Pablo Razuk ofrece en Madrid una vibrante visión del último Lorca: El camino de la fuente
Horacio Otheguy Riveira.
Lorca recorre países y ciudades con una liviandad sorprendente, como si nunca se hubiera ido y revolotearan sus creaciones entre las gentes de diversos idiomas y, por lo tanto, diversas culturas, todas partes su noble voluntad de intentar comprender a las sociedades más disímiles.
Solo en Madrid y en apenas dos temporadas, algunas de sus obras se erigieron como si fueran estrenos, y sobre todo cuatro creaciones aún se exhiben con rigurosa y muy sensible voluntad de reinterpretar al poeta (“Todo dramaturgo verdadero es un poeta que trasciende la epidermis de las convenciones sociales”, Peter Brook). Cuatro títulos muy originales que llevan a sus espaldas largas jornadas de elaboración, algunos a lo largo de varios años en sucesivas representaciones: Bernarda y Poncia, de Pilar Ávila; Ausencia de Bernarda, de Ramón Paso; Poncia, de Luis Luque y ahora, desde Argentina en una renovada puesta en escena —sobre lo que se estrenó en 2019— esta que comento.
Una pieza escrita y dirigida por Sabatino Palma e interpretada por Pablo Razuk, quien a su vez interpreta a otro actor, acaso él mismo, uno cualquiera entre la soledad de un escenario casi desnudo y el entusiasmo por conectar por vez primera con un escritor admirado.
Así que vemos a este “actor” hacer una obra de teatro que el autor original, Federico García Lorca, no pudo terminar: La Comedia sin Título, ya que no logró encontrarle el final. Asumiendo ese riesgo, el intérprete encara una función ante su público, en el mismo lugar donde Federico trabajó sus espectáculos. Y traza un camino en busca del poeta, que sabiamente vendrá a rescatarlo, antes de que se pierda definitivamente en su búsqueda…
El resultado es una función con vida propia, buen ritmo, imaginación creciente para rendir homenaje al teatro con Lorca y en sí mismo, como vehículo de rica transparencia donde entregar al espectador, preguntas, respuestas, emociones y nuevas preguntas sin olvidar la carga fantástica del brillante ejercicio creativo del público al entablar un lance con el ser y estar en escena, respirando a la par de un hombre de teatro, a su vez docente con potentes herramientas de trabajo en el arte de interpretar.
Una búsqueda. Un gran encuentro. En la búsqueda está el proceso creativo a través del trabajo de un actor que canta con buena voz, anda entre poemas de Federico y le sigue en el carro donde va Camino de la Fuente, hacia el barranco donde habrá de ser ejecutado, asesinado por la espalda, así los hechos reales se entrelazan con una innovadora ficción para indagar aún más profundamente en ese cuerpo vilmente eliminado, cuyos restos aún no se han encontrado.
Suenan en la voz de Razuk con exquisita precisión, con severa delicadeza, versos entrañables de gran musicalidad: «Eran las cinco en punto de la tarde/ Un niño trajo la blanca sábana/ a las cinco de la tarde/ Una espuerta de cal ya prevenida/ a las cinco de la tarde./ Lo demás era muerte y sólo muerte/ a las cinco de la tarde»… Mientras busca el actor entre recuerdos, vestuario diverso, la mirada perpleja del espectador, la sonrisa amable de aquella espectadora, aquellos gestos sorprendidos en la penumbra del patio de butacas cuando todo parecía alucinar…
Textos de Lorca y del autor de este texto, para fundirse en 60 minutos de creatividad que se queda con nosotros para seguir los pasos, las infinitas huellas de un escritor genial asesinado cuando solo contaba 38 años. Un excelente monólogo que no parece, dada la intensidad con que se suceden pujantes situaciones y atractivos personajes.
Autoría y dirección: Sabatino Palma
Interpretación: Pablo Razuk
Luces y sonido: Andrés Torrecillas
Producción de vídeo: Pablo Cernadas y Marcela Marcolini
Productor ejecutivo: Miguel Ángel Chulia
Producción: El Tío Caracoles productions company