’84, Charing Cross Road’, la novela de Helen Hanff
FRANCISCO JOSÉ GARCÍA CARBONELL.
Esta es una novela que te llega hasta lo más profundo del corazón. Todos aquellos que amamos los libros, que nos dejamos llevar por esa necesidad de ir de vez en cuando a una librería para ver que nos llevamos de esos sitios fabulosos, sentimos una especial fascinación por una obra que se construyó a partir de una correspondencia real.
Charing Croos Road es una de esas novelas imprescindibles de la literatura universal. No me suelo dejar llevar por unos sentimientos desmedidos a la hora de hacer una crítica literaria, aún así les digo de veras que esta obra los merece.
Nos encontramos con una tal Helene, becaria sin muchos recursos económicos pero con una gran inquietud por la literatura. Esta, que es llevada por su vocación para escribir, no podía sospechar que su gran obra iba a dar lugar en el momento que su vista vino a topar con el anuncio de una librería londinense especializada en libros agotados. Nos encontramos a finales de los años cuarenta, es importante anotar esto, e Inglaterra se encuentra aún recuperándose de los efectos de la segunda guerra mundial.
Y aquí, podríamos incluso verlo de una manera mágica, que envía la primera carta. Una petición escueta, formal, y acompañada de algo de dinero, y en donde solicita su primer libro. Es a partir de entonces, a través de este acontecimiento fortuito, como se va a ir forjando uno de los grandes clásicos de la literatura del siglo XX.
Y trascurre el tiempo y las correspondencia. Vemos cómo estas se van deslizando cada vez más en una vorágine de emociones por parte de Helena cuando describe ese asalto de emociones que siente cuando abre el paquete que contiene los libros solicitados o el deslumbramiento al tacto de los mismos, pero sobre todo lo que en ellos van escrito es lo central en sus palabras. Frank, el librero que se encuentra en la otra línea de la correspondencia también deja abrir, poco a poco, su corazón. Vemos un hombre empeñado no solo en complacer los caprichos de su cliente, sino alguien de verdad entregado con una pasión desbordante a los libros, un verdadero amante de estos. Entre ambos nos van dibujando ese mundo de ensueño que va más allá de una relación entre vendedor y clienta, algo unido a la locura suelta de unos ávidos corazones por las letras y por lo que estas dan de sí a la imaginación.
Esa misma unión en los libros también consigue que aflore la idealización del otro, el amor que nunca se toca para no quedar desbrozado y convertido en cenizas al toque físico de las manos. Un latido que se percibe desde la distancia y a través de desciframiento de aquello que se esconde en la oscura claridad de las páginas.