La Regenta. Ópera de hoy con una espléndida puesta en escena de Bárbara Lluch
Horacio Otheguy Riveira.
Una reunión de talentos femeninos está en la base de esta creación: Amelia Valcárcel adapta el largo y muy denso texto de la novela de Leopoldo Alas, Clarín, y lo hace con un dominio pleno de síntesis dramática y precisos perfiles de personajes. La música llega de la mano de María Luisa Manchado Torres, responsable de una impactante confabulación de emociones que van de lo atonal a lo épica, permitiéndose un lirismo que eriza la piel para solo de violín. Y Bárbara Lluch, directora escénica que compone con elegancia, no exenta de crudeza, la desolación de La Regenta en su prisión de lujo, con un marido ausente y un amante que le permite huir de la catástrofe impuesta para caer en otra aún mayor.
Puesta en escena minimalista en apariencia, porque con la iluminación de un perfecto cómplice masculino, Urs Schönebaum, y el vestuario de Clara Peluffo —simbólica gran variedad de trajes que dos mujeres quitan y ponen a La Regenta— se produce una fusión de estilos de excepcional creatividad: la vitalidad crítica del expresionismo, la coralidad significativa de un grupo social influyente en Vetusta, la ciudad asfixiante en que transcurre la acción (escándalo en su época, por representar el Oviedo natal del escritor, hoy día con un hermoso monumento a la protagonista)…
Con todo ello se ha forjado el ámbito por donde los intérpretes, de muy alta escuela todos ellos, van del teatro a la ópera contemporánea con una naturalidad forjada con lujo de detalles, que comienza cuando el público llega en busca de su butaca: una mujer en penumbra en un escenario vacío, aparentemente sin puertas, con una chaise longue del siglo XIX como única decoración. La mujer que parece desnuda con una vestimenta escasa, color carne, anda por la prisión de su espíritu limitado a sobrevivir en un ambiente agobiante sin posibilidad de vuelo alguno. Allí sabrá de la hipocresía del cura “amigo del alma”, de la indiferencia del marido, y del fugaz ardor de un amante, un deseo sexual prohibido en todos los aspectos.
Anticlerical con rudeza y rigor de un escritor formado con los jesuitas que acaba siendo un converso del mundo laico, cuya enérgica crítica social da lugar a una de las mayores novelas europeas.
Universo masculino rendido ante la mujer enclaustrada
María Miró, La Regenta, una protagonista modélica para un personaje inédito en la historia de la ópera, aquí consagrando la perfecta unión del género con la literatura, el teatro gestual y una concepción plástica que profundiza en las aristas, luces y sombras de un proceso femenino en una sociedad donde los hombres temen y desean al sexo opuesto.
Una situación que Leopoldo Alas desarrolló en una obra publicada en dos tomos con casi 900 páginas entre 1884-1885, y lo hizo en un contexto de escritores que susurraban —entre gritos— la desesperante condición femenina, asfixiada por la Iglesia Católica y sus dependientes valores burgueses. Así, Gustave Flaubert con la esposa de un médico rural, Madame Bovary (1856), Èmile Zola con mujeres proletarias —entre muchas otras— La Taberna (1877) y Nana (1880) o Pérez Galdós con Doña Perfecta (1877) y Fortunata y Jacinta (1887) —por citar dos de su prolífica producción.
Director Musical Jordi Francés
Directora de Escena Barbara Lluch
Espacio Escénico e Iluminación Urs Schönebaum
Diseño de vestuario Clara Peluffo
Edición musical Guillermo Buendía
Dirección del coro Josep Vila i Casañas
Figurantes Andrés Bernal y Magdalena Aizpurua
María Miró – La Regenta
David Oller – El Magistral
Vicenç Esteve – Álvaro Mesía
Cristian Díaz – Don Víctor
Pablo García-López – Paco Vegallana
María Rey-Joly – Obdulia
Anna Gomà – Petra
Laura Vila – Doña Paula
Gabriel Díaz – El Sapo
Orquesta Titular del Teatro Real
Una coproducción del Teatro Real con el Teatro Español
Estreno absoluto
NAVES DEL ESPAÑOL EN MATADERO. DEL 24 al 29 DE OCTUBRE 2023