El contenido del silencio
Por Alfredo Llopico.
Lucía Etxebarria no planeó dedicarse a la literatura. Tener siempre las mejores notas en literatura y ser la responsable de escribir las obras y redacciones del colegio la hizo merecedora de la consideración de niña prodigio. Por eso relacionaba escribir con las obligaciones escolares. Pero una cosa fue llevando a otra. Y, a los 28 años, tras una gran crisis personal, escribiendo para desahogarse, surgió Amor, curiosidad, prozac y dudas.
Ahora regresa con el que es considerado su mejor trabajo hasta la fecha, El Contenido del Silencio, donde muestra un cambio radical de estilo que marca el inicio de una etapa diferente y más ambiciosa en su narrativa. Etxebarria ha madurado, ha dejado la frescura y la inocencia del principio, pero ha ganado, indiscutiblemente, en habilidad narrativa y en capacidad de construir personajes, como evidencia esta novela que consigue atrapar al lector desde el primer momento con sus personajes nada planos, en los que nada es blanco o negro, ni malo, ni bueno, sino todo lo contrario.
La novela, cuyo origen fue un guión cinematográfico, está basada en historias reales. Entre ellas, el suicidio ritual que se había planeado en la “Secta de Heidi” en Tenerife y la historia del Grupo de Acción Analítica, en La Gomera, donde un grupo de personas que vivía sujeto a las decisiones de un líder se retiró a una cala sin otro contacto con el resto del mundo que la salida por mar. Y aborda también el tema de los nazis que se quedaron a vivir en España tras la guerra. Los nazis tuvieron un gran interés por Canarias, y no sólo por su situación estratégica. Antropólogos alemanes estudiaron a los guanches y sus raíces étnicas, y los miembros de la SS de creencias esotéricas buscaron en las islas petroglifos y símbolos celtas.
Para escribir esta historia ha necesitado realizar una exhaustiva labor de documentación bibliográfica e histórica, así como entrevistas a ex-acólitos de sectas y a un sacerdote especializado en desprogramación, además de cinco viajes a Canarias, Tenerife y Fuerteventura. Todo ello para bucear a fondo en un tema escabroso y opaco, las sectas destructivas, especialmente las instaladas en Canarias, cara oscura de las Islas Afortunadas. La presunta fuerza telúrica, el sincretismo cultural de las islas, así como los avistamientos de ovnis, su orografía impactante y ser un destino turístico, con mucho tráfico de gente pero con un interior despoblado donde poder actuar sin llamar la atención, crean las condiciones perfectas para estos hechos.
Este contexto es el que ha servido a la autora para buscar la explicación de qué es lo que lleva a una persona adulta a ingresar en un grupo sectario. Cualquier persona es vulnerable de ser manipulado y captado. Se trata de personas que en un momento determinado se encuentran particularmente vulnerables por la razón que sea. Siempre hay un captador que les invita a asistir a conferencias o a retiros y, poco a poco, el grupo teje sus redes a su alrededor convenciéndole de que es especial y valioso, de que tiene unas cualidades espirituales muy raras y únicas, y que está destinado a algo muy alto. Cuando, por fin, está captado el grupo insiste en que corte todo contacto con sus familiares y amigos, y a partir de entonces se inicia la verdadera desprogramación, el lavado de cerebro. Ese suele ser el punto de no retorno.
La novela presenta una estructura típica de thriller con pistas que conducen a otras pistas, pistas falsas, misterio dentro de otro misterio… Es un thriller psicológico-romántico donde observamos la influencia de Patricia Highsmith, a la que la autora admira reverencialmente, pero con una historia de amor y confianza en el género humano, la historia de una redención a través del amor.
Gabriel, un chico a punto de casarse en Londres recibe una llamada telefónica. Su hermana, a la que no veía desde hace diez años, ha desaparecido. Ingresó en una secta y desde entonces nunca más se supo. Ha habido un suicidio ritual y su cuerpo no está entre los que el mar ha devuelto. La secta estaba relacionada con la orden negra a la que perteneció Himmler y con los nazis refugiados en Canarias tras la segunda Guerra Mundial. Pero ese viaje es paralelo a un viaje interior. Tiene que viajar a lo más profundo de sí mismo para recordar por qué su hermana huyó de él, para admitir sus culpas y sus miedos, y para exorcizarlos. Es una historia de liberación, la historia de cómo a través de ese viaje ese hombre asume que el peso de un secreto compartido con su hermana y guardado años en el silencio le ha incapacitado para amar y ser feliz. Es un viaje en lo exterior (por Tenerife y Fuerteventura) siguiendo la pista de su hermana y en lo interior es un viaje hacia sí mismo y la verdad. Por eso es una novela poética.
La secta sirve a Lucía Etxebarria de excusa para abordar sobre los mecanismos de manipulación. Toca temas profundos y mucha gente se va a ver reflejada incluso si jamás ha estado en una de ellas, porque los métodos de captación de una secta y los de que usa un perverso narcisista (una pareja que te capta solo para sacar provecho de ti) son muy parecidos. El dolor y el sufrimiento son temas universales; la confusión y el deseo también.
El mejor premio que uno puede tener es contar con lectores que le siguen y le apoyan. “No escribo para que no me lean, no tengo vocación de escritora maldita. Prefiero lectores fieles a un premio de la crítica”, afirma. Sin embargo, con obra traducida en más de 20 países, las críticas feroces siempre las ha recibido en España. Con esta obra busca ser, al fin, profeta en su tierra.