15-M o cuando algo se mueve

Por Jesús Villaverde Sánchez.


15-M. ¡Qué maravilla cuando algo por fin se mueve! Que la sociedad está aletargada no es nada novedoso para nadie. Cualquiera puede comprobarlo… o al menos podía hacerlo hasta ahora. ¿Qué tendrá Mayo?

 

Las redes sociales nos han dado una posibilidad de organización tremenda, la cual era inimaginable antes de su llegada. Ahora los jóvenes, esos que eran unos tiraos y que no tenían arreglo, aquellos que se decía que estaban acomodados y completamente fulminados, se han organizado para protestar juntos, gusten o no las maneras adoptadas.

 

Pero no vengo aquí a hablaros del movimiento del 15-M y de la acampada de Sol y sucesivas; seguramente estéis cansados ya de escucharlo y, por supuesto, alguno de los que decida leer estas breves palabras tendrá una visión más completa y estará más capacitado para hablar de ello que el que suscribe.

 

No obstante, me han llamado la atención en los días y noches que he podido acudir a la acampada, dos aspectos: la cantidad de gente que inmortaliza el momento, profesionales o no, y el afán de las personas por conservar el instante, muchas veces sacrificando para ello, el placer de vivirlo.

 

La fotografía tiene un papel sencillo pero a la vez importante. Dentro de años encontraremos un archivo gigantesco de fotografías del movimiento –son numerosos los fotógrafos de medios que circulan, cámara en mano, por cada esquina de la plaza-. No serán los únicos. En la Puerta del Sol hay también fotógrafos semiprofesionales, que realizan un trabajo espectacular y digno de mención, que en muchos de los casos no será publicado –salvo en sus propias galerías- y que documentan perfectamente el ambiente reinante en la protesta.

 

La fotografía digital es lo que tiene. Cambia por completo el panorama que había hasta entonces, en la que disparar una fotografía era carísimo, respecto a lo que cuesta unitariamente la toma ahora –apenas nada-. Tal vez sea esta reducción en el coste lo que nos lleva a disparar como locos en muchas ocasiones. Mejor asegurar que jugárnosla a que una foto salga sin foco o algún elemento indeseado se nos cuele. Ya sabemos cómo somos los fotógrafos…

 

He podido ver en Sol estos días, entre asamblea y asamblea, entre consenso y disensión, gente que dispara indiscriminadamente a todo lo que se cruza en su camino. Es cierto que la ocasión merece alguna fotografía, sí; es bonito el ambiente de unión que se respira y la panorámica de edificios llenos de carteles de protesta, junto con la mezcla de razas, culturas urbanas y edades que existe.

 

Sin embargo el afán de fotografiar todo nos hace disiparnos del ambiente. Hay veces en las que es mejor disfrutar de un instante, que tratar de plasmarlo en una fotografía. Puede ocurrir que, si no, la fotografía persista para siempre, pero nuestro recuerdo se esfume en un abrir y cerrar de ojos.

 

En Sol hay mucha creatividad, tanto fotográfica como en el resto de ámbitos, pero también hay un cierto exceso de lo que algunos ya llaman –lo he oído- fotoperiodismo callejero. Una expresión horrorosa, por cierto, aunque para gustos…

 

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