otro que hacer de la cultura un vehículo humano y representativo, al alcance de todos -campesinos, ganaderos, personas de índole muy otra a la académica o teatral-, muchos de ellos desprovistos de los secretos y conjuros de las letras.
El bastón de mando del gran Federico riega toda la atmósfera del proyecto y deja su huella impregnada. Su estela de poeta sabe a claveles de orgullo y muerte, de memoria y desaliento…, como La Barraca, de tradición y vanguardia; como su Memento, que late eterno y florido: “Cuando yo me muera, / enterradme con mi guitarra / bajo la arena”.