“Irma Vep”: manifiesto por el caos.
Por Paco Martínez-Abarca.
Olivier Assayas (Francia, 1955) pertenece a un reducido grupo de cineastas que se han formado previamente en la crítica cinematográfica. Es por ello que en sus películas hace uso de un denso conocimiento del cine, incluyendo a menudo reflexiones en torno al propio arte. Sus películas son autoconscientes, navegando entre géneros y deconstruyendo la narrativa tradicional para encontrar nuevas formas sobre las que plasmar una tesis sobre el cine.
En Irma Vep (1996) asistimos a la historia de un rodaje ficticio, un remake que se pretende llevar a cabo sobre Les Vampires (Louis Feuillade, 1915), famoso serial de los orígenes del cine. El diálogo entre la película fuente y el remake es evidente, y esconde reflexiones en torno al pasado, el presente y el futuro del cine.
Assayas, influenciado por la Nouvelle Vague, parece darse cuenta de que urge un cambio radical en la forma de hacer películas en tiempos donde todo parece ya inventado. Es inútil en apariencia hacer un remake de una película que pertenece a otro tiempo si no se cambia el punto de vista o la distancia, como bien expresa el personaje del director, Rene Vidal, encarnado por Jean Pierre Léaud, uno de los actores pilares de la Nouvelle Vague. Es un director desfasado, incapaz de trasladar la esencia de la película original a estos tiempos. Es un símbolo del desgaste de las formas tradicionales, de la necesidad de reinventarse. Es necesario un cambio en las formas, y no es casualidad que por ello Irma Vep sea una película puramente posmoderna. Lo es en su argumento, donde la protagonista es Maggie Cheung, quien se interpreta a sí misma como la actriz que encarnará al mítico personaje de Irma Vep. El posmodernismo y esta autorreflexión también se encuentran en una trama que bombardea multitud de referencias cinematográficas de su propio presente. Es por tanto una película viva (que vive en un mundo real), a la vez que caótica por sus movimientos de cámara (que destapan el buen gusto en la composición de Assayas), y también valiente a la hora de cambiar de registro, de género, e incluso de protagonistas.
Assayas parece tener claro que en la experimentación y la improvisación está el germen de las nuevas ideas que deben llevar al cine a la evolución. De ahí su secuencia final, enigmática e inesperada, donde la película sufre un “ataque de rabia” en forma de rallajos y pintadas sobre el negativo original. Un arrebato que proclama el libre albedrío, el método por el cual alcanzar otras formas de expresarse.
La vida detrás del rodaje también es el foco en el que se centra Assayas. Las relaciones entre personas son para él algo muy valioso. Así como también mostraba Truffaut en La Noche Americana, una oda al amor, a la pasión por el cine y la pasión por hacer ese cine; en Irma Vep encontramos paralelismos. Sin embargo, Assayas impone una visión algo menos idealizada del “arte” de hacer películas: los problemas personales y la salud mental pueden sobreponerse al hecho de realizarlas, y las relaciones románticas infructuosas, que pueden ocurrir detrás del rodaje, son también de interés para él. Esto último es además un punto común en su cine. En Personal Shopper, obra de género, el tema de la ruptura aparece hasta en tres parejas distintas de la película. Y es que en torno a esto Olivier Assayas (en específico su propia vida) enlaza de forma experiencial con otras obras muy recientes.
Varias décadas después, Irma Vep vuelve al primer plano, reconvertido ya en un “universo” de obras audiovisuales entrelazadas entre sí. A esta película de 1996 se le suma una miniserie en 2022 con el mismo nombre, que esta vez bajo este formato televisivo relata la historia del rodaje de Les Vampires. De nuevo está la rigurosa voluntad de transmitir la realidad del presente, como forma de escribir un cine reflexivo con él mismo. Si antes se trataba de una película, ahora Assayas cambia a una estructura en capítulos, así como también lo hace el relato.
Otro elemento vinculado a Assayas es La isla de Bergman (Mia Hansen-Løve, 2021). Estamos ante una película que navega aún más entre la ficción y la realidad, con ansias de trasladar la experiencia personal de su directora. A ambos se les vincula personalmente desde 2009. Irónicamente, en esta película uno de los personajes alude (indudablemente) al propio Assayas. Así, él se convierte en un personaje y su cine, se convierte en objeto de debate, tal y como él había hecho en sus anteriores películas.
Me ha gustado mucho. Me ha parecido muy interesante
Un buen articulo y como siempre, descubriéndome películas interesantes.
Las historias dentro de historias y de cine dentro del cine.
Gracias Paco.
Muy interesante. Me apunto película y serie. Gracias!
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