Música: Lo mejor del 2010 (VII)
Los mejores discos del 2010 por Paloma Marín
1. Enrique Bunbury. Las Consecuencias.
Soberbia concatenación de medios tiempos. Ideal para regodearse en la desdicha o simplemente para disfrutar de la madurada poética de este aragonés de pasaporte mundial. Una de las mejores voces de la música actual en un formato templado y exquisito. Inspiración y saber estar: calidad irrefutable.
2. Bigott. This is the Beginning of a Beautiful Friendship.
Pura excentricidad recién salida de Zaragoza. Sencillas y dicharacheras melodías envueltas para regalo con una elegante voz que mucho le debe en herencia y maneras al inolvidable Johnny Cash. Seria informalidad cimentada en arreglos, referencias y apoyos vocales que en este caso, distancian el burdo chiste del humor fino.
Auténtico choque frontal con la versión más deconstruida de un Neil Young desnudo a la guitarra y dispuesto a mudar de piel. Oscuras atmosferas, negras melodías y mucha distorsión: otro gran disco de Young en el fondo, aunque desafiante y áspero en la forma, por el que merece la pena hacer el esfuerzo que supone su digestión.
4. Ron Wood. I Feel Like Playing.
Séptimo álbum de estudio del gypsy Rolling Stone, con portada y título de una de sus más recientes obras de arte. Habilidad con el pincel para decorar el exterior y la destreza de siempre para el contenido de estos doce temas que cuentan con invitados de la talla de Eddie Vedder, Flea Billy Gibbons, Slash, Kris Kristoferson, Bobby Womack o Ian McLagan. Ahí es nada.
5. Tom Petty and the Heartbreakers. Mojo.
Ecuador de la lista y quinto puesto para otro de los clásicos que nunca defraudan. Capitaneados por Sir Thomas Earl Petty, los rompecorazones vuelven a la carga con un disco que huye de etiquetas para contemplar una amplia gama de estilos e influencias que desprenden grandes dosis de espontaneidad. Un trabajo diverso abierto al gusto y disfrute de la banda. Bien por ellos.
Buen rockabilly y swing de los cincuenta en pleno siglo XXI. De entre todos aquellos que se han apuntado al revival rockabilly en los últimos años copiando descaradamente a los Stray Cats, Eddie Cochran o Gene Vincent, la señorita May es de las pocas que consiguen hacernos creer que lo suyo va en serio. Que dure.
7. Andrés Calamaro. On the Rock.
Vuelve el argentino de las mil caras con un disco que si bien no se aleja demasiado del espíritu rock de sus anteriores trabajos, si busca caminos diferentes en cuanto a producción y sonido de banda. Compacto y sobrado en colaboraciones, Andrés Calamaro interpreta en este LP un nutrido cúmulo de géneros que van desde la ranchera a la cumbia, pasando por el rap latino o la fusión flamenca, sin olvidar, por supuesto, el sonido single que tan bien maneja.
8. Joaquín Sabina. Vinagre y Rosas.
Sin ser ni mucho menos su mejor disco, este Vinagre y Rosas, escrito a cuatro manos junto a Benjamín Prado y musicado por su habitual equipo, es sin lugar a dudas un trabajo en el que pararse. Mención especial para “Crisis”, irónica y genial a partes iguales, y no tanto para la celebradísima colaboración con Pereza. Un Sabina, en resumen, que juega al despiste: con calidad pero sin arriesgar un ápice.
9. Iván Ferreiro. Picnic Extraterrestre.
Disco que debe su nombre al libro de ciencia ficción escrito por los hermanos Strugatski, cuya críptica producción se aleja igualmente de la norma. Cadencias marcianas y letras combativas que hacen de éste, y según el propio ex pirata, “un trabajo metido en un mundo muy cinematográfico”.
10. M Clan. Para No Ver El Final.
Portada sepia y contenido clásico para el que ha sido anunciado como “el disco soulero” de M-Clan. El tridente en la producción formado por los dos integrantes que aún quedan de la formación original (Carlos Tarque y Ricardo Ruiperez) junto a su mano derecha, Carlos Raya, engrasan la maquinaria de unos temas que estilísticamente se mueven entre la sobriedad y el tarareo. La fórmula sigue funcionando.
Buena selección. Reivindicación española de calidad, grandes glorias como Young, Wood y Petty, jóvenes revelaciones como Imelda May, y mucho rock and roll. Como debe ser.