Joker ‘Folie à Deux’ (2024): Un laberinto sin fin…

Por Pol Antúnez Nart.

La vuelta de verano ha sido intensa este año. Valiéndose de la tendencia habitual en los últimos tiempos, la cartelera en este nuevo curso ha venido cargada de grandes regresos. Pero en este caso vamos a centrarnos en uno de los más esperados, que ha terminado en un posible naufragio de proporciones bíblicas, ‘Jóker Folie à Deux’ (2024).

Es algo extraño que un director como Todd Philips, el cual suele acertar bastante el tiro en cuanto al gran público se refiere, llegue a pegar un patinazo de semejantes características, lo que nos hace preguntarnos si realmente es tan mala la película, o si la reacción acontecida es una suerte de delirio colectivo por parte de los fans. En este sentido, debo admitir que me cuesta defender demasiados aspectos del filme, pero tampoco voy a tratar de categorizar de manera rotunda el resultado, simplemente me limitaré a dar algunos apuntes que han ido totalmente en contra de lo que se pretendía con esta nueva entrega y que dificultan constantemente el hecho de poder introducirse en la historia. Así pues, entramos al detalle:

1. Perdida antes de nacer

Entendemos todos el valor económico de realizar continuaciones cuando existen grandes éxitos de taquilla, pero también es importante entender que para crear una saga debe existir cierta necesidad de continuar la trama. Por el contrario, en la primera entrega del Jóker, el mismo Todd Phillips dejó claro que su objetivo era dejarlo en una sola película. Es fácil entender que al bueno de Todd le entraran ganas de cambiar de rumbo respecto a esta idea inicial, cuando el signo del dólar llamó a su puerta. El problema es que luego hay que levantar una trama de la nada y a eso no siempre es fácil aportarle cierto sentido…

2. Intentar destruir lo que se crea siempre es un error

Entiendo que la coherencia no tenga que ser un sello para todo el mundo, y que exista gente a la que no le importen ciertas disonancias entre la primera parte de una historia y su continuación. No obstante, en este caso el problema es que la contradicción es argumental, y esta nueva entrega trata desesperadamente de destruir todo lo que trató de construir en la primera. Arthur Fleck deja de ser un individuo totalmente abandonado por un sistema ineficiente, para convertirse en un loco agitador que incita al caos y al desorden público por simple amor a la destrucción. En la segunda entrega es el Jóker quien representa una amenaza para un sistema, que salvo en contadas ocasiones, se presenta como una garantía de orden, traspasando ese germen del mal al propio Arthur y pretendiendo situar al espectador en el lado contrario del protagonista, lo cual resulta tremendamente confuso.

3. Un guion difícil de digerir

El guion es inconexo y se pierde constantemente en diálogos que no acaban de llegar a buen puerto. Son numerosos los momentos en los que la historia pretende llevarnos a cierta conexión entre los dos protagonistas, pero esa conexión no acaba de llegar y la relación amorosa entre ambos, que podía ser un elemento potenciador de la trama acaba siendo una nueva decepción para el espectador en el momento en el que Arthur abandona por completo a su personaje, para convertirlo en una metáfora descafeinada del populismo y de los peligros que este puede encarnar. ¡Ojo! Cuando hablamos del abandono del personaje, nos referimos a un abandono literal (lo veréis al final de la película). A su vez, nos quedamos con las ganas de ver más a Lady Gaga encarnando a una desquiciada Harley Quinn, que no termina de encontrar el protagonismo ni el espacio que merece.

4. Exageración y grandilocuencia en cantidades industriales

Cierto es que, si algo podemos destacar en la primera película del Jóker, es su iconicidad. Es imposible recordar el Jóker sin recordar la escena de las escaleras en el Bronx, los bailes kafkianos de Joaquin Phoenix en distintos rincones de la ciudad de Nueva York o la grandilocuencia de algunas secuencias a cámara lenta que son ya auténticas piezas para recordar, pero en ocasiones, menos es más. No me refiero al tema de que esta película este a medio camino entre un musical estrafalario y una tragedia griega, eso incluso me parece tolerable (aunque no a todo el mundo). Me refiero a la pesadez de una dirección de fotografía que busca llevar al extremo la fórmula de la primera película, lo que también favorece a la pérdida de perspectiva del diálogo y a una densidad que complica de manera constante poder seguir el hilo.

En definitiva, no sé si catalogar a ‘Jóker Folie à Deux’ cómo una mala película, pero sin duda, es una obra dispersa, desenfocada y difícil de seguir. A diferencia de la primera, no es apta para todos los públicos ¡Tengan cuidado!

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