El monte de las ánimas: versión teatral de la leyenda de Bécquer

Horacio Otheguy Riveira.

El temor a la muerte en una leyenda de espíritus vengativos, acecha al propio escritor, sumido en grave enfermedad que acabará con él dos años después de la publicación.

Ahora sube al escenario en una versión donde el clímax angustioso del breve texto original (Rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, 1868) se queda en mero relato exterior, a cargo de uno de los cuatro intérpretes, muy buenos todos ellos, pero demasiado solos, ya que ninguno alcanza la categoría de personaje, si bien las mujeres asumen buena cuota de angustia ante el devenir de una noche cargada de historias tenebrosas, que sin embargo se empeñan en escuchar… Los cuatro ansían que los sonidos de la bravía naturaleza den paso al manso silencio del día.

Escenografía y vestuario ambientan adecuadamente, y de entrada puedo encontrarme agradablemente incómodo ante el miedo que acoge a quienes sobrevivan en El monte de las ánimas. Sé a qué he venido, y por eso me sorprende que no me sienta cerca del devenir del genial poeta prematuramente envejecido a los 34 años, que en esta leyenda escribiera:

“Dicen que después de acaecido este suceso un cazador extraviado que pasó la noche de difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas y que al otro día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura que vio a los esqueletos de los antiguos Templarios y de los nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla, levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible, y caballeros sobre osamentas de corceles perseguir como a una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada que, con los pies desnudos y sangrientos y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso”.

 

Fallido intento

 

Teatro y literatura mal cosidos en un plano puramente externo, a pesar del excelente vestuario y otros aciertos, tales como la escenografía y la iluminación.

Por contra, el espacio sonoro y la música estridente, a menudo tapan las voces de los intérpretes que intentan crear la atmósfera que el texto no ha sabido componer, y que el reparto poco y nada integra a sus recursos habituales, todos ampliamente reconocidos en estas páginas.

Intérpretes víctimas de un texto discursivo y una dirección plana.

A Javier Godino se le encarga el sobrepeso del farragoso relato, sin lograr transmitir la angustia que el mismo contiene, abocándole a un pesado monólogo que Pablo Béjar acompaña sin motivaciones, desnudo de intenciones; a su lado, dos mujeres de similar talento que sí tienen a su cargo mejores psicologías con el miedo ancestral a los entretejidos lazos de la noche, y los pasos entreverados de los inquietos espíritus en busca de presas flamantes. Así, Alba Recondo y Lucía Esteso buscan y encuentran tonos y temblores con los que puedo empatizar en los momentos finales.

En definitiva: un fallido intento de magia literaria en el teatro, a cargo de un gran equipo cuyos autores  no han sabido encontrar el punto de unión escénica entre tantos misterios poéticos, emocionales, históricos… bien plasmados en el texto original de Bécquer.

 

De izquierda a derecha: Pablo Béjar (Metálica), Alba Recondo (Mañanas de abril y mayo), Javier Godino (Antoine, el musical), Lucía Esteso (Ni con tres vidas que tuviera).

 

El texto de José Ramón Fernández nos permite soñar con un homenaje a la tradición oral de cuentos, leyendas, relatos e historias que atraviesan el tiempo y perviven en la memoria del que escucha, convirtiéndole en narrador en futuros espacios de intimidad. Nos propone, también, un juego escénico cercano y reconocible para comprobar que el miedo a lo posible, a la dudosa verdad, a lo extrañamente intuido, a eso del “más allá”, es una cuestión de siempre que no hemos conseguido vencer. Los inmensos autores románticos son el punto de partida para este viaje por lo intangible y por lo oscuro que habita en nosotros y que nos atrae con un vértigo inexplicable.

Pepa Pedroche
Codirectora

 

 

De: Gustavo Adolfo Bécquer
Versión: José Ramón Fernández
Codirección: Ignacio García Pepa Pedroche

Con: Alba Recondo, Javier Godino, Lucía Esteso Pablo Béjar

Diseño de iluminación:  Francisco Ruiz Ariza
Diseño espacio sonoro: Ignacio García
Diseño escenografía y vestuario: Ana Ramos
Ayudante diseño iluminación: Carla Belvis           
Ayudante diseño vestuario: María Isabel Martínez
Ayudante diseño escenografía: Alejandro Contreras

Producida por el teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa
En colaboración con Tablas y Más Tablas

TEATRO FERNÁN GÓMEZ HASTA EL 8 DE DICIEMBRE 2024

 

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