‘La hermana del desván’, una simbiosis perversa

JOSÉ MIGUEL LÓPEZ-ASTILLEROS.

La hermana del desván, Gøril Gabrielsen. Las afueras, Barcelona, 2023. 208 págs. 18.95 €

La hermana del desván (2008) es la segunda novela de las cinco publicadas hasta la fecha en su país por la escritora noruega Gøril Gabrielsen, y la primera en nuestro país. El título, según el traductor de google, sería algo así como Posibilidades vertiginosas, sin miedo; en la versión inglesa de 2015 apareció como Las hermanas del espejo; en cambio, en la editorial española Las afueras lo ha hecho recientemente (2023) con el título La hermana del desván, menos sugerente pero más explícito respecto a los hechos que se narran, lo cual demuestra que toda traducción es una elección interpretativa, e incluso creativa. La que tenemos está bien vertida al español por la leonesa Ana Flecha Marco.

Dos hermanas de mediana edad viven solas en una casa aislada en Finnmark, la región más septentrional de Noruega, de donde es oriunda la autora. La mayor, Ragna, se encarga de atender a la más pequeña desde que murieron los padres, ya que su cuerpo de cintura para abajo sufre una parálisis casi total. Todo cambia cuando aparece Johan y comienza una relación sentimental con Ragna. A partir de ahí todo se va a precipitar hacia un final que nos dejará sobrecogidos, como consecuencia de haberse alterado la relación entre ellas, ya de por sí muy tensa y violenta desde siempre.

Nadie escribe al margen de la cultura que recibe, ni tampoco nadie lee como si no hubiera leído antes o hubiera visto unos centenares de películas, por citar dos artes. Tanto es así, que a pocas páginas del comienzo se nos viene a la cabeza Rebeca, no la novela de Daphne du Maurier, sino la versión cinematográfica de Alfred Hitchcock; esto es así porque, sin ser una novela gótica, contiene algunos elementos que sí lo son, como el marco donde tiene lugar la acción, la introspección psicológica de los personajes, etc.; lo que la aleja de la obra literaria citada y la acerca a la cinematográfica es sobre todo  la técnica narrativa con la que comienzan ambas, un flashback que constituirá casi todo el cuerpo de la narración, esto es, el segundo capítulo de los tres que tiene la novela, flanqueado por los otros dos muchísimo más breves. Y relacionada con Rebeca, por la influencia que tiene en la novela de Daphne du Maurier, se nos viene a la memoria la esposa desequilibrada que el señor Rochester ha encerrado en la mansión aislada de Thornfield en la novela Jane Eyre de Charlotte Brontë, o aun las películas basadas en ella, entre las que destaca la de Robert Stevenson; es necesario aclarar que el argumento de la novela de Gøril Gabrielsen nada tiene que ver con las obras mencionadas, al no obedecer a los parámetros de la novela gótica sentimental, aunque tenga un cierto aire de parentesco en ciertos aspectos; además no tiene nada de melodramática, como sí lo tienen las que hemos referido; y por supuesto el enfoque es plenamente contemporáneo. Mucho más fácil es relacionarla con Qué fue de Baby Jane, la extraordinaria película de Robert Aldrich, protagonizada por las míticas Bette Davis y Joan Crawford, en la cual una actriz fracasada tiene que cuidar de su hermana postrada en una silla de ruedas, otrora también una actriz, pero en este caso, de éxito, como en la infancia lo fue la otra; aun siendo dos obras muy diferentes, sí que hay ciertas concomitancias, sobre todo en el personaje de Baby Jane.

Otra referencia que se nos vienen a la mente de manera insistente es la novela de Henry James Otra vuelta de tuerca, en la cual no nos podemos fiar de que lo que cuenta la narradora en primera persona sea cierto, al igual que sucede con la protagonista de Las hermanas del desván, en la primera porque sospechamos que pueda tener alterado el juicio, y en la segunda porque lo único que tal vez le importe en su egocentrismo sean sus percepciones y pensamientos con el fin de liberarse de su propia culpa, entre otras razones; también comparten la creación impecable del ambiente opresivo y asfixiante en el que están encerradas sus protagonistas, dentro de sí mismas y de la casa que habitan. Así pues, la obra de la escritora noruega se abre paso con nitidez y personalidad propia entre estas referencias y muchas otras de la historia universal del arte.

Aparte del escenario y la atmósfera claustrofóbica, el gran logro es la compleja y brillante creación del personaje de la hermana discapacitada que narra la historia. A través de ella conoceremos los hechos y su relación con Ragna y Johan, además de algunos episodios del lejano pasado familiar compartido por ambas. El predominio mayoritario de la primera persona condiciona el profundo subjetivismo que pronto nos hace sospechar de la veracidad de lo que nos está contando, de la misma manera que ella sospecha constantemente de las intenciones secretas respecto a su destino que alberga Ragna. Sabedora de nuestro recelo, utiliza otras personas gramaticales para referirse a ella misma, con el fin de que no salgamos de la trampa que ha urdido para imponer su punto de vista. Si nos detenemos un poco a pensar, hasta los diálogos en estilo directo, aparentemente objetivos, los ha elegido y escrito la narradora. Como en Otra vuelta de tuerca, no hay nada ni nadie externo que ratifique su testimonio. La llamamos narradora porque jamás nos transmite su nombre, de este modo la autora protege a su personaje del juicio que pueda hacer el lector, diluyendo su responsabilidad en el espejismo del anonimato, sobre todo respecto a los despiadados y feroces juicios que emite sobre Ragna y en menor medida sobre su pareja. Con frecuencia trata de mostrarnos el haz y el envés de la relación que mantiene con su hermana en el ejercicio de poder por el predominio de una sobre otra, psicológico e intelectual en el caso de la hermana pequeña, más físico en el de Ragna; a esta lucha se sumará Johan desde su aparición; será una lucha desgarradora, llena de reproches violentos y un odio atroz. Pero también hay lugar para mostrar la ternura y el amor como contrapunto, aunque en mucha menor medida, quizás para dotar de veracidad a todo lo inquietante que va desgranando página tras página, en las cuales no faltan momentos de suspense y hasta de terror.

Es significativo que la crueldad de nuestra narradora no solo se vierte hacia afuera, sino también hacia sí misma. Sus pensamientos y emociones están basados en las percepciones que le llegan a través de los sentidos, en particular por el oído, dada su dificultad para moverse, de ahí la importancia del silencio para ella, por la vista y en menor medida por el olfato. Dichas percepciones son elaboradas intelectualmente y escritas en cuadernos. Entre sus pensamientos tiene especial relevancia la constante reflexión sobre el poder del lenguaje y la creación, siendo así que para ella narrar es esencial para confirmar su existencia dentro del inmovilismo que preside su vida. Hacia la página 98, como si intuyera nuestra desconfianza, admite que puede haber estado fantaseando, aunque no lo asegura, por ello hay un cierto cambio de actitud, de manera que a partir de ahora si bien continúa el relato con el mismo subjetivismo, lo hará sin acentuar en exceso el patetismo de las páginas anteriores, tal vez con objeto de recuperar la posible credibilidad puesta en entredicho, aunque para nada disminuye su rencor y deseo de venganza.

La justificación de este auto cuestionamiento consiste en su incapacidad para conocer la verdad y establecer quién o quiénes son los culpables de la situación en la que se encuentra. Es en momentos como este cuando más sincera nos parece, y más cerca estamos de creer su historia, aunque más pronto que tarde volverá a imponer su visión, en un juego en el que ha convertido al lector es un personaje más, al cual hay que convencer de la versión del relato que le está llegando a través de sus palabras. Cada lector decidirá, según su interpretación, si está de su lado, del de Ragna, o tal vez de ninguna de ambas. El lenguaje es breve y preciso, de un lirismo inquietante, desnudo y aterrador, que nos recuerda a los cuentos del también noruego Kjell Askildsen, de una perturbadora sensualidad poética que hiere.

La hermana del desván es una novela breve y cruda sobre el amor y el odio, la dependencia física y emocional, el poder, la crueldad, el miedo, la manipulación, los límites entre la realidad y la ficción, la soledad, el sufrimiento, la verdad y la mentira, la familia, el poder del lenguaje, la maldad… Cuando regresamos de las oscuras simas a las que hemos descendido de la mano de esta mujer discapacitada, ya no seremos los mismos, porque contemplarnos en el espejo de su relato en razón de nuestra naturaleza humana, agita nuestra conciencia, nos conmueve en lo más íntimo y no nos deja indemnes. Esta es la mejor prueba de que estamos ante una obra de arte que merece la pena conocer y disfrutar.

2 thoughts on “‘La hermana del desván’, una simbiosis perversa

  • el 14 febrero, 2024 a las 11:16 am
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    Una buena aproximación a un novela que entran ganas de leer.

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  • el 25 febrero, 2024 a las 11:48 pm
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    Efectivamente, indemne no te deja. Una muy cruda realidad y aquí, poética.

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