Ante los 440 años del Teatro Español: Arder y no quemarse, una lúdica aventura
Horacio Otheguy Riveira.
El teatro en activo más antiguo de Europa llega a tan avanzada edad gozando de magnífica salud, con una programación exultante, de gran calidad en dramaturgias, directores y repartos. En su 440 aniversario se ha creado un espectáculo que evita el rigor de las cronologías, admitiendo tan solo el eje de los varios incendios que asolaron el edificio desde el siglo XVI. Esta producción se ha propuesto lanzarse a un surrealista devenir de ciclos de grandes aventuras emocionales por donde viajaron desde Lope de Vega a muchos de todos los demás sin orden estricto, y sin recalar demasiado en ninguno.
Una propuesta difícil, arriesgada y de resultados muy desiguales. Aunque su punto de partida es claro, el proceso creativo no lo es tanto, desarrollándose en un amplio abanico de confusiones en épocas, creadores y de todo lo que la propia producción establece:
«Miramos al cielo abierto del Corral del Príncipe, cerramos los ojos un instante y los abrimos bajo la imponente lámpara de cristal que hoy vemos encima de nuestras cabezas para contar esta historia como en un pestañeo, desafiando las normas del tiempo. Desde su inauguración en 1583 hasta nuestros días, el Teatro Español ha sido testigo de excepción de la historia del teatro en España y de los sucesos sociopolíticos y culturales más relevantes de nuestro país. En este viaje fascinante, artistas, gestores, arquitectos, técnicos o investigadores han hecho posible la conservación, preservación y transformación de este Ave Fénix, que ya ha resurgido victorioso en múltiples ocasiones de sus cenizas. Y es quizá precisamente por esto que este edificio es un símbolo para todas las personas que nos dedicamos al difícil arte teatral».
Una propuesta demasiado amplia y difusa, que funciona en su aspecto lúdico, pero que decae cuando pasa de puntillas por grandes acontecimientos históricos y profundiza poco: mucho guirigay y poca sustancia. Excesiva intensidad en parodiar aquí y allá, hasta dar con una caricatura lamentable de Valle Inclán. Tiene a su favor una gran escena entre Margarita Xirgu y Cipriano Rivas-Cherif que, como todo lo demás, funciona mejor por sus intérpretes que por el texto que les reúne en un momento clave entre tantas transiciones.
En general, la propuesta —demasiado larga en 2 horas 15— es defendida con ahínco por un espléndido elenco que se estrena en este escenario, pero que a varios de sus integrantes he aplaudido con entusiasmo en funciones muy diversas, tales como Pablo Chaves, Javier Lara, Mariano Estudillo, Carlota Gaviño…
Dramaturgia Jose Padilla y Grumelot
Dirección Iñigo Rodríguez-Claro
Con Bentor Albelo, Pablo Chaves, Marc Domingo Carulla, Mariano Estudillo, María Gálvez, Carlota Gaviño, Pepe Hannan, Javier Lara, Cristina Martínez Gutiérrez y Mikele Urroz Zabalza
Diseño de espacio escénico Elisa Sanz (AAPEE)
Diseño de vestuario Igone Teso (AAPEE)
Diseño de espacio sonoro y composición música original José Pablo Polo
Diseño de iluminación Álvaro Guisado (AAI)
Diseño de audiovisuales [ la dalia negra ]
Diseño de video mapping Jorge Vila
Coordinación musical y asesoría de canto Pepe Hannan
Movimiento escénico José Juan Rodríguez
Investigación y asesoría histórica Noelia Burgaleta Areces
Ayudante de dirección Javier L. Patiño
Residente ayudantía de dirección Teatro Español Cristina Hermida
Agradecimientos Pueblos en arte, Exlímite, Espacio PuntoCero y a todos los trabajadores del pasado y el presente del Teatro Español
Una producción de Teatro Español en coproducción con Grumelot y la colaboración de GNP