Sibylla, de Max Baitinger

Portada de Sibylla

Sibylla, de Max Baitinger (Fulgencio Pimentel, 2024. Traducción de Núria Molines y César Sánchez).

La editorial Fulgencio Pimentel publica al mismo tiempo dos novelas gráficas del alemán Max Baitinger (Alemania, 1982). Por un lado, reedita la sobresaliente Röhner (con un nuevo formato más atractivo y manejable) y también estrena Sibylla, que fue nominada a mejor novela gráfica en el Festival de Algoulême en 2022. Lo primero que hay que decir es que el libro entra por la vista y por el tacto, pues se trata de una edición muy cuidada, con tapa dura y hojas de gran calidad.

Sibylla se basa en la vida de Sibylla Schwarz (1621-1638), poeta alemana de la época barroca que murió con tan solo 17 años y pasó a la historia como una de las primeras poetas feministas. Sin embargo, no es una biografía en sentido estricto; de hecho, está bastante alejada de esa idea, pues Baitinger aprovecha la excusa de un encargo por el cuarto centenario de la joven poeta para (de)construir una novela gráfica que explora los límites del dibujo y la narración.

La vida de Sibylla Schwarz puede guardar cierta similitud con Emily Dickinson, pues fue una joven poeta que a pesar de las dificultades de su tiempo, logró centrarse en su escritura y dejar un legado poético importante. La autora vivió una época difícil, envuelta en la Guerra de los Treinta años, que tuvo a su país en jaque contra Suecia y que supuso una gran merma de población en el país germano, obligando a su familia, como a tantos otros, a huir de su pueblo para refugiarse en Frätow y después en Stralsund y Rügen.

Página interior

Sibylla está dividida en distintos capítulos que conforman un relato complejo al alternar varias capas y discursos (hay hasta tres tipografías distintas), donde se tematiza la propia creación del cómic Sibylla y se nos informa de cómo la Asociación de Amigos de Sibylla Schwarz le ofrecieron a Baitinger semejante proyecto. Pero, de manera sorprendente, el autor alemán se ventila la biografía de Schwarz en unas pocas páginas e ironiza sobre la escasez de documentos acerca de la poeta para poder ajustarse a los detalles de su vida. A partir de ahí construye otra novela gráfica, que incluye poemas de la autora y retazos ficcionales sobre Sibylla y su padre y los problemas derivados del duro contexto de la época.

Una de las cosas que sorprenden de su otra gran obra Röhner es el empleo del absurdo y el humor que brotan tanto de los diálogos como de las viñetas, generando situaciones cotidianas que se resuelven de manera un tanto insólita. En Sibylla persiste cierto extrañamiento y surrealismo, pero la ironía y el peso del discurso ganan enteros. También hay una evolución gráfica, pues a pesar de continuar con un trazo sencillo característico del autor, se aprecia un tratamiento diferente en el uso del color, dando cabida también a la acuarela y a una mayor exploración de los límites de la página e incluso de la narración. En muchos momentos se tiene la sensación de que se trata de un ejercicio de estilo, acercándose más al cómic poético que al narrativo, gracias, entre otras cosas, a la paleta de colores grises y sus formas sugerentes, así como a cierta abstracción. En distintas ocasiones se prescinde de las cajas de las viñetas y los dibujos se desmarcan, se amplían dentro de la página hasta casi salirse. La linealidad a veces se corta, con digresiones que realzan su valor visual y experimental, lo que, unido a la ironía, confecciona una propuesta profunda a la vez que sorprendente.

Quien pretenda encontrar una simple biografía tebeística, se sentirá seguramente decepcionado. Sin embargo, quien busque una propuesta más libre y experimental, abierta a nuevas miradas, encontrará en Sibylla una potente novela gráfica que ensancha las posibilidades del noveno arte.

Por Carlos Huerga.

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