Vincent River: dos solitarios en una boca de lobo
Horacio Otheguy Riveira.
Con tres funciones en la Sala Mirador, comienza su andadura una pieza de teatro del inglés Philip Ridley (Alimañas), con dirección e interpretación de Pilar Massa en el papel de una madre de clase baja enfrentada a un joven misterioso que lleva días siguiéndola (Eduardo Gallo): un encuentro que empieza en cuanto se encienden luces de escena, y que termina físicamente del mismo modo: frente a frente los dos personajes unas dos horas después, cuando ambos ya saben mucho uno del otro, más allá de todo prejuicio y mecanismo de defensa.
Dos solitarios, y en medio la memoria de Vincent, cuyo cadáver fue noticia sensacionalista, y es el centro de todo el encuentro, ya que el chico que llega de fuera fue el primero en verlo muerto, destruido por un grupo de tipos que se divirtieron apaleando a un marica. El chaval ha visto, quizás ha visto mucho, pero le cuesta hablar. Se llama Davey y está asustado e inquieto, nervioso, por primera vez tan cerca ante la madre que ha estado observando de lejos.
Poco a poco, y con ayuda de algo de ginebra y un porro, la necesidad de hablar se impone. Se produce un diálogo frenético que en un momento determinado se expande en un monólogo desesperado entre silencios y gestos de gran densidad.
Todo sucede en el reducido espacio de la antesala de un apartamento de alquiler entre cajas sin desembalar. Hábitat de una mujer árida, cuya capacidad de ternura llegará en medio de la tormenta destructiva de la historia de su hijo, narrada por un extraño que acabará entregándose como si lo conociera de toda la vida.
Entre ambos hay muchas palabras, algunas sonrisas, abrazos y choques que Pilar Massa dirige con mano firme y delicada a la vez, al tiempo que interpreta a Anita, la madre desolada que evita el llanto como si fuera una peste que acabaría con ella en cuestión de minutos.
El drama crece. La tensión es brutal.
Los detalles del crimen homófobo emocionan como una amenaza cotidiana que escuchamos a diario en el contraste de la conseguida libertad sexual enfrentada -en hombres y mujeres- a la barbarie de quienes no pueden soportarla, y lo demuestran humillando, golpeando, matando con la saña de bárbaros que necesitan destruir al extraño, el diferente, la pasividad de indefensos que consideran ideales para el ataque -sexual u homicida-.
Vincent River es un espejo en el que se refleja una sociedad moderna en cuyos márgenes brota lo peor; un río de Vincent como imparable corriente de odio que incluso llega a dar fuerzas a jóvenes de clase acomodada (Véase en España, A Coruña, el crimen de Samuel, donde un grupo de amigos esperan sentencia), lejos de las habituales bandas marginales.
Con traducción y adaptación del dramaturgo Manuel Benito (337 km, Un cadáver exquisito…), Pilar Massa ha consolidado su amplia experiencia con una obra realista de gran dificultad, pues empieza con un diálogo picado de naturalismo convencional para crecer en una dinámica de confesional discurso teatral. Los límites de la comunicación entre dos solitarios desconocidos vuelan hacia la poética de un gran dramaturgo, interpretado con el conocimiento profundo de recursos escénicos al servicio de un mensaje social de enorme importancia.
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Autor: Philip Ridley
Traducción y adaptación: Manuel Benito
Dirección: Pilar Massa
Reparto: Pilar Massa y Eduardo Gallo
Ayudante de dirección: David Tortosa
Escenografía y Vestuario: Miguel Delgado
Iluminación: Olga García
Espacio sonoro: Javier Almela
Producción ejecutiva y distribución: Salvador Aznar
Duración: 110 minutos aproximadamente.
Edad recomendada: mayores de 14 años.
REPRESENTACIÓN PRESENCIADA EN LA SALA MIRADOR DE MADRID EL DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE 2024