¿Ahorrar energía a 110km/h? Se me ocurre algo que ahorraría a lo bestia: teletrabajo
Por Jesús Hernanz
Estos días está en boca de todos la consabida reducción de la velocidad máxima en las autopistas/autovías españolas del límite máximo de velocidad de 120 a 110 kilómetros por hora. Sobre el tema en sí a mi me gustó la entrada que al asunto dedicaron los geniales chicos de Microsiervos aquí. Acertada o no la medida, es seguro que debemos buscar iniciativas que nos ayuden a moderar nuestro consumo de energía, y de paso, la contaminación que este consumo lleva aparejada. El teletrabajo puede ser de gran ayuda para estos objetivos y otros muchos más, tanto para las personas como para las empresas y las ciudades. Vamos a repasar las ventajas, las desventajas y los motivos de porque no está más extendido, y veremos también cual es, en mi opinión, el futuro del teletrabajo..
Así a bote pronto, en las grandes ciudades uno de los primeros puntos en los que a todos nos gustaría meter la tijera para ahorrar en contaminación y estrés sería el transporte de personas. Diariamente una gran ciudad puede mover literalmente millones de personas en su afán de desplazarse desde su hogar hasta su puesto de trabajo y viceversa. Los afortunados, y los menos numerosos, pueden hacer este desplazamiento a pie o en bici, sin embargo la gran mayoría se ve abocada al uso del transporte público o privado para realizar estos incómodos viajes. Si el teletrabajo comenzase a calar se podría reducir en un buen porcentaje el número de desplazamientos diarios, algo que sin duda ayudaría bastante a dar un respiro a nuestras congestionadas urbes. Veamos un ejemplo.
Imaginemos una ciudad en la que el teletrabajo se ha implantado con éxito, en esta alegre ciudad teletrabajaría el 50% de los currantes y se teletrabajaría, al menos, un día cada semana. Esto así a grosso modo implica una reducción de desplazamientos al trabajo por parte de particulares de aproximadamente un 10%, lo cual es una cifra bastante respetable cuando hablamos de una urbe con millones de desplazamientos diarios.
Para la persona que teletrabaja el eliminar los tiempos de desplazamiento al trabajo de tanto en tanto es algo muy de agradecer, yo, que cuento el “paseo” a la oficina como parte de la jornada laboral lo traduzco directamente en una jornada laboral casi 3 horas más corta.
Para las empresas habría ventajas también. Tener menos trabajadores en la oficina reduce los gastos de electricidad y gestión de las mismas, que no son despreciables. Por otro lado las oficinas podrían ser más pequeñas, y baratas, dado que no es necesario que den cabida en todo momento a todos los empleados, sino a una fracción de los mismos. Por otro lado, cuando se monta una infraestructura que permite el teletrabajo las personas empezamos a hacer cosas peregrinas, tales como trabajar un poquito después de llegar de la oficina, o después de cenar, o los fines de semana, y cosas así. Yo mismo soy un ejemplo de esto y conozco bastantes otros más. Esto es otro beneficio nada desdeñable para la empresa.
Y si, como parece, todos ganan ¿Porqué no estamos ya todos teletrabajando desde nuestros hogares?
En mi opinión la primera gran traba del teletrabajo no es tecnológica, sino cultural. Desde el punto de vista empresarial existe una gran reticencia a tener a una parte de la plantilla fuera de la oficina “supuestamente” trabajando. Este temor natural a un menor control sobre la plantilla creo que es el principal freno para el teletrabajo. En mi opinión una correcta supervisión tiene más que ver con la planificación, los procedimientos y las medidas de producción que con la presencia física y andar “sauroneando” al personal. Sin embargo esta idea es difícil que conseguir que cale, y lo hará poco a poco.
El segundo gran motivo es económico. Aquellas empresas que quieran utilizar el teletrabajo de forma seria necesitarán una gran inversión para poder llevarlo a cabo, en muchos frentes, por lo que la amortización será a medio plazo. El primero de ellos sería sustituir todos los PCs de sobremesa por equipos portátiles, y esto es el menor de los problemas.
Muchas empresas disponen actualmente de conexiones seguras a sus redes empresariales, llamadas VPN, sin embargo en la mayoría de los casos estas opciones son más un recurso de emergencia o algo que usar puntualmente en desplazamientos. Conectados a la VPN ni todos los recursos de la empresa suelen estar disponibles ni, si lo están, sueñan con funcionar con una velocidad similar a la que se obtiene desde el centro de trabajo. Si se quiere teletrabajar en serio la conexión con toda la funcionalidad de que pueda ofrecer la empresa debe ser igual desde en remoto que desde la oficina, y eso implica una buena inversión, que no toda la culpa la tienen las telecos y su mala calidad de servicio. Puede llegar a ser necesario replantear la forma en las aplicaciones empresariales funcionan, de tal forma que la optimización de los anchos de banda en conexiones remotas sea un factor clave en las mismas. Por otro lado, para hacer realmente rentable el teletrabajo sería necesario reducir las oficinas, sin embargo las empresas hoy ya tienen oficinas en las que les caben todos sus empleados al mismo tiempo, y reducirlas no siempre es algo fácil, o barato.
El tercer motivo es de índole filosófico-económico, que es un palabro largo y así parezco un tío leído (aunque seguramente pareceré maś un tío petulante, pero bueno). Que una parte de la vida laboral se realice fuera de la oficina implica en muchos casos una reorganización de la forma en la que se trabaja. Se deben diseñar procedimientos que optimicen el trabajo en la oficina (reuniones por ejemplo) y otros que estén más pensados para ser realizados de forma más aislada (documentación, informes, papeleo general etc.). Esta reorganización es complicada (filosófica) y costosa (económica), y debe hacerse bien si no se quiere que la productividad de la empresa se resienta.
El cuarto gran motivo es, este ya sí, tecnológico. Cuando una empresa plantea el teletrabajo como una opción seria y a largo plazo, no es suficiente con pagar a los empleados el ADSL de sus casas y ya está. El primer motivo es porque la gente puede que no trabaje únicamente desde su casa. El segundo motivo es que compartir el ancho de banda entre los distintos habitantes de una casa puede ser algo complicado. Si yo estoy teletrabajando con una videoconferencia HD, y al mismo tiempo mi pareja hace lo mismo pero con una aplicación corporativa que necesita de gran ancho de banda, nuestros intereses pueden colisionar, y no es la solución tener una línea física por teletrabajador. La única solución válida es que el mismo móvil de la empresa me proporcione un ancho de banda suficientemente grande, y suficientemente estable como para que mis necesidades de teletrabajador estén siempre bien cubiertas. Sin embargo las redes móviles actuales creo que no están preparadas para esta demanda tan intensiva y exigente, aunque sí soy de la opinión que lo estarán dentro de poco.
Desde el punto de vista del trabajador también hay inconvenientes. Existe gente que no quiere, o no puede, trabajar fuera de la oficina, lo que puede colocarle en una posición incómoda en una empresa de este tipo. Por otro lado estamos habituados al contacto cara a cara, cuando este contacto se resiente las relaciones entre las personas también suele hacerlo, lo que no es bueno ni para el trabajador ni para la empresa. Tampoco es trivial el hecho de la pérdida de la mesa de trabajo, si se teletrabaja y la empresa tiene menos sillas que empleados tendríamos que acostumbrarnos a la posibilidad de trabajar en una mesa distinta cada día, lo que tampoco es algo muy recomendable.
Yo suelo ser contrario a esta costumbre tan europea de pedirle a papá estado que haga las cosas bien o que cambie las formas en las que nos comportamos a mejor. Sin embargo, las administraciones también pueden aportar su granito de arena a la situación. Si una gran ciudad desea reducir el volumen de personas que se desplazan una buena opción puede ser incentivar a las empresas que fomentan el teletrabajo con ayudas o reducciones de impuestos, especialmente a las más pequeñas, que son las que más problemas pueden tener para realizar las inversiones necesarias.
Visto lo visto, parece que las primeras empresas que apostarán fuerte por el teletrabajo serán aquellas a las que no les quede más remedio que meter un fuerte recorte de gastos o desaparecer. Otras, más visionarias, lo harán como inversión a medio plazo tanto para reducir gastos como para atraer a potenciales trabajadores a los que el teletrabajo les parezca un valor añadido en el puesto de trabajo.
Así a bote pronto, en las grandes ciudades uno de los primeros puntos en los que a todos nos gustaría meter la tijera para ahorrar en contaminación y estrés sería el transporte de personas. Diariamente una gran ciudad puede mover literalmente millones de personas en su afán de desplazarse desde su hogar hasta su puesto de trabajo y viceversa. Los afortunados, y los menos numerosos, pueden hacer este desplazamiento a pie o en bici, sin embargo la gran mayoría se ve abocada al uso del transporte público o privado para realizar estos incómodos viajes. Si el teletrabajo comenzase a calar se podría reducir en un buen porcentaje el número de desplazamientos diarios, algo que sin duda ayudaría bastante a dar un respiro a nuestras congestionadas urbes. Veamos un ejemplo.
Imaginemos una ciudad en la que el teletrabajo se ha implantado con éxito, en esta alegre ciudad teletrabajaría el 50% de los currantes y se teletrabajaría, al menos, un día cada semana. Esto así a grosso modo implica una reducción de desplazamientos al trabajo por parte de particulares de aproximadamente un 10%, lo cual es una cifra bastante respetable cuando hablamos de una urbe con millones de desplazamientos diarios.
Para la persona que teletrabaja el eliminar los tiempos de desplazamiento al trabajo de tanto en tanto es algo muy de agradecer, yo, que cuento el “paseo” a la oficina como parte de la jornada laboral lo traduzco directamente en una jornada laboral casi 3 horas más corta.
Para las empresas habría ventajas también. Tener menos trabajadores en la oficina reduce los gastos de electricidad y gestión de las mismas, que no son despreciables. Por otro lado las oficinas podrían ser más pequeñas, y baratas, dado que no es necesario que den cabida en todo momento a todos los empleados, sino a una fracción de los mismos. Por otro lado, cuando se monta una infraestructura que permite el teletrabajo las personas empezamos a hacer cosas peregrinas, tales como trabajar un poquito después de llegar de la oficina, o después de cenar, o los fines de semana, y cosas así. Yo mismo soy un ejemplo de esto y conozco bastantes otros más. Esto es otro beneficio nada desdeñable para la empresa.
Y si, como parece, todos ganan ¿Porqué no estamos ya todos teletrabajando desde nuestros hogares?
En mi opinión la primera gran traba del teletrabajo no es tecnológica, sino cultural. Desde el punto de vista empresarial existe una gran reticencia a tener a una parte de la plantilla fuera de la oficina “supuestamente” trabajando. Este temor natural a un menor control sobre la plantilla creo que es el principal freno para el teletrabajo. En mi opinión una correcta supervisión tiene más que ver con la planificación, los procedimientos y las medidas de producción que con la presencia física y andar “sauroneando” al personal. Sin embargo esta idea es difícil que conseguir que cale, y lo hará poco a poco.
El segundo gran motivo es económico. Aquellas empresas que quieran utilizar el teletrabajo de forma seria necesitarán una gran inversión para poder llevarlo a cabo, en muchos frentes, por lo que la amortización será a medio plazo. El primero de ellos sería sustituir todos los PCs de sobremesa por equipos portátiles, y esto es el menor de los problemas.
Muchas empresas disponen actualmente de conexiones seguras a sus redes empresariales, llamadas VPN, sin embargo en la mayoría de los casos estas opciones son más un recurso de emergencia o algo que usar puntualmente en desplazamientos. Conectados a la VPN ni todos los recursos de la empresa suelen estar disponibles ni, si lo están, sueñan con funcionar con una velocidad similar a la que se obtiene desde el centro de trabajo. Si se quiere teletrabajar en serio la conexión con toda la funcionalidad de que pueda ofrecer la empresa debe ser igual desde en remoto que desde la oficina, y eso implica una buena inversión, que no toda la culpa la tienen las telecos y su mala calidad de servicio. Puede llegar a ser necesario replantear la forma en las aplicaciones empresariales funcionan, de tal forma que la optimización de los anchos de banda en conexiones remotas sea un factor clave en las mismas. Por otro lado, para hacer realmente rentable el teletrabajo sería necesario reducir las oficinas, sin embargo las empresas hoy ya tienen oficinas en las que les caben todos sus empleados al mismo tiempo, y reducirlas no siempre es algo fácil, o barato.
El tercer motivo es de índole filosófico-económico, que es un palabro largo y así parezco un tío leído (aunque seguramente pareceré maś un tío petulante, pero bueno). Que una parte de la vida laboral se realice fuera de la oficina implica en muchos casos una reorganización de la forma en la que se trabaja. Se deben diseñar procedimientos que optimicen el trabajo en la oficina (reuniones por ejemplo) y otros que estén más pensados para ser realizados de forma más aislada (documentación, informes, papeleo general etc.). Esta reorganización es complicada (filosófica) y costosa (económica), y debe hacerse bien si no se quiere que la productividad de la empresa se resienta.
El cuarto gran motivo es, este ya sí, tecnológico. Cuando una empresa plantea el teletrabajo como una opción seria y a largo plazo, no es suficiente con pagar a los empleados el ADSL de sus casas y ya está. El primer motivo es porque la gente puede que no trabaje únicamente desde su casa. El segundo motivo es que compartir el ancho de banda entre los distintos habitantes de una casa puede ser algo complicado. Si yo estoy teletrabajando con una videoconferencia HD, y al mismo tiempo mi pareja hace lo mismo pero con una aplicación corporativa que necesita de gran ancho de banda, nuestros intereses pueden colisionar, y no es la solución tener una línea física por teletrabajador. La única solución válida es que el mismo móvil de la empresa me proporcione un ancho de banda suficientemente grande, y suficientemente estable como para que mis necesidades de teletrabajador estén siempre bien cubiertas. Sin embargo las redes móviles actuales creo que no están preparadas para esta demanda tan intensiva y exigente, aunque sí soy de la opinión que lo estarán dentro de poco.
Desde el punto de vista del trabajador también hay inconvenientes. Existe gente que no quiere, o no puede, trabajar fuera de la oficina, lo que puede colocarle en una posición incómoda en una empresa de este tipo. Por otro lado estamos habituados al contacto cara a cara, cuando este contacto se resiente las relaciones entre las personas también suele hacerlo, lo que no es bueno ni para el trabajador ni para la empresa. Tampoco es trivial el hecho de la pérdida de la mesa de trabajo, si se teletrabaja y la empresa tiene menos sillas que empleados tendríamos que acostumbrarnos a la posibilidad de trabajar en una mesa distinta cada día, lo que tampoco es algo muy recomendable.
Yo suelo ser contrario a esta costumbre tan europea de pedirle a papá estado que haga las cosas bien o que cambie las formas en las que nos comportamos a mejor. Sin embargo, las administraciones también pueden aportar su granito de arena a la situación. Si una gran ciudad desea reducir el volumen de personas que se desplazan una buena opción puede ser incentivar a las empresas que fomentan el teletrabajo con ayudas o reducciones de impuestos, especialmente a las más pequeñas, que son las que más problemas pueden tener para realizar las inversiones necesarias.
Visto lo visto, parece que las primeras empresas que apostarán fuerte por el teletrabajo serán aquellas a las que no les quede más remedio que meter un fuerte recorte de gastos o desaparecer. Otras, más visionarias, lo harán como inversión a medio plazo tanto para reducir gastos como para atraer a potenciales trabajadores a los que el teletrabajo les parezca un valor añadido en el puesto de trabajo.
Es evidente que ni todas las empresas pueden permitirse teletrabajar ni todas las empresas o los individuos que puedan querrán hacerlo, sin embargo yo desde hace años asumí que el teletrabajo es un hecho. Ya no me cuestiono si llegará o no, solo me pregunto cuando lo hará y si dejaremos de ir definitivamente a eso que llamamos oficina o solo teletrabajaremos algunos días a la semana o al mes.
Yo hoy me quedé ahorrando…