Política del rebelde: tratado de resistencia e insumisión
Por Gonzalo Muñoz Barallobre.
Política del rebelde, tratado de resistencia e insumisión. Michel Onfray. Anagrama (2010).
Comienzo esta reseña confesando mi predilección por este pensador. Por su manera de vivir, hacer y escribir la filosofía. Profesor en un instituto, cansado de la burocracia escolar y su lógica de la dominación, escribe un libro con un título revelador Antimanual de Filosofía (Edaf, 2005). En él invita a sus alumnos a pensar de una manera diferente a como el Estado quiere que piensen. Con preguntas como “¿Por qué vuestro instituto parece una cárcel?” sacude a sus alumnos y los insta a pensar por sí mismo, a romper con las consignas aprendidas y elegirse sin miedos y sumisiones. Después de este gesto de rebeldía se despide para siempre de su puesto como profesor y decide fundar una universidad pública, abierta a todos, y gratuita. Lo mejor de todo es que lo consigue –Universidad popular de Caen- y a día de hoy es todo un éxito en el que se ha mezclado el interés sincero de los alumnos por aprender y el fuerte deseo del profesor por enseñar lo que no se enseña en otros sitios: las corrientes marginales de la Filosofía. Así sacará del olvido a pensadores que han sido excluidos de la Historia de la Filosofía ortodoxa. De esta manera, Onfray (1959) recuperará a los cínicos antiguos, a los cirenaicos, a los cristianos hedonistas, a los libertinos barrocos, etc. Y para dar testigo de ese sacar del olvido hará su ya famosa Contrahistoria de la Filosofía (Anagrama), que va por el número IV.
Después de esta breve introducción, que creo necesaria para saber de quién se está hablando, es decir, de alguien que vive lo que dice, que lo que piensa lo pone en práctica, podemos comenzar a hablar de su último libro publicado en España: Política del rebelde, tratado de resistencia e insumisión.
Comienza esta obra con un aviso: el objetivo del poder es aniquilar al individuo con el fin de conseguir una masa homogeneizada de existencias intercambiables. ¿La finalidad? lograr una dominación óptima. Dicha masa conformará el gran animal social, el Leviatán que Hobbes deseaba en su famoso tratado. Este animal será cartografiando siguiendo las medidas dadas por Dante en su Divina Comedia para describir y analizar el infierno. Así, Onfray nos dará un mapa en el que se distinguen tres esferas concéntricas. En la primera, se encuentras los marginados del sistema, las deyecciones del gran animal. Personas sin domicilio fijo, reducidas a su animalidad, que arrastran su vida por las ciudades tratando, tan sólo, de sobrevivir. En el segundo círculo se sitúan los réprobos, la patología del cuerpo social. Viejos, locos, enfermos, parados, inmigrantes clandestinos… individualidades señaladas como inútiles para el Leviatán. Existencias que no son más que células cancerígenas que son empujadas y comprimidas por el sistema para tratar de aislarlos con el fin de que no se disgreguen y dejen de estar controlados. Vidas en el filo de la navaja con una invitación permanente a que tengan la valentía de desaparecer. En el tercer círculo, se encuentran los explotados, los elementos que conforman la fuerza del cuerpo social. Existencias sustituibles. La madera que alimenta el corazón del gran animal. Vidas entregadas al trabajo, a un agotamiento lento y medido.
Tres esferas, tres dimensiones de la sociedad. Un mecanismo bien engrasado que sólo responde a una única finalidad: seguir viviendo, mantenerse en la existencia. Un conatus del que nosotros somos las víctimas, el precio a pagar para que el animal pueda seguir respirando.
Una vez que el animal social ha sido cartografiado, se nos propone la manera de reventarlo desde dentro. ¿Y dónde está la dinamita necesaria? En el pensamiento que surge en el Mayo del 68, un pensamiento de izquierda que está conformado por obras de autores como Deleuze, Foucault o Derrida. En sus libros están los materiales necesarios para subvertir el orden establecido. El primer paso a dar, y sin duda el más complejo, será provocar un giro que restablezca a la política como centro de lo social y no a la economía. Ésta debe ser expulsada de su lugar privilegiado. La religión del economismo deberá ser arrancada de raíz. Su reinado debe terminar para que la política deje de estar a su servicio. Después de este giro, y para que lo político mantenga la centralidad conquistada, se deberán poner y mantener, por todos los medios, ya que de ello depende la salud de la sociedad, los caminos que conducen a la individualidad lucida de cada unos de sus miembros. Y es que, sólo sobre esta lucidez, gracias ella, puede erigirse una sociedad crítica, flexible y basada en la diferencia.
Pero Onfray no sólo propone utilizar a filósofos para hacer posible está inversión. Nos invita también a poner el ojo sobre distintos revolucionarios. Y es que este pensador cree en la legitimidad de la violencia, una violencia selectiva y focalizada, para lograr desgarrar al Leviatán. Esta parte puede ser la más controvertida del ensayo, pero sin duda está bien argumentada y hunde sus raíces en un análisis realista de cómo se han producido los principales cambios históricos. Así hará referencia a figuras clásicas del anarquismo y, en especial, a un pensador, Sorel, cuya obra principal tiene el significativo título de Reflexiones de la violencia.
Estamos ante un ensayo brillante y enérgico. Un texto que porta pensamientos escritos con verdadera pasión y con reflexiones más que ajustadas al momento que nos ha tocado vivir.
Onfray propone un pensamiento político por estrenar y, cómo no, por seguir desarrollando. Así, nadie debe pensar que detrás de la etiqueta “pensamiento de izquierdas” se encuentra la reformulación de un marxismo que, siguiendo las propias palabras del autor, es inservible ante los nuevos modos en los que el poder se articula y se manifiesta: descentrado, sumergido, equívoco y polimorfo.
Política del rebelde es una llamada a la acción. Sus páginas te sacuden a través de un estilo incandescente y unos pensamientos vitalistas y feroces. Un libro en el que la reflexión se pone al servicio de la vida. Una apuesta sincera y atrevida a favor de un cambio tan necesario como complejo.
“El primer paso a dar, y sin duda el más complejo, será provocar un giro que restablezca a la política como centro de lo social y no a la economía. Ésta debe ser expulsada de su lugar privilegiado. La religión del economismo deberá ser arrancada de raíz. Su reinado debe terminar para que la política deje de estar a su servicio.”
¿Expulsar a la economía de su lugar privilegiado? Pues me temo que, para eso, deberá constituirse precisamente en objetivo principal de la actividad política. Es decir, solo con marxismo bien entendido se podrá llegar a algo; no con la “poética” surgida de Mayo del 68, tan políticamente inútil como los supuestos pensadores que parió.
“un marxismo bien entendido”
Me das alguna pista?
En lo que se refiere a que el pensamiento de autores como Deleuze o Foucault es “poética inútil” me qjuedo de piedra. Aunque, por supuesto, respeto tu opinión que espero que esté fundamentada en lecturas directas de sus obras y en una posterior asimilación y crítica.