Primer Acto 366: renovada fuerza para combatir el desaliento

Horacio Otheguy Riveira.

Amaneció este 366 con Ángela Monleón, felizmente montada en una hermosa ballena. Una energía poética con su dosis de realismo acompañado de delirio. Así el teatro renace de sus prematuras cenizas —anunciadas desde tiempo inmemorial— y entre clásicos y contemporáneos, “la tinta es savia, pócima mágica, nacida del sueño, del dolor, de la esperanza”.

Tras el espléndido editorial, el macrocosmos de la literatura, la poesía, el teatro en escena y en hojas impresas, la ballena canta, feliz para que el dolor de algunos hechos sobrecogedores se abrace con firmeza a su lomo, y sobre él una sonrisa colectiva, dispuestos a resistir con firmeza grandes del teatro aquí presentes, levantadores de telones, encendedores de luces, abridores de ventanas a un mundo que no por incierto, abandonará el fértil ajetreo cotidiano entre palabras y personajes, danzas, músicas y susurros…

 

Un gran plantel de autores —históricos y coetáneos, tan vivos unos como otros— para navegar en esta generosa voluntad de ser en un océano nacido para palpitar en el inmenso, todopoderoso, decorado del mundo del teatro. https://primeracto.com/producto/revista-primer-acto-numero-366/

 

De las bien nutridas 328 páginas, sigue una selección brotada de los muchos capítulos apasionantes de esta fascinante Revista-Libro de Primer Acto 366:

 

Teatro y vida en Eugenio Barba: fin de un ciclo de su célebre teatro; 80 años de vida: reflexiones valiosas dos entrevistas: Con Eugenio Barba: La libertad del teatro, por Amaranta Osorio. Con José Sanchis Sinisterra: Ser semilla, por Eva Redondo (desde página 61).

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Un naufragio y mi abuelo. Guadalupe Sáez. “Os enseñamos a resistir, a aguantar, cuando quizá lo mejor sería aprender a rendirse”. [Página 79]

NÍNIVE. Guadalupe Sáez. XIV Premio de Textos Teatrales Jesús Domínguez.

A mi abuelo

  1. La orilla.

Yo. En ese espacio. Yo. En ese punto. Yo. Nada más. Nadie más. Empiezo.

Yo.  Cuando ya tenia cinco años, mis padres se empeñaron en enseñarme a nadar, pero en mar abierto.

Cuando tenía cinco años, mis padres quisieron enseñarme a nadar, pero en mar abierto.

Y la verdad es que, hasta hace poco, yo no sabía muy bien por qué. No lo sabía y además me daba miedo.

Pensar en los peces,

en la profundidad,

en los muertos.

De esa época, como de todas, ahora mismo solo recuerdo un par de lecciones.

La primera es que en mar abierto, cuando nadas, lo importante no es lo lejos de que puedes llegar sino saber que al final tendrás que volver.

La segunda es que tendrás que dejarte llevar, alejarte mucho de la arena y confiar en que la marea te devuelva pronto a la orilla … [Recto completo: páginas 81 a 121].

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Calderón y la querella de las mujeres

por María Luisa Maillard García

 

… Calderón no solo recogió las reivindicaciones de las mujeres cultivadas de la época en algunas de sus obras; sino que nos ofreció una variopinta gama de personajes femeninos —madre. hija, amante, santa, pecadora, intelectual, bandolera, aristócrata, plebeya, gobernante, diosa y símbolo de la naturaleza humana—, bien es cierto que adaptándolos a las convenciones que la época exigía, diferentes en la comedia, el drama, y el auto sacramental … [Páginas 235 a 241].

 

La hija del aire: “Marta Poveda en su primer protagonista absoluto en la tragedia, entregada de lleno en el harto complicado empeño de empezar en lo más alto, con una escena de extrema tensión, y seguir subiendo hasta el final en una espiral extenuante que le exige un gran esfuerzo. Recorrido minado de peligros que sortea con singular talento, logrando en todo momento que los espectadores la sigan de cerca en su tortuoso camino.. [Crítica completa en CULTURAMAS].

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La diferencia, fuente de fortuna

Homenaje a Natalia Menéndez, tras recibir la insignia de Caballero de la Orden de las Letras y las Artes en un acto celebrado en la Residencia de Francia en Madrid.

En páginas 287 a 288, las palabras de la actriz-directora-traductora con las que recibió su insignia:

“… Como franco española disfruto de dos culturas amplias y hermosas; esta riqueza me ha llevado a viajar y a apreciar la diferencia, a saborear de ambas, sin preferencias, sin prejuicios, pero sí con mucho amor. Me fascina la palabra y sus silencios, adoro los vericuetos y las posibilidades que ofrece el francés, aunque me cuesten los días y las noches y muchos paseos para conseguir traducir una expresión de autores como Marivaux, Ionesco, Duras, Molière o Topor. Para poder traducir debes amar las dos lenguas…”

 

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Tributo de quien suscribe al talento de Natalia Menéndez, en dos trabajos memorables con crítica en CULTURAMAS: su Traducción y versión de La cantante calva, de Ionesco; y su puesta en escena de, El vergonzoso en palacio.

“Feliz noche de estreno la de Natalia Menéndez que salió a agradecer los aplausos en un muy bien orquestado saludo final en plan entusiasta fin de fiesta. En definitiva, un Vergonzoso en palacio tan divertido como complejo, revitalizado con algún guiño calderoniano, entre muchos otros chispazos.

Sale de juerga la irreverencia del clásico que se ríe de sí mismo, en la preciosa cobertura de un mundo en el que podemos reconocernos como si, 400 años atrás (se estrenó en 1621) ya palpitara el valiente arrojo de mujeres que rompen los sórdidos estigmas sociales que las condenan a la tortuosa obediencia patriarcal”.

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