Son legión

Por DJ Vonnegut

Un actor que opina siempre de todo ha dicho que Vargas Llosa es “un derechista muy peligroso”, aunque después tuvo la deferencia de decir que su premio Nobel era merecido, lo que sin duda habrá tranquilizado a la academia sueca. Casi al mismo tiempo, un director de cine ha dedicado los siguientes apelativos al escritor peruano: torcido, reprimido, conservador, inmovilista y bastardo, a la vez que se ponía a hacer cariñosos arrumacos a dos tipos tan buenos y pizpiretos como Fidel Castro y Hugo Chávez.

La verdad es que me trae sin cuidado lo que puedan opinar estos personajes, aunque se ve que ellos se toman muy en serio a si mismos pues se despachan a gusto cada vez que tienen delante una alcachofa. Es difícil, de todas formas, entender la peligrosidad de Vargas Llosa, a no ser que quien así lo califica haya leído sus artículos y haya sentido la tentación de cambiar de opinión. Pero lo malo, aquí, no es que se hable sin pelos en la lengua (algo a lo que ambos, actor y director, son al parecer muy aficionados), ni que la gente –mucha- se divierta cabreándose con los insistentes berrinches del opinante de turno. Lo malo es que se vocee a quien, liberado al fin de toda cortesía, se permite siempre hablar a las claras, como si estuviese en la taberna o en los toros, como siempre hicieron (y no siempre en ese orden) los buenos caballeros de la fe.

El personaje de Salomón, al que la Biblia convierte en el hombre más sabio de la historia y que algo sabía de tejer buenas frases (no se olviden de aquello de “tus dos pechos como gemelos de gacela que se apacientan entre lirios”, casi nadie el Sr. Salomón) abandona en el Eclesiastés su proverbial comedimiento y, en un momento de ebriedad, se expresa así: «Stultorum infinitus est numerus», que en castellano quiere decir que el número de tontos es infinito. Vamos, que son legión, algo que sabían bien Anatole France y Ortega y Gasset al decir aquello de que “un necio es mucho más funesto que un malvado”, pues “el malvado descansa algunas veces; el necio jamás”.