La piel fina: ¿estará la sinceridad sobrevalorada?

Mariano Velasco.

Coinciden estos días en la cartelera madrileña dos obras de teatro que vienen a tratar casi casi de lo mismo: de la mentira. O de la verdad. O de la mentira y la verdad. De cómo gestionar ambas y de cómo pueden influir la una y la otra en las relaciones sociales. Me refiero a Conspiranoia, de que ya hemos hablado en Culturamas, y ahora a La piel fina, escrita y dirigida por Carmen Marfà y Yago Alonso.

Se trata, en ambos casos, de comedias, y muy divertidas ambas, pero también de obras que saben abordar temas muy de actualidad en los que fácilmente nos vamos a ver reflejados y que, con la tontería y la gracia de por medio, a buen seguro que nos van a hacer reflexionar.

Porque, por ejemplo, lo que hace muy cercanos a los cuatro personajes de La piel fina es que lo que les sucede a ellos nos ha podido pasar, nos está pasando o nos va a pasar en breve a muchos de los espectadores. A ver, no me refiero a lo de tener un bebé feo y con los ojos saltones, que también puede ser, que esas cosas pasan, sino a otro tipo de situaciones más reconocibles. Como lo de presumir de vivir en un pueblecito tranquilo y apartado del mundo porque resulta, digamos entre comillas, mucho más agradable que hacerlo en la gran ciudad para al final reconocer que es que no te queda otra; lo de veranear en el camping El loro azul de Benidorm porque, también entre comillas, te mola el rollo tienda de campaña y eso; lo de dártelas de padre sacrificado y quedarte todas las noches en casita cuando lo que estas deseando, moderno -que eres un moderno- es pillar entradas del Mad Cool para ver a los Strokes; lo de presumir de lo bien que te apañas con un bebé recién nacido en casa cuando en el fondo, muy en el fondo pero sí, a veces te dan ganas de coger a la criatura y…

Pues todas esas situaciones tan variadas y tan familiares, y otras similares, se dan en una comedia como esta que, en contra de lo que podría parecer dicho lo dicho, parte de un planteamiento muy sencillo pero atrevido (lo del bebé feo y con ojos saltones), se desarrolla en una única escena de principio a fin, con un mismo decorado y con cuatro personajes que comienzan todos ellos muy arriba en sus planteamientos y convicciones y que, gracias a un hábil guion y excelentes interpretaciones, se nos irán derrumbando poco a poco, cada uno con lo suyo.

 

 

¿Qué es lo que hace que funcione tan bien algo tan aparentemente sencillo? Probablemente tenga mucho que ver que todo ello se aborda con la debida contención. Porque las situaciones que dan entre los personajes, la tensión que entre ellos se crea (que ya se vive desde las “cariñosas” collejas que uno le da al otro desde el principio del encuentro), bien podrían haber acabado a hostia limpia y tampoco hubiera pasado nada, salvo que se hubiese roto la magia de la comedia. Y eso no es lo que se pretende.

Sucede que después de ver esta obra, y sin necesidad tampoco de tener la piel muy fina, además de habérselo pasado bien se acaba uno planteando si la sinceridad estará un pelín, solo un pelín sobrevalorada en nuestra sociedad, si para mantener las amistades, la pareja, las relaciones a veces hay que tirar un poquito de mentirijillas o, por lo menos no ir dándoselas de sincero al cien por cien, lo que viene siendo ser un poco bocazas, vaya. Y también, poniéndonos en el otro lado, si en realidad es que la verdadera sinceridad empieza por no ir por la vida dándoselas de perfectitos y saber admitir los defectos de cada cual, sean estos cuales sean. Incluso que tu querido bebito sea, en un momento  dado y aunque luego se le pase, feo de cojones.

 

 

 

La piel fina

Texto y dirección: Carmen Marfà y Yago Alonso

Reparto: Leo Rivera, Laura Pau, Francesc Ferrer y Ángela Chica

 

Teatro Pavón. Hasta el 3 de noviembre 2024

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