Entrevista con la escritora Concepción Hernández

“Hemos ido despejando a la palabra de su significado e incluso de su propósito de comunicar”

 

Por: Pedro Luis Maestre.

 

“La introspección, la reflexión, la contemplación y el silencio son los compañeros de viaje” de Concepción Hernández (Alicante, 1971, escritora, psicóloga y matrona, quien nos ofrece su nuevo libro ‘¡Confía y suelta! Vol. 3’ (Star Sale Editores, 2024). 

En esta nueva entrega de la serie, la también novelista le deja al lector, a modo de aforismos, frases para el día a día, cada una entregada como una pista precisa, única y acorde con la vida cotidiana del lector.

Pregunta: – Mucho se dice que la palabra está devaluada. ¿Tú qué opinas?

Respuesta: – Estoy de acuerdo. Hemos ido despojando a la palabra de su significado e incluso de su propósito: comunicar. Ya no importa si lo que se transmite es la mismísima vacuidad, lo relevante es producir. El mundo digital, que nos empuja al exceso y la saturación, genera hartazgo.

La veracidad de las palabras es un atributo más bien escaso y está infravalorado.  El mensaje no importa, nos dejamos engañar. Además, descuidamos las formas hasta el punto de que, si es preciso, ajustamos normas de la RAE a la ignorancia general. Y así, arrastramos palabras, palabros y palabrotas que, en un mundo donde todo se mueve a velocidad ultrasónica, olvidamos al instante.

Antes, la palabra era ley, tenía fuerza contractual. Ya no.  Ha perdido su poder de transmitir confianza. La “posverdad” permite reasignar significados interesados y reinterpretar términos hasta vaciarlos de sentido.

P: – ¿Qué va a encontrar el lector en las frases de ‘¡Confía y suelta! Vol. 3’ ?

R: – Es una invitación a desarrollar la aceptación, a comprender que la libertad se encuentra en nuestra capacidad de elegir, y a reconocer que perdonar el pasado es un paso esencial para seguir adelante.

Estas frases suponen una fuente de inspiración, motivación y alivio; un punto de inflexión y también un punto de partida, pero fundamentalmente, plantean interrogantes. Hemos dejado de hacernos preguntas y sin reflexión, no hay progreso.  Somos individuos que dormitan en sociedades estancadas y todo lo que no fluye, tarde o temprano, apesta.

P: – ¿Estas frases tiene que ver con tu propio aprendizaje?

R: – Sin duda. Son respuestas a mis abismos que generan a su vez nuevas preguntas. La introspección, la reflexión, la contemplación y el silencio son mis compañeros de viaje. Con ellos, a través de ellos, e incluso a pesar de ellos, -pues en un mundo de prisas y ruido son más un obstáculo que una ventaja-, doy vida a mis obras.

P: – ¿La salud mental está en crisis de manera colectiva? ¿Por qué?

R: – Sí, y responde a diversas causas. Somos sociedades enfermas y superficiales que vivimos distraídas mientras damos la espalda a normas de convivencia básicas. Sentimos la presión de vivir en un escaparate expuestos a continuas críticas; y en busca de alivio, nos autocensuramos convirtiéndonos en seres incoherentes que conforman una sociedad hipócrita.

Nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y acciones en muchas ocasiones discurren en paralelo sin llegar a conocerse. La incoherencia es una lacra social, nos disfrazamos porque queremos encajar… ¿qué máscara me pongo hoy?, bien podría ser el primer pensamiento de muchos al despertar. Y caminamos sintiéndonos muy solos, esquivando las miradas, reprimiendo sonrisas, buscando una felicidad ilusoria basada en el placer y la negación de las emociones dolorosas como si estas, no tuvieran que existir.  Pero existen. Son necesarias porque suponen oportunidades para crecer, y tenemos que aceptarlas.

Además, en nuestra sociedad se encumbra a la víctima, y a la víctima hay que protegerla, cuidarla, procurarle recursos para que deje de serlo, pero no hay que premiarla. Ser una víctima no es meritorio, ni algo que pueda ser deseable, sino una desgracia que tenemos que acometer. Es necesario que fortalezcamos la autoestima de los individuos si queremos sociedades emocional y mentalmente sanas. Cuando uno se ama a sí mismo desde el reconocimiento de su valía y no desde la vanidad, se convierte en un ser más feliz, empático y tolerante que se relaciona a través de la colaboración y la inclusión.

P: – ¿Y la masculinidad, tal y como la conocemos, está en crisis?

R: – Está en pleno proceso de transformación, de evolución y adaptación a nuevas realidades. El hombre se está liberando de etiquetas tradicionales que lo vinculaban a comportamientos rudos, ahora se le permite ser más sensible, sin considerarlo por ello débil y vulnerable.

Las sociedades han cambiado: los modelos de familia, las dinámicas de poder, el machismo, el acoso y la violencia están en el punto de mira. Hoy se promueve la tolerancia cero y actitudes que antes se ignoraban, ahora generan alarma.

P: – ¿Qué liderazgo tendrá la mujer en la nueva conciencia de la humanidad?

R: – Esta nueva conciencia apunta a una humanidad más tolerante, global, intercultural e igualitaria, donde el liderazgo femenino será clave, con un enfoque   centrado en la integración, cooperación y empatía.

Nos dirigimos hacia esa nueva humanidad, pero no en línea recta, no sin retrocesos, y esa trayectoria distópica puede generarnos dudas sobre el camino. Sin embargo, debemos seguir adelante, y en este avance un gran paso podría ser superar el síndrome del impostor que afecta a muchas mujeres. Es esencial que reconozcamos nuestra valía sin sentir la necesidad de demostrar nada a nadie.

P: – ¿Ser matrona te ha cambiado tu relación con el mundo?

R: – Es una profesión hermosa y desafiante que suele despertar curiosidad. Nos hace sentir especiales al dar bienvenidas únicas y ser testigos en primera línea de lo especial y frágil que es la vida. 

Me ha permitido cultivar la calma, la paciencia, la empatía, y crecer emocionalmente; durante el desempeño de mi profesión es habitual realizar una labor de acompañamiento donde no siempre los desenlaces son felices, y en esas ocasiones sentirte útil es muy gratificante.

P: – ¿Una psicóloga convertida en escritora?

R: – O una escritora formada en psicología, los factores no alteran el producto, pero sí actúan como multiplicadores. Ambas facetas de mi vida son sinérgicas; escribo novelas y manuales que ayudan a mis pacientes y sirven como herramientas de sanación emocional. Hay una fusión perfecta entre ambas.

Se dice que el lector completa la obra al interpretarla y hacerla suya; si además consigue transformar su vida, tanto mejor. 

P: – ¿Qué significa para ti la literatura? 

R: – Asignar significados implica enjuiciar, y en los últimos años de mi vida he invertido esfuerzos titánicos en abandonar las etiquetas y los juicios porque me limitan y encadenan a una opinión fija. En su lugar, prefiero establecer una relación instrumental con las cosas: los propósitos son dinámicos, pueden cambiar y evolucionar sin generar contradicciones. 

En esta línea, hoy en día la literatura supone para mí una fuente de conocimiento con la que puedo saciar mi curiosidad, un instrumento de sanación con el que ayudar a otros y un refugio seguro donde puedo ser yo misma. 

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